Pasar la tarde con mis amigos fue increíble y más teniendo en cuenta que el pequeño Israel ya estaba en la habitación con sus padres y pudimos cargarlo un momento cada uno. Era tan hermoso y pequeño, sus cachetes eran de un tono rosácea y sus pequeños ojos aún no tenían definidos el color, pero ya tenían una tendencia a verde, lo cual no me extrañaría ya que su madre era dueña de unos bellos ojos.
Al final tuvimos que ir en busca de algunos refrigerios ya que nadie había llevado nada para merendar y tampoco nadie había pensado en ello. Aprovechando que contábamos con un Starbucks cerca, algunos de los chicos fueron los encargados de ir en busca de nuestras bebidas y junto con Celeste tuvimos que ocuparnos las dos de ir en busca de algunas cosas dulces en algún Bakery porque la madre primeriza estaba con ganas de alguna tarta de frutas.
Estaba tan a gusto con todos reunidos que por unas horas me había olvidado por completo de Joaquín hasta que recibí un mensaje suyo.
Hermosa, ¿Cómo estás? Me encanta ver como sonríes y te diviertes con tus amigos. Espero que la estés pasando muy bien, te extraño. J.
Lo había olvidado por completo, pero no podía decírselo así que pensé muy bien como contestar a su mensaje.
- Amiga... es el doctor sexy, ¿No? - Sheryl siempre tan perceptiva.
Claro, como esta mañana estuvo ocupada con el trabajo no había tenido tiempo de hablar con respecto a mi cita por lo que sabía que estaba ansiosa en conocer detalles.
- Ven hablemos un minuto - le digo sentándonos al fondo de la habitación.
Primeramente, observé por la ventana si mi doctor no estaba fuera espiándome ya que al parecer lo estuvo haciendo, sino no habría forma de que hubiera visto como sonría. Me gustaba la idea de que estuviera al pendiente mío.
- Bueno, quiero saber por qué estás espiando por la ventana - sonrío, de esta mujer nada se le escapaba.
- Joaquín me mandó un mensaje - digo mientras se lo muestro - Entonces no quiero que vea que estoy con el celular y que no le contesto.
- ¿Ya pensaste en que le responderás? - me dice con una sonrisa lobuna en el rostro.
Pensamos un breve minuto entre las dos y rápidamente redactamos un mensaje.
¡Con que espiándome! La estoy pasando genial, pero admito que te extraño y estoy añorando unos minutos contigo. Dame un rato más y me escaparé para ir a verte.
Espero con ansias verte.
- En definitiva, este sujeto está loco por ti - dice con una mirada y sonrisa sincera - Pero bueno, cuéntame cómo te fue anoche.
Rápidamente la puse al tanto y detalle por detalle fui contando todo. Sheryl como buena amiga y como una persona sumamente observadora, escuchó absolutamente todo lo que tenía por decir. Sabía que estaba acumulando todo en su inmenso cerebro para luego darme su veredicto, era de esas personas que si no las conocías quizás la odiabas porque daba su opinión de frente y con toda la sinceridad del mundo.
- Bueno escúchame, veo que no solo él está loco por ti. Tú también estás loca por él y estoy sumamente feliz por ti. Te mereces este momento, te mereces a este sujeto. Mereces que alguien te ponga a ti primero que a nadie más y te dé todo el amor que necesitas y que sé que darás - toma mi mano entre las suyas y me mira con esos ojos evaluadores - Disfruta, vive y no te arrepientas de todo esto. Ahora ve y búscalo, eso sí, cuando lo creas oportuno debemos organizar una juntada para que podamos conocerlo como se debe.
- Por supuesto que sí, quiero que lo conozcan y que conozca a mi familia. Y gracias, gracias por tu opinión y por tus palabras tan sabias. Siempre sabes que decir para poner mis pies sobre la tierra y estabilizar mi cabeza.
- Ya sabes amiga, solo yo puedo entenderte y solo tú puedes comprender mis locuras.
Sonrío porque es verdad. Ni siquiera Martín que ha estado a mi lado por más tiempo sabe comprenderme de la misma manera que Sheryl y amaba tanto poder tener a alguien que sea igual a mí.
- Chicos, lamento tener que dejarlos, pero iré en busca del doctor sexy. Quedé en que lo vería hoy un rato y quiero aprovechar el momento. Espero que mañana ya puedan volver a casa, los amo.
- Por supuesto que si hermosa, ve tranquila y gracias por venir. - me dice Alejo mientras carga con una delicadeza a su pequeño.
Me acerco a Martín y le susurro.
- Iré a buscarlo si quieres ir ve no te preocupes por mí, puedo volver en un Uber luego.
- Tranquila me quedaré un tiempo más cualquier cosa te habló al teléfono.
Me inclino hacia él y le planto un beso en la mejilla antes de irme, sorprendiéndolo. Sabía que la idea de que fuera a verlo no le gustaba, esta era una de las razones por las que quería que mis amigos y Joaquín se conocieran y pasaran tiempo. Quizás de esta forma, Martín podría olvidar ese resentimiento hacia mi doctor sexy.
Mi cuando había empezado a decir que era mío. Aún no, pero quizás algún día.
¿Dónde estás? Estoy libre para verte
Encuéntrame en la cafetería y luego veremos donde ir
Sabía perfectamente a cuál se refería así que me dirigí hacia allí. Un tipo de emoción recorría mi interior y todo era porque lo volvería a ver, nunca había sentido algo así en mi vida y estaba segura que no lo sentiría nuevamente por otra persona.
Me asustaba por momentos darme cuenta de la fuerza que ya ejercía sobre mí cuando lo había conocido ayer, no me gustaba verme ni que me vieran frágil. Pero tal y como lo había dicho Sheryl merecía todo esto, había llegado el momento de que me diera la oportunidad de elegir el hombre con quien podría tener una bonita relación.
Al llegar no lo vi y no me quedó de otra que esperar, quizás se encontró con alguien que lo retuvo por el camino o quizás tuvo alguna emergencia con algún paciente. Por las dudas busqué el celular en la cartera para verificar si tenía algún mensaje suyo o no.
- Ese vestido me tiene loco desde que te vi en el ascensor - su voz erizaba cada parte de mi ser. Estaba detrás de mí y aunque no había puesto sus manos sobre mi cuerpo podía sentir como un tipo de electricidad hormigueaba toda mi piel. Ese era el poder que tenía sobre mí - Ven, vamos a mi oficina.
Me di la vuelta para encontrarme con esa mirada gris tan penetrante y seductora, podía ver el deseo en ellos, aunque también la gran emoción de estar a mi lado nuevamente. Quizás sus ojos estuvieran reflejando lo mismo que los míos porque estaba segura que mi rostro expresaba deseo por todas partes.
Recorrimos un corto tramo hasta el ascensor y subir dos pisos. Era el área de oncología pediátrica. Allí todos los pacientes más graves eran monitoreados por sus doctores, solo aquellos que podía costear una habitación privada y cuidados exclusivos eran transferidos al piso donde mis amigos estaban, porque aquí no tenían privacidad y en el corto recorrido que hicimos me dolió el alma ver tantos padres angustiados custodiando las pequeñas peceras donde sus hijos estaban internados.
No podía creer que Joaquín tuviera que vivir esta agonía todos los días, generaba una tristeza inmensa en el alma que no podría tolerarlo tantas horas, tantos días y por tantos años. Admiraba su trabajo y su entrega para con estos niños y sus familias, podía entender lo gratificante que podría ser para él lograr salvar alguna vida de todas aquellas que están luchando, pero sabía el precio que estaba pagando y es el de nunca tener hijos.
Apenada porque sabía que para muchos era un gran sacrificio, alegraba un poco a mi corazón saber que en esto coincidíamos y que en un futuro no sería un problema entre los dos y no pondría en problemas nuestra relación.
- Bueno, bienvenida a mi pequeño espacio.
Quedé impactada. ¿Este lugar existía realmente?
Todo el maldito lugar estaba decorado con juguetes y osos de peluche. En una esquina era el sector de los nenes ya que autos, robots y bloques estaban puestos con sumo cuidado en una repisa. En la otra esquina era el sector de las nenas, castillos, muñecas barbies, unicornios y juegos de cocina estaban organizados muy pulcramente. Y en el medio de todos esos juguetes, su escritorio.
Tal y como recordaba que era su casa, de esa forma era su espacio de trabajo. Limpio, ordenado y con ese aire que te transmitía cierta tranquilidad y confianza. Podía entender después de ver todo lo que había fuera porque este lugar era así, brindaba a sus pacientes un pedacito de cielo y un poco de confianza más allá de sus palabras para que tuvieran la fe y fuerza necesaria para luchar por sus vidas. Conocer esta partecita de la suya hacía que lo quisiera un poco más.
- ¿Sorprendida? - pregunta con una mirada dubitativa - Esto es para ellos... - comienza, pero no lo dejo continuar.
- Lo sé, no tienes que explicarlo - digo y cierro el espacio que había entre nosotros abrazándolo.
Siento como lo tomé desprevenido, pero como poco a poco va subiendo sus manos por mis costados para devolverme el abrazo. Fue una demostración de afecto sin ningún tipo de lujuria, solo un abrazo que decía tanto, pero sin palabras. Quería transmitirle que entendía, entendía el porqué de su bata de animalitos, porqué los juguetes, porqué es como es. Es un doctor excepcional y una persona increíble.
- Nunca pensé que un lugar dijera tanto de una persona. - digo levantando la mirada para verlo a los ojos. - Siento que te conozco un poquito más y estoy tan feliz de ver lo que encuentro.
- Me alegro. Lamento el que hayas visto a los niños allí fuera, temía que fuera tanto para ti
- Ni lo digas, me ayudó a entender mejor tu decisión de no hijos. ¿Recuerdas? Me lo habías dicho.
- Vaya hermosa, no creí que lo recordaras. Aunque me alegro que me comprendas.
No lo resistí, tomando la iniciativa me puse en puntillas y jalando de él lo besé. Primero un beso suave y gentil, cariñoso que él me correspondía de la misma forma hasta que percibí como pedía permiso de tomar él el control y rápidamente cedí. Sus besos se fueron intensificando, su lengua acariciaba mis labios pidiendo el ingreso y así fue como el baile glorioso entre nuestras lenguas comenzó. Sus manos recorrían mi cuerpo por arriba de la tela, dejando una sensación de quemazón por cada parte donde estuvo.
Cada centímetro de mi piel estaba al pendiente de lo que haría a continuación, esperando impaciente al próximo movimiento. Expectantes del gran placer que sabía que vendría luego. Estaba deseosa de poder probar nuevamente de aquel espiral donde me había catapultado el día de ayer, quería volver allí, pero con la certeza de que no sería aquella la última vez sino una de las muchas que vendrán.
Me había dicho que no quería una simple aventura más bien algo más, y al nuevamente sentir aquella electricidad recorrer mi cuerpo estaba segura que yo tampoco quería que se alejara nuevamente de mí. Lo quería conmigo y lucharía por conquistar su cariño, aunque sabía que ya era mío.