Capítulo 1. Al mejor postor
Ivanna de León
Con quince años no te enamoras, esa era la frase que he escuchado durante diez años desde que fui obligada a separarme de él, y después de todo este tiempo aun pienso en lo que pudo haber sido y aun siento que lo amo, pero pareciera que se lo ha tragado la tierra, lo he buscado y lo sigo buscando a pesar de que mi hermano me anunciara su muerte un par de años atrás y ahora estoy aquí, a punto de salir para anunciar mi compromiso con un anciano que está podrido en dinero y que promete sacar a la familia de mi padre de la quiebra, aunque, en mi mente gira y gira la idea de negarme, después de todo ellos no serían capaces de hacer nada por mí, no lo hicieron en el pasado ni lo van a hacer nunca.
—¿Estás lista? — es mi madre quien logra sacarme de mis pensamientos
—Sabes que nunca lo estaré — le contesto sin ni siquiera voltear a verla, estoy enojada, estoy furiosa y ella se convierte en el primer blanco de mis ataques
—Lo sé, mi niña, y aunque no lo creas te entiendo — intentaba tranquilizarme, pero yo ya estaba lo suficientemente alterada como para escuchar sus pláticas conciliativas.
—¿lo entiendes, mamá? ¿de verdad lo entiendes? Te recuerdo que seré yo quien va a tener que irse a la cama con un hombre al que no amo y que nunca voy a llegar a amar y te recuerdo también, madre, que seré yo la que tenga que soportar el olor a viejito cada día de mi vida o al menos hasta convertirme en viuda, que espero que sea pronto, porque te aseguro que mi paciencia será muy poca — mi pobre madre solo me miraba con los ojos casi a punto de salirse de sus órbitas
—No, Ivanna, no le desees la muerte a ese hombre, mira, mejor toma las cosas desde otro punto de vista, vas a tener una vida llena de lujos y cuando llegue el momento, que Dios no lo quiera, en que te conviertas en viuda, mijita, vas a heredar absolutamente todos sus bienes y su dinero, que no es poco, y entonces, ya sabrás como rehaces tu vida, solo es cuestión de que tengas un poco de paciencia, además, aquí entre nos, yo creo que ni siquiera vas a tener que acostarte con él, porque de seguro que ya ni le funciona — me dijo y yo no pude hacer otra cosa más que reír, las palabras de mi madre no me ofrecían ni un poquito de consuelo, pero por lo menos me estaba divirtiendo con sus ocurrencias.
—No quiero, mamá — la risa se convirtió rápidamente en tristeza y llanto y mi madre corrió a abrazarme muy fuerte
—¡Perdóname, mi cielo! — me dijo — Nunca me he sentido más frustrada que en este momento, créeme que lo he intentado todo para evitarte este sufrimiento, pero no me ha sido posible convencer a tu padre — me abracé a ella, no quería apartarme de sus brazos, y tampoco estaba preparada para enfrentar lo que me esperaba a partir de esa noche y fue la voz de Diana, mi hermana menor la que me recordó que estaba a punto de firmar mi sentencia.
—Ivanna, papá me envió por ti, el señor Guillermo ha llegado — Diana me miraba con absoluta tristeza en su mirada, estaba consciente del sacrificio que estaba a punto de hacer y yo hice mi mejor esfuerzo por dibujar una sonrisa en mi rostro para evitar que se sintiera tan mal.
—Bajaré en un instante, cariño, solo retocaré mi maquillaje — le dije y ella asintió para salir de mi habitación, mientras mi madre y yo nos preparábamos para lo que estaba a punto de pasar.
Cuando por fin tuve el suficiente valor para salir de mi habitación, ya todos estaban esperándome en la sala, por lo menos se trataba de una reunión pequeña que solo reunió a la familia más cercana, eso me evitaba tener que saludar a muchas personas y fingir felicidad, toda mi familia estaba consciente de lo que estaba ocurriendo y estoy segura que el mundo entero se daría cuenta de inmediato que me estoy comprometiendo con él por su dinero, eso es más que obvio, Guillermo es un hombre de más de sesenta años y debo decir que de ninguna manera es el tipo de suggar que todas las chicas quieren tener, este hombre si envejeció mal.
—Ivanna, te ves bellísima — expresó mi padre y se acercó para darme un beso, pero sus intenciones eran otras en realidad.
—Te exijo que quites esa cara de funeral, hija, o Guillermo se va a dar cuenta que no estás de acuerdo con su compromiso y te aseguro que no quieres que lo cancele — y es lo que más deseo, pero en el fondo sé muy bien lo que las palabras de mi padre significan y termino por asentir y dibujar una retorcida sonrisa en mi rostro.
—¡Bien, familia! — dijo mi padre — Estamos aquí reunidos para darles una noticia que nos llena de felicidad — todos se acercaron alrededor de nosotros y una sensación de repulsión me invadió por completo en cuanto sentí que Guillermo tomaba mi mano, no sé cómo voy a poder soportar esto, no tengo idea de lo que me espera, pero la mirada lasciva y descarada del anciano me dice que mi madre está muy equivocada al decir que no le funciona, porque estoy segura que tiene planeado por lo menos hacer el esfuerzo y eso termina casi por provocarme el vómito.
Las palabras de mi padre son interrumpidas por el sonido del timbre de la casa y es mi hermano quien camina hacia nosotros para decirle algo en el oído, al parecer alguien lo espera en su despacho, algo así logré escuchar.
—Les ruego que me perdonen, volveré en unos minutos para continuar con las buenas nuevas — se fue de prisa rumbo a su despacho seguido de cerca de mi hermano y yo aproveché para liberarme del agarre de Guillermo y salir corriendo lejos de él con el pretexto de ir a retocarme el maquillaje.
Los minutos pasaban y mi padre no regresaba, y no es que eso a mí me importara, pero la incomodidad de mi madre me dice que se trata de un asunto delicado, no sé quién es la persona que solicito hablar con él, pero si mi padre ha tenido que dedicarle tanto tiempo debe ser alguien muy importante, sobre todo si lo hace en medio del anuncio de mi compromiso, no sé por qué, pero me empiezo a preocupar, las cosas con los negocios de mi padre no han salido nada bien desde que mi hermano tomó las riendas y me temo que esto no es más que el resultado de una de sus malas inversiones que terminaran por hundir a la familia de una vez por todas y ni siquiera casándome con el anciano se podrá resolver.
Después de una hora mi padre regresa a la sala, su semblante está desencajado y la expresión en el rostro de mi hermano no puede ser mejor, lo extraño es que están acompañados de un hombre que se coloca a su lado, debo decir que tuve que hacer un enorme esfuerzo por dejar de mirarlo y por lo que pude notar, toda la familia tiene sus ojos puestos en él, se trataba de un hombre de alrededor de treinta años con unos ojos negros enormes y una barba muy espesa pero perfectamente delineada, se trataba del mismísimo diablo convertido en tentación y yo estaba cayendo ante esa mirada profunda y llena de un poder de atracción impresionante.
—Familia… — a mi padre le estaba costando trabajo hablar, estaba tan nervioso que tuvo que aflojar el nudo de su corbata en busca de un poco más de aire para llenar sus pulmones, pero al parecer eso no estaba ayudando mucho.
—Como les estaba informando hace unos momentos, estamos aquí reunidos para anunciar el compromiso en matrimonio de mi querida hija Ivanna — Una vez más Guillermo se dirigió hacia donde yo me encontraba, pero antes de que lograra tomarme de la mano mi padre soltó una bomba atómica.
—¡Permítanme presentarles a Santiago Aragón, el prometido de Ivanna! — ahora quien necesitaba aire era yo, ni siquiera fui capaz de darme cuenta de la reacción de Guillermo porque mis piernas simplemente perdieron las fuerzas para sostener mi cuerpo y en cuanto estuve a punto de caer, fueron mi hermana y mi madre quienes se abrazaron a mí para evitar que me desplomara.
La impresión estaba siendo tan grande que mi mente estaba intentando no darse cuenta de la discusión en la que mi padre se estaba enfrentando a quien se suponía era mi prometido, ni siquiera lograba entender lo que mi madre y mi hermana me estaban tratando de decir, hasta que la voz de ese hombre sonó para callarlos a todos, incluso a Guillermo que estaba gritando como un endemoniado.
—¡¡La decisión ya está tomada, Ivanna se casará conmigo en tres meses!! — dijo con un tono de voz tajante, pero Guillermo no permitiría que lo convirtieran en una burla, sus ojos estaban desorbitados al grado que pensé que podría darle un infarto en cualquier momento
—Ese no fue nuestro trato, Ernesto, ¡te exijo que cumplas tu palabra! — se dirigió a mi padre quien por primera vez en mi vida no estaba teniendo el control de la situación, estaba asustado y contrariado, yo no sé quién sea ese hombre, pero algo muy grave debió pasar para que hiciera el anuncio a sabiendas del caos que provocaría.
—Entiendo tu molestia, Guillermo, pero no tengo otra alternativa, mi hija se casará con ese hombre y no contigo — al mejor postor… me está vendiendo al mejor postor, eso es lo que está haciendo y nunca en mi vida me había sentido más humillada como en este momento.
—¿y tu piensas que yo me voy a quedar cruzado de brazos después de semejante humillación? ¡Esto no se va a quedar así, Ernesto, nadie se burla de Guillermo Zambrano! — después de soltar sus amenazas salió de la casa hecho una fiera y yo ya no estaba siendo capaz de soportar más.
Tenía que salir de ahí, pero mi cuerpo estaba entumecido y me estaba costando trabajo caminar, como pude me acerqué a la puerta y cuando estaba a punto de salir corriendo escuché su voz.
—¡Ivanna! —