Cuando las puertas del ascensor se abren Arnold la invita a pasar primero. Graciela lo mira seria y sube a la caja de metal caminando hasta la esquina de atrás de la misma. Arnold entró detrás, pasó su tarjeta de residente y este cierra las puertas en el acto. El ambiente de torno un poco tenso para Graciela, Arnold se notaba tranquilo, aunque por dentro solo quería empotrarla allí mismo. Estaba dando catedra de tener control sobre sus deseos. Las puertas del ascensor se abrieron en el décimo piso. Arnold salió primero dándole espacio para que saliera y se pusiera cómoda.
—Por favor ponte cómoda —dice de forma amable—. Deseas algo de tomar, no sé, un vino, un whisky, no sé lo que quieres. —dice un tanto mortificado. Es la primera vez que lleva a su departamento a una mujer. Por lo general iba a moteles de paso o hoteles de lujo, todo dependía de la mujer con la que se metía. En la casa de su hermano pasó algunas noches retozando en su habitación con algunas de las niñeras de su sobrino, pero ninguna le había causado lo que ella. Pensó que Marianela era la ideal, pero sabía que estaba enamorada de su hermano y Dimitri, aunque no lo veía estaba loco por ella.
—Con un vaso de agua estaré bien. – dice Graciela igual de nerviosa.
Hacía mucho que no estaba a solas con un hombre. Arnold fue a la cocina a buscar dos vasos de agua. Sentía su garganta seca. Le entrega el vaso a Graciela y se sienta en la butaca del lado.
—Y bien, ¿De dónde se conocen? —pregunta Arnold para romper el silencio. Tiene muchas preguntas que hacerle.
—Eso no es de tu incumbencia —escupe Graciela. Arnold toma un sorbo del agua y sonríe.
—Es mi problema desde el momento en que te tuve que sacar del Galaxy. Derian no se quedará así, buscará que le explique el porque te estaba besando. —dice Arnold, recordándole a Graciela ese beso. Un escalofrío recorrió su cuerpo, ese beso la hizo bajar sus defensas.
—No tienes que explicarle nada a ese idiota. —dice levantando su rostro con autosuficiencia— Soy soltera y no tengo que dar explicaciones de lo que hago.
—Eso no me pareció cuando te tomó del brazo. —dice Arnold interesado en conocer la verdad, es lo menos que se merece.
—Mejor me voy, creo que puedo esperar al mensajero afuera. —dice Graciela huyendo a su interrogatorio.
Arnold sonríe al verla nerviosa, Graciela pone el vaso sobre la mesa de centro del departamento y se levanta.
—Yo, tu, no hago eso, Derian puede aparecer y bueno… Allá tú. – miente nadie sabía de ese departamento. El rostro de Graciela cambia de colores. No está preparada para decirle a Derian que no aborto, que su hijo nació. Esta vuelve a sentarse en el mismo lugar.
—Bien ganaste, pero no quiero que me estés interrogando. —dice un poco nerviosa.
—Es lo menos que me merezco, acabo de romperle la cara mi mejor amigo. ¿Cómo crees que voy a enfrentarlo sin ninguna justificación? —pregunta Arnold levantándose de su asiento. Fue directo al mini bar para servirse un whisky. El agua no ayudaba para nada a su garganta. Cada vez su sed era más fuerte. Tomó el líquido ambarino de un golpe, necesita ese picor caliente correr por su tráquea.
—Solo dile que me viste indefensa y me defendiste, en fin, eso fue lo que paso. —dice Graciela ganando la mirada incisiva de Arnold.
— ¿Y el beso? —pregunta interesado en conocer que piensa ella de ese momento donde se sintió más vivo que nunca. Sus labios encajaron de la manera más sublime que existía.
—Fue solo eso, un beso, solo fue el calor del momento. No es para tanto, dime que nunca has besado a nadie por la emoción de un baile. —Arnold no podía creer lo que escuchaba. Para él fue especial. Ese beso fue como ninguno otro en su vida.
— ¿Eso es lo que piensas? —pregunta acercándose a ella. La que ve ponerse tensa por su cercanía. Eso le agrada, le da motivos para seguir adelante—. ¿Estás segura de que fue solo eso?
La acorrala entre el sillón y sus brazos. Graciela traga profundo, debía admitir que Arnold era un hombre muy apuesto e imponente. Sus facciones de nene malo lo hacían ver interesante, pero jamás aceptaría que el beso la llevo a la gloria. Eso nunca, ante todo está su orgullo y ella juró nunca volver a caer en el juego de los hombres como él. Graciela se echa para atrás hasta chocar con el espaldar del sillón donde estaba sentada. Cerro los ojos ante lo inevitable, él la va a besar, ella está totalmente indefensa. Siente su respiración sobre sus labios, se prepara para volver a saborearlos cuando en ese momento se escucha el timbre.
—El mensajero – dice empujándolo, haciéndolo tambalear, Arnold cae al suelo y ella aprovecha para salir corriendo—. Gracias por todo Señor Stone. Espero no tener que volverlo a ver nunca más. Aprieta el botón del ascensor y entra rápido que se abren las puertas.
Arnold la ve irse diciéndole adiós desde el ascensor y solo ríe fuerte. Esa mujer lo va a volver loco.
—Eso se cree usted señorita Becker, me encargaré de que sean muchas más las veces que nos encontremos. —dice levantándose del suelo donde había caído. Se quito la ropa y fue directo a la ducha, necesitara un buen baño con agua fría.
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Graciela respiró en el ascensor, ese hombre acabaría con sus nervios si se quedaba un segundo más en su cueva. Debía poner distancia, su presencia la pone nerviosa y hasta le gusta la sensación de tenerlo cerca. Eso no puede ser. Eso jamás pasará, ella nunca cederá ante un hombre como él. El mensajero la vio y le entrega su bolso con todo lo que necesitaba, estaba su celular y su dinero. Perfecto, llama a la agencia de taxis para que uno la fuera a buscar.
Llegó a su casa y tiro su bolso en el sillón del recibidor, quita los zapatos para ir a su habitación si hacer ruido, apenas son la una de la madrugada, pero su madre se quedaba dormida temprano. Entra a su habitación viendo a su bebe dormir plácidamente, busca su pijama y fue directo al baño. Se mira en el espejo, ve sus labios y cierra sus ojos. ¿Por qué no había podido quitarse la sensación de ese beso? ¿Por qué Arnold Stone le provoca esas emociones fuertes? Niega ante el espejo, no le daría mente a eso, solo es el hace tiempo que nadie la besaba, es eso, solo eso, se dice una y otra vez para convencerse. Ahora debía encargarse de otro asunto más complicado, Derian. Este no debe enterarse por ningún motivo que existe Dominic.
Se fue a la cama debía dormir, al día siguiente serio día de compartir con su hijo. Esta vez no habría salida al parque como cada sábado, debía ser precavida.
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Arnold paso un fin de semana muy fuerte, el sábado lo paso con su sobrino, trató de subirle el ánimo, pero estaba cerrado a ceder, luego el domingo cuando llegó Dimitri casado con Nela no fue mejor, la desaparición del niño, las confesiones de Eva y su cómplice hicieron estragos en ambos, nunca pensaron que la loca de Barbara había matado a sus padres. Eso los devasto, pero él no podía rendirse, debía hacerse cargo el proceso judicial además de la empresa, su hermano le pidió ayuda y no se la iba a negar.
Graciela por su parte paso un fin de semana tranquilo, no salió para prevenir que Derian estuviera merodeando. El lunes se levantó con energías nuevas, había dejado el beso y el baile atrás, volvía a ser la contable de la compañía Stone y eso no cambiara.
Sale del ascensor con su vaso de café que compró por el camino.
—Niña, ¿cómo te fue con el papasito Stone? —pregunta Desirée y Graciela blanquea los ojos.
—Normal, nada en realidad, solo me sacó de allí. —dice seria. No quería pensar en ese día.
—Anda, no seas malita, cuenta, ¿Cómo besa? De seguro como algún dios griego por que se ve que esta como me lo receto el doctor. —dice en forma jocosa la secretaria de Peter Gardener.
—No digas esas cosas que te pueden escuchar —dice Graciela silenciando a la mujer.
—Pero es verdad —dice encogiéndose de hombros.
—Voy a estar en mi oficina, cualquier recado me dejas saber. —dice Graciela ignorando lo último.
—Gardener te necesita en la reunión que tendrá en dos horas. —dice Desirée en su rol de secretaria.
—Bien, me das una llamada antes, sabes que me envuelvo y se me pasan las horas. —Desirée asiente, en otro momento le hubiera reprochado que no era su secretaria, pero según vio, le convenia ser amiga de Graciela, podía lograr escalar en la compañía.