—Sé que no es muy grande pero como vivía solo con mi abuela ella compró este departamento pequeño para dos o tres personas.
—Tranquilo no soy claustrofóbica —respondió ella.
—Ya veo —la ayuda a acomodar sus cosas. —Ahí está el teléfono fijo por si necesitas realizar alguna llamada —le señala a la pared que separa la cocina de la sala. —Y también hay internet por si te apetece ver películas o ver las r************* .
—Gracias creo que eso será suficiente por ahora —ella sonríe.
—Vale, mañana tengo examen así que intentaré estudiar un poco o volveré a reprobar como siempre.
—Yo podría ayudarte si lo deseas —propone, pero él no estaba seguro de quererse aprovechar de su buena fe.
—Gracias, pero por ahora lo haré yo solo, ya luego te aviso si necesito algo de ayuda que lo más probable sea que sí.
Mientras estudiaba recordó que necesitaba su calculadora para sacar unos ejercicios de física así que regresó al cuarto pero la puerta estaba un poco abierta así que se asomó e inesperadamente vio como Christina se sacaba la camisa y los jeans, pero le sorprendió tanto que sin querer empujó un poco la puerta y sonó un pequeño chillido.
—¡¿Qué haces ahí pervertido?! —cogió la sabana para cubrirse.
—Lo siento solo venía a buscar mi calculadora y… ¿Por qué te acercas tanto? —preguntó al ver como venía endemoniada hasta su posición.
—¿Es que nunca habías visto a una chica desnuda? —levantó una ceja y pretendía que le respondiera eso.
—Yo solo vine por mi calculadora…
—¿Quieres tocar? —se deja caer la sabana y Drake ve su cuerpo semi-desnudo.
—¿Hablas en serio? —traga saliva.
—Sabía que eras un pervertido —afirmó con cara de desprecio.
“Me engañó —se dice a sí mismo internamente”. —No hablaba en serio.
—Yo tampoco, recoge tu calculadora y ve a hacer tus deberes niño pervertido.
—S… si ahora mismo —tartamudea al decirlo.
Se sentía bastante apenado así que de inmediato recogió lo que necesitaba y se dirigió a la sala para poder terminar de estudiar. Ya era un poco tarde, le dio hambre y decidió hacer chocolate caliente y comer algunas galletas en lo que terminaba de estudiar, aunque en realidad no había avanzado mucho, pero lo poco que había captado lo entendía a la perfección y fue en ese justo momento donde escuchó la puerta y cuando se dio vuelta estaba ella ahí parada justo frente a él.
—¿Ha pasado algo? —le preguntó sorprendido de que estuviese despierta a esas horas. —yo ya te hacía más que dormida.
—He tenido problemas para dormir últimamente lo siento si te molesté —se cruza de brazos y dirige su mirada al cuaderno de Drake.
—No pasa nada, puedo servirte un poco de chocolate caliente si deseas hasta que recuperes el sueño —le propone y se coloca de pie para ir a la cocina.
—Eso estaría bien te lo agradezco —responde ella.
—Pues espero que te guste no sé si me quedó bastante bien, pero a mí me gusta así. —dijo cuándo le sirvió. Ella dio un pequeño sorbo y asintió con la cabeza.
—Está bastante bueno de hecho —parece que solo le gusta halagar a sus bebidas.
—Me alegro de que te guste, tengo que seguir estudiando ya no me falta mucho —se vuelve a sentar, pero ella todavía está ahí viéndole.
—Se nota que no hay mucho que entiendas yo podría ayudarte —dice de repente.
—Eso estaría bien, pero en realidad ya me estoy cansando y creo que voy a ir a dormir —estira los brazos y cierra el cuaderno.
—No puedo permitirte reprobar ese examen en mi presencia —dice con firmeza.
—Es inevitable —dice Drake como si fuese parte de su rutina cosa que es así.
—No es imposible, pero si no quieres, pues bien, lástima por ti a estas horas suelo quitarme la ropa para estar cómoda.
—De hecho, hay algunas cosas que no entiendo y me encantaría que me puedas ayudar —abre rápidamente el cuaderno cayendo en su trampa.
—Eres un pervertido —ella menea la cabeza con decepción. —pero por lo menos te vas a quedar así que espero que prestes atención, y para tu información no voy a desnudarme frente a ti, pero lograré que saques buena calificación en tu examen.
Luego de haber estudiado por cuarenta minutos comprendía más de lo que había comprendido estudiando solo, pero gracias a ella se sentía preparado para el examen después de tanto tiempo. Al llegar a la preparatoria el día siguiente se dirigió a la tienda que está justo al frente para comprar alguna bebida energética para soportar el sueño y fue de bastante ayuda. Presentó el examen más rápido que cualquiera estando seguro de haber respondido todo a la perfección.
—Aún no me creo que hayas sacado mejor calificación que yo —le dice Nate mientras observa los dos exámenes.
—De hecho, fue gracias a alguien que me ayudó a estudiar —sonreía como todo un idiota feliz por su calificación.
—¿La chica de la Tv? —interrogó él y quedó sorprendido.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó.
—Lo sé todo —se regocija de haber acertado como si hubiese adivinado. —aunque en realidad me sorprende, pero me alegra que hayas hecho una amiga.
—Sí, me alegra poder sentir esa sensación de amistad de nuevo con alguien que no seas tú —Drake sigue sonriendo y no puede sacarse a Christina de la cabeza.
—Sabes que me quieres —dice Nate.
—Lo mismo te digo —responde Drake.
—Es divertido ser amigo de el que todos creen que es un bravucón —él le devuelve el examen.
—Para ti, no para mí —lo recoge y lo guarda en la mochila.
—Las cosas mejorarán algún día —dice y arruga el suyo para metérselo en el bolsillo trasero del pantalón.
—Siempre eres tan optimista —se ríe.
—Siendo pesimista no lograré nada al igual que tú.
“Y lo dice el chico popular —se decía Drake”. —Gracias por tu consejo, ya debo irme a casa nos veremos luego a ver si quedamos para salir —se despide de él. —Va, me parece bien entonces nos vemos.
Camino a casa recordó que necesitaba comprar algunas cosas para la cena así que me dirigió a una tienda a la que suele ir para comprar comestibles, no sabe qué cosas le gustan a Christina así que tendría que confiar en su intuición. O preguntarle directamente, considerando que ella tal parecía frecuentar el mismo lugar.
—No pensé que fuese a encontrarte aquí —escuchó tranquilamente mientras escogía verduras.
—¿Christina? ¿Qué haces aquí? —dijo con los rábanos en las manos. —pensé que aún estarías en clases.
—Nos sacaron antes ya que fue una clase rápida, por lo que veo estás comprando comida, vine a hacer lo mismo para no causarte más gastos —llevaba un carrito de compras con algunas cosas que ya había escogido.
—No es necesario no te preocupes —le dice y sonríe.
—No quiero ser una carga, además tengo un buen sueldo y podría ayudarte con la comida, aunque te niegues voy a comprar igual —difícilmente se negaría, seguramente lo tragaría a insultos si lo hace.
—Pues supongo que nada de lo que diga te hará cambiar de opinión así que está bien, aun así, hay cosas que compraré con mi propio dinero —y pues claro, ya había escogido muchas cosas como para devolverlas.
—Está bien entonces, y que coste que tu cargarás las bolsas.
Al llegar al departamento.
—¡No jodas! —exclama Drake. —¡Estoy exhausto no pensé que fueses a comprar tantas cosas, no siento los brazos y las manos! —se queja luego de poner todas las cosas en el suelo.
—Vas a tener que realizar más ejercicio, eres muy débil así ninguna chica querrá estar contigo —le sermonea Christina.
—Esto es tortura, son como seis bolsas llenas de productos, con esto puedes sobrevivir un apocalipsis —le bromea mientras se seca el sudor de la frente.
—No exageres y acomoda las bolsas en la cocina para así poder hacer la cena, tendré que hacerla yo porque tus brazos no darán ni para rellenar un pan con mantequilla —lo subestima solo porque su actividad física es mayor que la de Drake.
—Eso dolió más que haber cargado las bolsas hasta aquí, pudimos haber pedido un taxi —ahora que lo pensaba sabía que se podían permitir pagar un taxi.
—Debemos economizar —responde Christina.
“Y lo dice la chica con buen sueldo, seguro solo me quería hacer sufrir —se decía Drake internamente”. —Yo lo pude haber pagado —le dice.
—Necesitas salir a caminar más, lo hice más que todo por eso.
—Creo que me voy a dormir ya ni hambre tengo —se levantó del piso y luego de tronarse la espalda se lanza en el mueble.
—Pues te llamaré cuando la cena esté lista —Christina acomodaba algunos de los productos en la alacena.
—Te lo agradezco, si ves que no respondo llama a una ambulancia.
Pensaba que después de todo su vida seguiría siendo tranquila, que no llegaría nada que le sacase de esta vida tan común y corriente. Pero llegaría un punto donde sus decisiones determinarían si seguiría el sendero de la vida o moriría en el intento, no se imaginaba lo que se vendría y nunca hubiese podido hacerlo.