“Hermosa mañana de día viernes, la primavera esta a pleno en Tres Soles, y se pronostica un fin de semana inmejorable” – sonaba el radio-despertador -.
- ¡Cody, baja a desayunar ahora o llegaras tarde al colegio! –gritó papá.
Los hombres nunca entienden que una mujer no puede salir a la calle sin arreglarse, y mas en mi caso que tengo una reputación que mantener, porque aunque la naturaleza me halla favorecido con un cuerpo casi perfecto, ojos miel y cabellos castaños claros, tengo que complementar todo eso con el atuendo, el peinado y el maquillaje, y eso lleva tiempo.
Desayuné a las apuradas como siempre, y justo cuando estaba por escaparme, me vio.
- ¿A donde crees que vas a ir vestida así? - mi padre no entiende que las mini faldas son lo último en la moda – Vas a la escuela no a un… ya subes a cambiarte.
Estaba mas que claro que no se le podía decir que no a una orden directa de un general, entonces me puse unos jeans, y un top que deja ver el ombligo, pero como estaba debajo de la chaqueta, papá no lo notó, es que en primavera se debe mostrar un poco de piel.
Las primeras clases transcurrieron como siempre: aburridas de la muerte.
Como no podía ser de otra forma, tenia al novio mas guapo, mas sexy, mas valiente, fuerte, de todo el lugar, Lucas Cruz, es el hombre mas encantador del mundo, y es mío. El único problema que tenemos es que es un oficial de mi padre, y les prohibió terminantemente a todos sus soldados que se involucren conmigo; y no es que Lucas fuera un insubordinado, si no que, si es difícil decirle que no al general, decirme que no a mi, con tacones y un mini vestido, era casi imposible.
Nuestra relación era bastante clandestina, el trataba de quedar para vigilar los lugares en los que yo estaba, como el colegio por ejemplo, para que pudiéramos tener encuentros cercanos en el armario del gimnasio.
- Esta noche es la fiesta en la casa de Maxi, ¿vamos? – nunca pude llevarlo a una fiesta, pero perdía nada con intentarlo de nuevo.
- No puedo bebe, tengo que vigilar el portón principal. La próxima voy seguro - dijo Luc, con esos ojitos tan dulces.
- Siempre lo mismo, ¿no puedes conseguir alguien que te cubra? Al final nunca tienes tiempo para mí.
- Ya le debo favores a todos mis compañeros, y esta noche es el cumpleaños de la hija de Marc, así que lo voy a cubrir, el siempre me cubre para que nos veamos.
- ¡Es inaceptable!, todas mis amigas van a ir con sus novios, y yo, la chica más popular del colegio voy sola. ¿Sabes lo que eso le hace a mi reputación? No me dejas otra opción que conseguirme otro novio que si se quiera mostrar en público conmigo - se lo dije en el tono que los niños pequeños usan para conseguir lo que quieren de sus padres, haciendo pucheros y todo.
Lucas me tomó de la cintura y me acercó a él, diciéndome al oído: - Si te buscas otro vamos a tener serios problemas porque si ya no le gusto a tu padre por ser mayor y un soldado, imagínate si me vuelvo un asesino – su voz es tan sexy que me derretía. Lo que siguió a continuación fue muy intimo y maravilloso, por eso no dejo detalles.
Esa noche papá tenía guardia en el cuartel, y yo tenía que quedarme en casa con mi hermano y Sofía, la niñera, pero era la fiesta en casa de Maxi, y tenia que ir, obviamente estaba en un dilema: obedecer a mi padre o festejar con mis amigos. Difícil decisión. Después de mucho pensar, bueno después de sobornar a mi hermano para que me cubra, me preparé y me fui, con todas las ganas de pasarlo lo mejor posible, sin siquiera sospechar de lo que pasaría luego.
La fiesta como siempre estaba genial, la mejor música, las mejores personas que conozco, alcohol… en fin pura diversión.
Tengo que confesar que estaba a punto de portarme mal, cuando escuché el primer grito. Ian, mi ex y yo, estábamos en un cuarto, como se diría, histeriqueando un poco, no iba a llegar muy lejos con él, tengo novio, pero estar en una fiesta sola, es un poco triste y aburrido. Quizás hubo uno que otro beso, pero inocentes.
El asunto es que escuchamos el primer grito, pero pensamos que no era nada, en una fiesta siempre hay alguien que grita, y además en Tres Soles nunca pasaba nada malo, ni siquiera accidentes de tránsito.
Los gritos siguieron y pensamos que la fiesta estaría muy buena abajo, por lo que decidimos bajar y participar. Grave error.
Al pararnos al final de la escalera, vimos que algunos chicos estaban en el piso, otros corrían y otros se los comían, eso mismo, estaban masticándolos. Había sangre por todos lados, los gritos ya habían disminuido y se perdían con la música a todo volumen, el DJ estaba siendo devorado por una de mis mejores amigas, Paty.
Sentí como si me hubiera congelado, mis pesadillas se hacían realidad, todo lo que yo estaba intentando olvidar ocurría frente a mis ojos, otra vez. Y entonces nos vieron y vinieron por nosotros, Ian me tomó de la mano y me arrastró con él por el pasillo, yo no reaccionaba, y ellos venían por nosotros, estaba a unos pocos metros de un grupo de caníbales que me veían como su bocadillo de media noche y yo seguía en shock. Ian me metió en un cuarto y comenzó a abrir la ventana, ellos intentaban voltear la puerta, y yo nada. Ian me gritaba para que saliéramos y yo no podía moverme, entonces él hizo lo más inteligente y se tiró por la ventana, y la puerta se abrió, y Paty, Maxi, y otros de mis compañeros del colegio, ahora convertidos en zombis entraron, ahí reaccioné, mejor tarde que nunca, y cuando estaban a punto de tomarme, llegué a la ventana y me tiré, la caída fue dolorosa, pero no tanto como la de Ian, dos de sus compañeros de equipo estaban devorándolo. Cuando se dieron cuenta de mi presencia, comenzaron a acercarse, y yo quería correr, pero me dolía todo, a duras penas me paré, solo para notar que estaba rodeada, cuando estaba por comenzar a rezar, escuché los disparos y mis compañeros-zombis se desplomaron a mis pies. Volteé y ví el auto de mi padre, con mi hermano sano y salvo.
No puedo explicar el alivio y la felicidad que sentí al verlos, quería abrazarlos, besarlos, saltar de la alegría a su lado, pero no teníamos tiempo, los zombis venían por nosotros. Me subí al auto y papá condujo a toda velocidad sin mirar a nada ni nadie, la ciudad era un caos, nuestra burbuja había sido invadida, y los monstruos de los que nos refugiábamos dentro de ella nos estaban atacando.
No recuerdo por que camino tomó papá, pero llegamos a las afueras de la ciudad, al campo, y entramos en lo que parecía a simple vista una casilla; papá descubrió un tablero de comando e ingresó una clave, con lo que el piso se levanto, bajamos unos metros y llegamos a un bunker, totalmente equipado.
Cerramos la puerta y nos abrazamos fuerte, como la primera vez que vivimos un día final.