Mi corazón se detuvo, sentí un nudo en la garganta, fue como si el aire se me escapara. —¿Qué? —susurré, conteniendo la lágrimas— ¿Cómo… cómo pasó eso? Elisa se me quedó viendo, con una mezcla de desprecio y satisfacción, como si disfrutara viéndome sufrir. —¿Quieres detalles, niña? —dijo, con una sonrisa cruel— Fermín era un hombre enfermo, un manipulador, aunque debo admitir que bastante atractivo, Lisandro era joven, apenas un adolescente. Fermín lo engatusó, lo convenció de que lo que hacían estaba bien. Yo no lo supe hasta ese día, cuando los vi. Fue… asqueroso. Mi propio hijo, traicionándome con mi marido. No podía respirar, las palabras de Elisa me lastimaban, como si alguien me golpeara fuertemente en el pecho. Lisandro, mi Lisandro, ¿Un adolescente manipulado por su padrastro?

