Sebastián palideció, su mirada subía y bajaba del rostro al vientre de la chica. Fue la primera vez que vi a mi amigo sin palabras, con la cara blanca como si le hubieran chupado la vida.
Era evidente que no quería lastimar a la chica, pero también se veía que él estaba roto, destrozado al darse cuenta de que, sin saberlo, era el amante de Matías. Yo misma sentía el corazón en la garganta, como si alguien me lo estuviera apretando. ¿Cómo carajo habíamos terminado en este desastre?
La chica ya no pudo contener las lágrimas, se dirigió a Sebastián con furia.
—¿Por qué te quedas callado? ¡Contéstame! —le gritó a Sebastián— ¿Te has estado revolcando con mi marido? ¡Y tú, Matías, qué poco hombre eres! ¡Te atreviste a engañarme con este tipo, sabiendo que estamos esperando un hijo!
Me quedé
