Capítulo 1 "El negativo definitivo"
Camino de un lado a otro frente al lavamanos, donde descansa la prueba y los nervios se apoderan una vez más de mí. Aunque los minutos pasan demasiado lento, ¿Qué son solo unos segundos más de espera?
Llevo casi un año en espera de esas dos benditas rayas, esas que van a cambiar mi vida por completo y me volverán la mujer más afortunada que puede existir. A vista de otras personas esto puede parecer de lo más tonto, ¿Qué puede tener de especial algo tan simple como ser madre?. Son las preguntas que lleva haciéndome mi hermana desde que se metió en mi mente que quiero ser madre, al igual que mi esposo no deja de repetirme que me debo de olvidar un poco de ese tema. La relación con Rogelio siempre fue un tanto insípida, con el tiempo me convencí de que no es falta de amor hacia mí, sino que es su manera de ser con todo el mundo. Sin embargo, las cosas entre nosotros se pusieron intensas cuando comencé a buscar el embarazo, nos casamos hace poco más de un año y a los meses se metió en mi mente de que es hora de buscar nuestra propia familia.
Hablé con mi médico de confianza y empezamos los estudios para ver que todo estuviera en un buen estado para que nuestro hijo nazca en perfectas condiciones. No hubo problemas de mi parte en los estudios y Rogelio siempre está demasiado ocupado en el trabajo para visitar al médico y cumplir con los exámenes de rutina.
Aun así, el médico me explicó que los primeros meses hasta el año es completamente normal, que no conseguir un embarazo puede ser causa de la ansiedad por querer ser padres y que puede demorarse más de lo pensado.
Solamente que a estas alturas me comienza a preocupar que tengamos algún tipo de problema como pareja, porque siempre que mi periodo se atrasa, aunque sea un día siento la emoción de creer que podría ser mi momento y luego me llega mi periodo. Como un fuerte golpe de realidad que me derrumba y demuestra nuevamente que no lo logré. Doy vuelta la prueba con las manos temblorosas, mi boca se queda seca y mi corazón se oprime. Ruedan lágrimas por mis mejillas, una vez más la decepción de ver una sola raya en la prueba me destroza.
Salgo del baño para encontrarme a Rogelio acostado sobre la cama, está viendo un partido en la televisión y ni siquiera me mira. No me dedica ni una mirada de curiosidad, lo que me lleva a suponer que ya está cansado de un poco más de lo mismo y lo entiendo.
No debe ser fácil para un esposo saber que está con una mujer incapaz de darle dependencia, de hacerlo padre como la mayor parte de los hombres a lo largo de su vida sueñan y no entiendo por qué no soy capaz de lograrlo, cuando el médico me asegura de que todo se encuentra bien conmigo.
—Otro negativo —suelto de sopetón logrando que me observe por un momento.
—Deja de estar obsesionada con esa idea de que tengamos un hijo, de verdad que ya me tiene cansado discutir este tema todos los días y mucho más cuando llego a casa agotado de trabajar —se queja en un tono de voz brusco.
—¡Si tan solo te hicieras las pruebas que el doctor recomendó! —respondo con un nudo en la garganta.
Me cuesta pasar la saliva, tan solo hago lo único que puedo hacer en esa situación, sigo sus movimientos con la mirada y lo veo levantarse de la cama en suspiros.
—¡Estoy agotado de lo mismo Didiane! —gruñe parado frente a mí y me toma de ambos brazos— ¡No sé que más hacer para que te des cuenta de que no quiero un hijo contigo y que no vamos a tener un hijo!
Sus palabras me rompen el corazón, me duele con la fuerza que me está tomando, pero de mi boca no sale ni una sola palabra y es que nunca esperé que fuera a dirigirse a mí de esa manera. Es la primera vez que Rogelio me habla de ese modo, que me toma con fuerza y que me dice que no quiere que formemos una familia.
—Te diré esto solo una vez para que te quede en claro, me hice una vasectomía antes de casarnos y fue justo para que no tengamos un hijo ¡No quiero un hijo corriendo por la casa y que no me deje tranquilo después de un día cansado! —me grita y me lanza sobre la cama— Saldré a despejarme y no me esperes para cenar.
Mi voz desapareció quizá a causa del shock de sus palabras, ¿Una vasectomía antes del matrimonio? Y yo, que pensaba que conocía al hombre con el cual me había casado, pensaba que sabía quién era el hombre al que le dije "Sí, acepto". Nunca lo conocí en realidad, siempre que hablábamos de planes tan simples como formar una familia, él se mostraba dispuesto y en reiteradas ocasiones lo escuché hablar de como sería nuestro hijo.
No logro comprender que fue lo que cambió, si incluso fui capaz de perdonar sus errores en más de una ocasión y luego de descubrir que no fue sincero del todo conmigo, decidí casarme con él de cualquier manera. Fui al refrigerador, saqué un gran pote de helado y después de colocarme el pijama me acosté a desahogar mis penas.
Tomé mi celular porque si con alguien podía hablar al respecto de esto era mi hermana, la única que podría darme su apoyo. Quisiera que fuera mi madre, o alguna de mis tantas amigas, pero la verdad es que todos se alejaron de mí cuando me casé con Rogelio. Mi madre me lo advirtió en reiteradas ocasiones, que él no era el tipo de hombre para mí y que ella no me apoyaría en algo que iba a arruinar mi vida a final de cuentas.
No quise creer en sus palabras, las palabras de una madre, sabía que habla desde su voz, de la experiencia. Ahora solo me queda el arrepentimiento, no porque no ame a Rogelio, todo lo contrario lo amo como nunca creí poder amar a un hombre.
Simplemente, me siento vulnerable, como una niña inocente al ser engañada por alguien y no un alguien cualquiera. Ni siquiera me puedo poner a pensar en estos momentos si seré capaz de perdonarlo, si podré olvidarme de que me ocultó algo de tal importancia.
Le marco a mi hermana, el celular suena varias veces y cuando al fin responde escucho un insípido saludo. Otra muestra de que ni siquiera está interesada en saber con qué tontería saldré esta vez.
—Hola, bueno, supongo que me llamas una vez más para que sea tu desahogo —suelta un largo suspiro— ¿Otro negativo?
—No es solo otro negativo —digo de inmediato sin siquiera saludar— Es el negativo definitivo, me confesó que se hizo una vasectomía antes del casamiento, sé que no vas a entender el cómo me siento y es que tú llevaste embarazos felices.
Necesito hablar al respecto con alguien, incluso aunque no vaya a entenderlo, alguien que al menos se tome la molestia de escucharme, aunque no vaya a darme el apoyo que necesito.
—¿¡De que hablas!? Eso es imposible, de verdad que él no puede haber hecho algo como eso —se queja con fastidio.
Es la primera vez desde que empece mi relación con Rogelio que la escucho verdaderamente molesta, que le importa en realidad algo que mi esposo haya hecho.
—Es decir —aclara su voz ya un poco más tranquila— No te puede haber arrebatado tu ilusión de ser madre, sé que yo tengo a mis hijos y un matrimonio tranquila, pero eso no quiere decir que no quiera lo mismo para ti hermana.
—Pensaba que no ibas a entenderlo, siempre suena como si creyeras que eso no es importante —me sincero.
—No es que crea que no es importante, sino que no quería que te obsesiones con el tema y que al final terminaras sufriendo por ello, justo como ahora lo haces —dice en un tono cálido.
En esos momentos, cuando estoy a punto de separar mis labios para darle una respuesta, escucho el timbre sonar, frunzo el ceño y miro el reloj sobre la mesa de noche. Es tan tarde que para ser sincera no espero a nadie, considero por un momento que sea Rogelio que haya olvidado su llave y luego recuerdo haberlo visto tomarla del living.
—Están llamando a la puerta, voy a llamarte más tarde —suelto un suspiro audible mientras me coloco los zapatos de estar en la casa.
—Está bien, prométeme que no vas a darle más vueltas al asunto ¿Si? —responde en un tono apresurado.
—Claro que si mi capitana —digo en tono militar y suelto una leve risa.
Tras cortar la llamada suelto el aire que de manera inconsciente sostengo, me acerco a la puerta y al ver por la mirilla no veo nada. Dudo de si debo abrir, pero algo dentro de mí me incita a hacerlo.