Fiesta

1297 Palabras
Los días pasaron sin sobresaltos. Sin Cristopher. Sin vampiros. Sin lobos. Sin esa mujer que siempre parecía saber más de lo que decía. Y aunque el silencio era bueno, no confiaba en él. Era como dormir con los ojos abiertos. Neit y Cail seguían conmigo. Siempre cerca, siempre atentos. No hablaban mucho, no preguntaban. Solo estaban. Como murallas a mi alrededor. No hablamos mucho. Solo por los niños. Yo los mantenía al margen. No por falta de afecto. Sino porque no quería más lazos. No quería más enredos. Ya tenía suficiente con Cristopher. Hoy era el cumpleaños de Saha y Jaiden. Y por primera vez en semanas, el aire no pesaba tanto. Decoramos el salón con lo que teníamos. Globos, serpentinas, una torta que parecía más chocolate que pastel. Los niños corrían, reían, se empujaban con esa energía que solo ellos entienden. Y yo los miraba, con el corazón en la garganta y una sonrisa de nervios. —No toquen la torta todavía— dije, mientras Saha intentaba meter un dedo en el glaseado. Jaiden llevaba una corona de cartón que él mismo había hecho. Se sentía importante. Y yo lo dejé sentirse así. Porque lo era. Daniela y Dani estaban tranquilas. No del todo, pero lo suficiente como para fingirlo bien. Julean ayudaba con los bocaditos, junto a Cata y Revenna… Revenna observando todo. Aveces se acercaba a la puerta y volvía a cerrarla. Neit estaba apoyado contra la pared, brazos cruzados, mirada fija en los niños. Cail se había sentado cerca de las ventanas. No hablaban. No sonreían. Pero estaban. Y eso bastaba. —Debemos de estar bien. Aunque sea por los niños— dije y vi como todos se relajaron un poco. Y es que la llegada de esos, nos afecto a todos. —Es hora de picar el pastel— grito Cata entre risas. Apagamos las luces. Encendimos las velas. Saha cerró los ojos. Jaiden también. Pidieron sus deseos. —¿Que deseo pidieron? —¡Cail eso no se dice!— gritó Saha y Cail se rió. —¿Estás bien?— murmuró Neit, sin acercarse demasiado —Sí— respondí, sin mirarlo —Hoy no quiero pensar. Cail se levantó, caminó hasta mí, y dejó una pequeña caja envuelta en papel dorado sobre la mesa. —Para ellos— dijo, sin esperar respuesta. —¿En serio?— sonreí y el asintió Saha lo abrió primero. Dentro había dos pulseras. Una para ella. Una para Jaiden. Hechas a mano. Con sus nombres grabados. —Gracias— dije, bajito. Cail solo asintió. Neit no dijo nada. Pero sus ojos me buscaron. Y yo los esquivé. —Este es el mio— murmuró Neit a la altura de los pequeños. –Gracias— le respondí y Neit asintió. Era una muñeca hermosa y un carrito hecho a mano. —Son hermosos. Los niños soplaron las velas. La música seguía sonando, aunque más baja. Los niños reían, comían pastel, corrían entre serpentinas y globos. Yo los miraba desde el sofá, con Saha en mi regazo y Jaiden jugando cerca. Neit estaba apoyado en la pared, serio. Cail mirándonos. —Vamos a que los cachorros duerman. Y así seguimos nosotros ¿Que les parece?— dijo Julean con su bebé en brazos. —Es mejor, ya es tarde— intervino Dani Hasta que las puertas se abrieron. El sonido fue suave, pero cortante. Como si el aire se partiera en dos. –Suban— escuché como Cail me dijo rapido. Pero lo ignore Los niños se detuvieron. Las gemelas también. Revenna se giró, sin sorpresa. Julean se tensó. Entraron varios hombres. dos de ellos con sonrisas afiladas. Ojos rojos. Labios rojos. Piel pálida como la luna. Uno caminaba al frente, serio, cabello corto, brazos detrás de él como si fuera parte de una ceremonia. Y en medio… él. Alto. Traje oscuro. Mirada brillante. Con una pequeña barba que mostraba unos dientes blancos. Cajas y bolsas en sus manos. Cristopher. Cristopher: —Creo que se les olvidó invitar al padre… y a sus tíos. Pero acá estoy. Julean se colocó en medio, firme, como una muralla. Neit dio un paso. Cail también. Pero Julean levantó una mano. Julean: —No. No ahora. Cail: —No eres el papá. Cristopher se acercó rápido, como si el aire no lo tocara. Cristopher: —No juegues con alguien que siempre va a ganar. Neit avanzó, sin miedo. Neit: —¿Nos amenazas, Cristopher? Lucien caminó lento, como si disfrutara cada paso. Su voz fue suave, pero helada. Lucien: —¿Este es el par del que hablaste? Daniela se adelantó, sin temblar. Daniela: —Es hora de irse. Nadie los quiere aquí. Lucien sonrió. Se acercó a ella. Le tocó la cara con la yema de los dedos. Ella lo apartó de inmediato. Lucien:—Esos bebés son míos. Me necesitan. Sé buena… déjame verlos. Daniela lo abofeteó. El sonido fue seco. Lucien sonrió más. Lucien: —Lo siento. ¿Empezamos de nuevo? Dani se giró hacia Lucius, con los ojos encendidos. Dani: —A ti te espera una estaca en el pecho. Mejor ni me hables. Ni a mis hijos. Lucien alzó las manos, como si se rindiera. Lucien: —Como usted mande. Yo me senté. No podía sostenerme más. Saha me miraba. Jaiden también. Sus ojos eran grandes, llenos de preguntas que no podía responder. Saha: —¿Son para mí? Cristopher cambió. Su rostro serio se suavizó. Sus ojos se humedecieron apenas. Cristopher: —Sí. Saha corrió hacia él. Jaiden también. Los dos lo abrazaron sin miedo. Sin saber. Sin entender. Y yo los miré. Sin moverme. Sin respirar. Brandon:—Tenemos que hablar. Revenna:—¡No! no no no. Mejor lárgate de aquí. A ti nunca te importe y muchos menos mi hijo. Ahora lo único que quiero es que te mueras de una vez. –Es urgente. Las cosas no son como parecen. Reve por favor escúchame. Ese bebé es mi cachorro.. —Vete Brandon. Brandon:—No. Primero me vas a escuchar— La tomé por las caderas y la saque de la casa. mientras veía aún pequeño que me miraba serio. Sus anteojos cayeron al piso y el me pateo. —Baja a mamá. ¡Ya!— me grito mi cachorro, bajé con cuidado a mi pareja y me agaché a su altura. —Lo siento. Solo estaba jugando con ella como antes. ¿Tu quieres jugar conmigo?. —No. —Quiero a mamá bastante. Al igual que a ti. Solo quiero que me escuchen, y luego me iré. —¿Lo juras?— me dijo mi cachorro. —Lo juro. Revenna:Tome a mi hijo y subí las escaleras. Me giré y allí lo vi. Parado como un idiota. —¿No vas a subir?— El sonrió grande y nos siguió. Lucius:Eleve mis manos señalando a Brandon y luego a mi conejita con mis conejitos. —Viste. Así es que se habla no mandándome. Mujer. Dani:—Tu lo hiciste conmigo. Julean:—Aush— me burle Lucien:Me acerco y trato de hacer lo mismo que Brandon. Daniela:-Lo tomé de las orejas —No te creas muy listo murciélago. Mejor vete volando. Lucien:—¿Murciélago? Daniela:—Si. Neit:Me acerco a mi gordis y me siento a su lado. Sin importar lo que me diga. Ella suspira y vemos como Cail esta atrás al pendiente de Saha y Jaiden. Mis dos terremotos. —¿Que hago?— murmuré Neit:Le tomé la mano y vi como de inmediato Cristopher nos miró. Su mirada se puso oscura y sus mandíbula apretada. —Tu solo me das una orden y los saco. Sin importar qué tan fuerte sea el. Kathia:—No. Es la fiesta de mis niños. No la quiero arruinar.
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