Las puertas del ascensor se abren. Inhalo aire y obligo a mis pies a moverse.
Toc.
Escucho claramente el tacón del zapato de mi pie derecho.
Toc.
Escucho el otro. Y luego mi corazón latiendo a toda velocidad cuando entro al vestíbulo y leo el rótulo en la pared:
DEPARTAMENTO DE VENTAS
THOMPSON GROUP
Me recibe la recepcionista a cargo y me saluda:
—Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?
Sonríe con amabilidad y lentamente suelto el aire que mantenía en mis pulmones. La chica me parece simpática y me transmite tranquilidad.
—Buenos días —la saludo con una sonrisa—. Soy Anna Kalthoff. La nueva Directora del departamento de ventas.
Sin poder disimular, me observa de pies a cabeza con asombro y confusión. Pestañea y vuelve la vista a mis ojos.
—Bi-Bienvenida… eh, Señorita Kalthoff. La estábamos esperando —tartamudea un poco y me sonríe con nerviosismo—. Yo soy Sara... Sara Smith, la recepcionista de este departamento.
—Mucho gusto señorita Smith— le extiendo la mano y le dedico otra sonrisa.
Se levanta de su asiento y me devuelve el saludo con algo de torpeza. Sonríe y me pide que la siga para guiarme hasta mi oficina.
Analizo rápidamente a Sara Smith. Es más alta que yo, de contextura delgada, piel blanca, un poco pálida, con un precioso cabello en tono cobrizo oscuro y ojos color miel. Usa lentes, y me sorprende que no es la típica recepcionista despampanante que contratan en las grandes empresas de mercadeo para causar gran impresión ante los clientes.
He trabajado con otras empresas como esta y, en absolutamente todas, manejan la misma ideología: El atractivo físico es sinónimo de éxito y este se tiene que reflejar desde los que están en primera línea, atendiendo al cliente.
La imagen vende.
Avanzo y sigo sus pasos.
Mi oficina está ubicada al final de un largo pasillo rodeado de, por un lado, varias oficinas de concepto abierto y en el otro cuatro oficinas cerradas con paredes de cristal opaco.
En el camino, Sara me muestra cada parte del departamento. Habla animadamente sobre, a quien le pertenece cada oficina, y el rol que esta persona desempeña en el departamento.
Aunque aún es temprano, ya hay varias personas en sus escritorios; algunas arreglando papeles, otras hablando por teléfono, y otras conversando entre ellas.
Todos me quedan viendo algo extrañados, algunos me saludan con una sonrisa tímida y los buenos días mientras nos dirigimos hacia mi oficina.
Logro captar que algunos murmuran entre sí y me lanzan miradas escrutadoras mientras me alejo de sus cubículos.
Doblamos la esquina y agradezco que ahí ya no haya más gente. Me estaban incomodando las miraditas y los murmullos.
La señorita Smith se detiene en un cubículo de oficina que está frente a mi oficina.
—Ella es Ángela Johns, su asistente personal.
Noto que Ángela también me queda viendo con algo de asombro y le lanza una mirada confundida a Sara.
—Anna Kalthoff. Mucho gusto Ángela– le doy la mano en señal de saludo.
Nerviosamente Ángela me devuelve el saludo.
—Bienvenida Licenciada Kalthoff. Ángela Johns, a sus órdenes.
Ángela es de cabello castaño oscuro, algo rellenita y bajita. Por su forma de hablar, se le nota que es bastante tímida, a diferencia de Sara que se ve bastante parlanchina y desenvuelta.
—Si gusta seguirme, para mostrarle su oficina.
Ambas entramos a la oficina y la señorita Smith regresa a su puesto de trabajo.
Mi oficina es bastante amplia, pintada en tonos blancos, y decorada en tonos negros y grises. Frente a la puerta está el escritorio con una laptop y detrás de él, un enorme ventanal por el que se puede ver parte de la ciudad y del río Hudson. En la otra pared hay una enorme repisa con archiveros y algunos adornos. En el frente hay un rotafolio y 5 butacas con una mesa para las pequeñas juntas. En la pared del otro lado hay un mini bar, cuadros decorativos en blanco y n***o y algunos premios y reconocimientos al equipo de ventas.
Ángela me muestra todo y me comenta cómo es el ambiente laboral y el desempeño de la empresa.
—A las 9.00 AM tiene reunión con el equipo de ventas, para que los conozca y pueda darles sus primeras instrucciones y ellos le informen la situación actual y todos los detalles que necesite saber para irse poniendo al día. Y a las 11.30 AM tiene reunión con el licenciado Thompson, el Director Ejecutivo.
Lo que tanto estaba esperando. Conocer a Alexander Thompson en persona.
—Perfecto Ángela— le respondo mientras me siento en el escritorio y enciendo la laptop.
—En ella encontrará una agenda virtual con todas las reuniones y la programación semanal. Cualquier consulta puede recurrir a mí y yo con gusto le ayudo. También hay una lista con los números de extensión de cada uno de los directivos y jefes de departamento y encargados.
Asiento con la cabeza, mientras me familiarizo con la laptop.
—¿Desea algo de tomar Licenciada Kalthoff?
—Si pudieras conseguirme un café n***o, te lo agradecería mucho. Y puedes decirme Anna.
Ángela me sonríe con algo de pena.
—Entendido Licenciada Kalth… Anna.
La volteo a ver entrecerrando los ojos y ella me sonríe con timidez mientras sale de la oficina.
Empiezo a familiarizarme con todo. Primero a obtener contraseñas para entrar al sistema de la empresa. Cuando logro entrar, comienzo a estudiar algunas de las cuentas con las que se están trabajando, algunas campañas y lanzamiento de productos, y la cartera de clientes.
Algunos minutos después, Ángela llega con el café y lo sirve en mi escritorio.
—¿Algo más en lo que pueda ayudarle Licenciada Kalthoff?
—¡Anna!, ¡dime Anna! Y puedes tutearme.
Ángela vuelve a lanzarme esa sonrisita tímida.
—Disculpe, es que me siento rara.
—Si me tratas de usted me haces sentir vieja, y tú y yo parecemos de la misma edad. Además, quiero que me tengas toda la confianza y saber que yo puedo confiar completamente en ti.
—¡Sí, claro! ¡Por supuesto!— me responde Ángela con entusiasmo.
—¿Te puedo preguntar algo?
—Lo que guste…s.
—Puedo saber, ¿por qué todos me quedaron viendo raro cuando llegué?
Noto el sobresalto en Ángela, sus ojos se abren sorprendidos y yo levanto una ceja en señal de duda.
—Entonces, ¿se dio cuenta?— el nerviosismo se hace presente en su voz.
—Claro que sí. Todos actuaron raro —digo con seriedad. La veo directo a los ojos, que me observan en suspenso— incluso Sara y tú.
Ángela baja la mirada y se muerde el labio nerviosamente.
—Bueno, es que… Pronto se dará cuenta que en esta empresa no contratan mujeres bonitas. Se pudo dar cuenta por Sara y... Y bueno, yo misma.
Frunzo el ceño y mi mirada es, incluso, más desconcertada que antes.
—Y usted... Tú, Anna, eres hermosa. No eres del tipo de mujer que dejan trabajar en esta empresa.
Me sonrojo. La verdad no me siento hermosa.
Si he cambiado bastante, para lo que era antes, pero pienso que es la ropa, el estilo de mi cabello... No sé.
Antes Roddy hacía que me vistiera recatadamente, porque no quería que ningún hombre se fijara en mí. No le gustaba que me vistiera llamativamente, ni que me maquillara, ni nada que pudiera llamar la atención de otros hombres. Andaba el cabello teñido de rubio, porque así le gustaba a él.
Era muy… ¡No! Era completamente distinta a lo que soy ahora.
—Pero, no entiendo —continúo—. ¿Por qué dices que no contratan mujeres como yo?, ¿Quién?
—Bueno, no le diga a nadie que yo le conté esto. Es por la señorita Miranda Bauer— Ángela baja el tono de su voz al pronunciar el nombre y mira nerviosa a los lados, como si alguien la pudiera estar escuchando.
—¿Miranda Bauer? ¿Y esa quién es? —le pregunto. Haciéndome la que no sé quién es la arpía, bruja, reina de todas las zorras…
Inspiro y pestañeo para bloquear todo lo malo que me hace sentir el solo escuchar el nombre de esa mujer.
—Es la prometida del señor Thompson —responde.
—Pero, ¿ella trabaja aquí? Como para tener el poder de decidir quién trabaja y quién no, en esta empresa.
Hablo con tanta calma que mi yo interior me da palmaditas de felicitación en la espalda por lo bien que disimulo la ira que me está consumiendo por dentro.
—Es la encargada de adquirir compañías pequeñas o entablar sociedad con otras para hacer crecer la empresa
Claro, es de suponerlo. De esta manera es como ha creado esa empresa fantasma con la que se apoderó de nuestra empresa.
—Entiendo. Pero, lo que no entiendo es, ¿en qué le molesta el tipo de mujer que trabaje aquí? Al final, lo importante, es la capacidad de cada uno.
—Bueno, es que según dicen, ella es muy celosa y no quiere ninguna mujer guapa cerca del señor Thompson. Aunque él no es de ese tipo de hombres que anda viendo a otras, y ella pues es una mujer muy, muy, guapa. Pero pues, cada quien.
Con que no te gusta la competencia y tampoco te gusta que te hagan lo que tú andas haciendo. Bien dicen que el que las hace, se las imagina, pienso para mis adentros. Conocer esta debilidad de esa mujer, es un gran punto a mi favor. Debo de saber mover mis cartas.
—Entonces, ¿por qué me contrataron a mí? Si tú dices que no soy el tipo de mujer que contratan aquí.
—Pues ni idea, es lo que nos parece raro. Pero le pido disculpas si la hicimos sentir mal a su llegada.
—No te preocupes, entiendo perfectamente.
Ángela me sonríe tímidamente, manteniendo la mirada en el escritorio. Se nota que realmente le da mucha vergüenza el que yo me haya dado cuenta de su comportamiento al conocerme.
—Y dime Ángela, ¿pasa ella aquí, en la empresa? —continúo indagándola.
—Sí —responde—. Aunque ahorita se encuentra en un viaje de negocios con el Licenciado Hynds. Creo que regresan en dos días.
¡Dos días!
Me parece perfecto para poder acercarme lo más que pueda a Alexander Thompson, sin tener a esa mujer entrometiéndose. Debo de actuar rápido, desde hoy mismo de ser posible.
—¿Alguna otra cosa en la que pueda ayudarle?– Ángela me saca de mis pensamientos.
Sonrío plenamente. —Pues, no me estás tuteando.
Ángela y yo nos reímos, y ella sale de la oficina luego de prometerme que ya no me tratará de usted.
Si las cosas son tal y como Ángela dice, tengo que aprovechar esta oportunidad que se me dio, quién sabe por qué.
Debo acercarme a Alexander Thompson y tratar de seducirlo.
De esta forma comenzaré a cobrarle a Miranda Bauer todas las que me debe.