Introducción
Introducción
- ¿Por qué me hiciste eso? – le pregunto a Andrea mi “prometido”
-mi amor... – dijo – …era eso o no podría casarme contigo – se defendió
- ¿¡la única forma que encontraste de convencer a mi madre fue comprándome!? - grité – eres de lo peor, eres igual o peor que ella... jamás te creí capas Andrea, nunca me imaginé que harías algo como eso con nuestra relación, ¡creí que valía más que solo dos millones para ti! – continúe hablando alto – te odio – susurre – no quiero volver a verte frente a mi – termine
Salí corriendo de aquel lugar, mientras sentía sus pasos cerca de mí, crucé la calle sin importarme si venia algún vehículo y me subí al primer barco que vi en el puerto, no tenía un boleto conmigo, pero solo quería salir de allí, quería estar lejos de aquel hombre que un día juro amarme.
Sus gritos se oían desde el barco, pero no voltee a verlo, mis lagrimas caían como cascada, me dolió su error, porque no fue traición, no, él me lo dijo, pero tarde, se tardó demasiado en decirme esa cosa de tal magnitud, si tal vez me hubiera dicho antes que mi madre le pidió dinero a cambio de mí, lo hubiera entendido, pero Andrea solo decidió arreglarlo por sí solo, y solo me lo dijo hasta el momento que me negué a casarme con él.
-pague por ti, así que tienes que casarte conmigo – esas fueron sus palabras
Quizá sabía que me negaría, por eso lo hiso, ya que después de todo, nunca logre que de mis labios saliera tan solo un “te amo” hacia su persona.
[…]
- ¿llorando de nuevo? – esa voz...
La primera vez que la oí, fue hace dos años atrás en un mercado de Milán, en ese momento también estaba llorando, pero era porque mi papá había sido enviado injustamente a prisión, supuestamente fue por fraude, pero conociendo la lealtad que le tiene mi padre a su país como juez de tribunal, sabía que era mentira.
-creo que es mi pasatiempo – dije, intentando sonreír
- ¿y esta vez cual es el motivo? – preguntó
Se acerco y apoyo los antebrazos en las barandillas del barco, tomando la misma postura que yo, sus ojos color esmeralda me observaron expectantes y en sus labios se formó una sonrisa, al notar que estudiaba todos sus movimientos, dejo de verme y soltó un suspiro apreciando el sol que se ocultaba dejando unos hermosos colores en el cielo, dejando en claro que muy pronto caería la noche.
-yo estoy rumbo al cumpleaños número dos de mi pequeño sobrino – dijo de repente
-yo estoy escapando de mi realidad – dije después de un silencio largo
-la última vez era yo quien lo hacía – dijo riendo
-es verdad – exclamé – me alegra que ya estés recuperado y puedas caminar – agregué con una sonrisa sincera
-sí, mi cuerpo ya está en perfecto estado – contesto – voy a por una copa, ¿vienes? – preguntó y estiro su mano para que la tomara
-yo estoy aquí sin un boleto – informe avergonzada
-pues el barco me pertenece, así que no creo que haya inconvenientes – dijo y sentí mi cara arder
Dios esto no era un barco de viaje, eso me pasa por no fijarme cuando ingrese.
- ¿vienes o no? – pregunto asentí y tomé su mano
-si es así, está bien y lo siento por ingresar sin consultar antes – dije él sonrió
-está bien, creo, es entendible – dijo no tan seguro de sus palabras
Sonreí mientras él tiraba de mí, hacia el interior del barco, ingresamos al restaurante y allí nos sirvieron pasta, vino para acompañar, vino que se terminó convirtiendo en unas cuantas botellas más, mientras hablábamos de nosotros
[…]
Abrí mis ojos, los sentí bastante pesados, la cabeza me dolía como los mil demoños y la persona que tocaba insistentemente la puerta, no ayudaba mucho.
Dirigí mi mirada a la persona que dormía a un lado de mí, mis ojos se abrieron con sorpresa, pero cuando mi mente me recopilo todo lo sucedido ayer, suspire, mire todo a nuestro alrededor, todo era un desastre, ropa y zapatos tirados por todo el camarote y ni hablar de la cantidad de botellas de vino que había en el suelo
- ¡dios! Cuanto bebimos ayer – susurré
-señor Redinton el barco ya llego a destino – informo la insistente mujer, de tras de la puerta
Salí de la cama apresurada y recogí toda mi ropa, intentando vestirme a la misma velocidad, una vez con el vestido cubriendo mi desnudez suspiré, mi ropa interior estaba destrozada, como si una bestia la hubiera arrancado de mi cuerpo, dios, podría haber sido más delicado, ahora tengo que andar sin bragas.
-Alan... – lo llame moviendo su hombro – …debes despertar – agregue
-mmm – dijo él - quiero dormir – murmuro y sonreí
-pero debemos salir del barco – informe
Al fin abrió los ojos y me miro por unos largos minutos, su ceño se frunció levemente y luego asintió
-es verdad – dijo y casi salto de la cama
Se vistió a la velocidad de la luz y camino fuera del camarote seguido por mí, salimos del barco y del puerto también, íbamos completamente en silencio, que para mí no era incomodo, pero puedo asegurar que para Alan sí. Cuando llegamos a la salida del puerto un hombre le entregó las llaves de su hermoso Ferrari y él se volteo a verme
-te llevo a casa – afirmo, no pregunto
-no es necesario, yo puedo ir por mi cuenta no es lejos de aquí – dije
-insisto, así que sube – dijo
No me quedo más que asentir cuando dijo eso abriendo la puerta del copiloto para que yo ingresara.
El camino fue tranquilo y silencioso, ninguno de los dos dijo nada, hasta que el auto estuvo estacionado frente a mi casa. Alan poso sus hermosas esmeraldas en mis ojos
-Yanis, sobre lo que sucedió anoche yo... –
-estábamos ebrios... – dije cortándolo – ...no debes de preocuparte, solo sucedió - agregué nerviosa – gracias por traerme – dije saliendo del auto
Y sin dejarlo decir nada más, no quería escuchar un “fue un error”, o tal vez “perdón estaba ebrio, no sabía lo que hacía”, prefería dejarlo claro yo, antes de que unas de sus palabras terminasen hiriéndome.
Cuando entere cerré la puerta y recosté mi espalda contra ella, golpee mi frente con la palma de mi mano, y me reproche a mí misma por tonta
- ¿no tienes que preocuparte? – me dije irónica – dios, fue tu primera vez tonta, tonta – dije golpeando mi frente repetidas veces – es bueno que haya sido contigo – murmure y sonreí como una verdadera tonta
Aquel día en que lo encontré en aquel parque, cerca de la universidad donde asistía, estaba llorando sentado en una silla de ruedas, en ese entonces no conocía a Andrea, y para mi ver aquellas esmeraldas empañadas, fue amor a primera vista, luego cuando me regalo por primera vez una sonrisa, por una tontería que había dicho, creí confirmarlo.
No había podido olvidar aquel día, en donde la pasamos juntos, Alan me conto que había perdido a su prometida e hijos el mismo día de su boda, y yo le conté lo que había sucedió con mi padre. Ambos nos hicimos compañía hasta que cayó la noche, yo lo acompañe hasta su enorme casa donde lo buscaban desesperadamente, y un -” hoy me escape”-, salió de sus labios, haciéndome reír al instante, después que nos despedimos pensé que no lo volvería a ver, pero ahora heme aquí, feliz de haber tenido mi primera vez con mi amor imposible, y haberme dado cuenta que en realidad, si, Alan me gusta y mucho, y que eso que pensaba sentir por Andrea no era más que costumbre, costumbre a recibir algo que en casa no recibía, y eso era cariño.
-reprochas a tu prometido, pero te vas de zorra con un ricachón – la voz de mi madre me saco de mi bobería
-mamma – susurre asustada
-creo que hacerme ganar dinero te gustará, digo, ya que hiciste que el inepto de Andrea me quitara lo que me dio por ti – dijo haciéndome helar la sangre – no te molestara hacerme ganar lo que él me quito verdad, ¡zorra! – grito lo ultimo
Lo que llegara a hacer mi madre conmigo ahora mismo, no me sorprendería para nada, no después de saber lo que le hiso a mi padre, no después de saber su verdadera vocación como la “dama” de Italia.