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El deseo de amar de Samantha

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de amigos a amantes
atreverse a amar y a odiar
heredero/heredera
drama
bxg
Oficina/lugar de trabajo
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mentiras
spiritual
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Descripción

Samantha Normat, una adolescente que se enamoro de su hermnao de crianza. Y por mas que lucho contra eso por ser quien era. Prefirio amarlo en silencio Aunque muchas veces creia que él tambien la amaba. Su infancia los llevo a compenetrarse de alguna manera pero jamas imaginaron que ese amor en silencio los llevaria a odiarse como nunca antes lo habian imaginado. Los años fueron un pasaporte a olvidar, eso creian pero al volverse a encontrar sus recuerdos renacieron pero el odio los mantenia alejados. Ella no queria volver a sentir aquello tan hermoso que le regalo aquella noche. Juan Andrade solo queria que lo perdonara nunca quiso lastimarla pero las circuntancias lo llevaron a alejarse de ella. Esta vez solo queria encontar la verdad de lo que estab pasando desde hacia muchos años. El hombre al que admiro y considero como un padre le habia destruido la vida y solo queria que Samantha confiara en él esta vez y asi descubrir los secretos que escondia su propia familia. Pero ella ¿podria olvidar las traiciones del pasado de aquella noche en el estanque y el deseo que seguian sintiendo el uno por otro? No pudo ovidarlo, a pesar de haber encontrado en el Teniente Sebastian Garcia ese amor que tanto le habia negado la vida y el deseaba darselo a cualquier costo sin importar las consecuencias. Amarlo no era dificil. Era imposible por los recuerdos no la dejaban continuar con su vida tranquilamente.

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Capítulo 1
Samantha salio muy temprano en la mañana a cabalgar, era uno de esos días en los que la cama no era su mayor fuerte, necesita escapar de tanto encierro. Fue a los establos del rancho y monto a su yegua preferida >. Luego que estuvieron cabalgando gran rato puso su yegua, al paso y le dio unas palmaditas en el cuello, chorreante de sudor. Tenia la respiración tan acelerada como el animal: la carrera por las praderas habia sido muy estimulante. Una suave brisa agitaba las ramas de los arboles que bordeaban la valla, haciendo tolerante aquella tarde de Julio. Se echo la melena negra para atrás y miró con los ojos entrecerrados el ardiente sol de la alta llanura del Arauca. -Supongo que ya era hora de volver a casa - murmuró, recia, mientras enfilaba su montura hacia la puerta del extremo mas alejado del potrero. Desviando la mirada hacia el este, descubrió una figura alta de hombros anchos al lado de la puerta. Estaba reparando la valla. Penso distraidamente que seria un peón contratado. Uno mas. Detuvo la yegua a varios metros del hombre y espero a la sombra del manzano. Como no podía atravesar la puerta hasta que el peón no terminara de arreglar la cerca, se dedico a observarlo sin desmontar. Solo llevaba unos tejanos polvorientos. La camisa la habia colgado de un poste y los musculo de su espalda, bronceada y brillante de sudor, se tensaba como el cable de acero que estaba reparando. Mientras admiraba el juego de sus musculosa y tendones, Samantha se pregunto donde lo habría encontrado su padre. Tenia el pelo oscuro y humeo de sudor. La tela gastada de sus tejanos ceña unas caderas estrechas y unas piernas musculosas. De repente se volcó, como si hubiera percibido su mirada. Protegiéndose los ojos del sol, miro en direccion a ella... y se puso visiblemente tenso. -¿Samantha? A ella le dio un vuelco en el estomago. Era Juan. Obligo a su montura a avanzar y se detuvo un par de pasos. -No...no sabia que habías vuelto al rancho,- dijo ruborizándose. Una sonrisa ilumino el rostro de Juan. Enjuagándose el sudor de la frente, estiro los doloridos músculos de la espalda. -El hijo prodigo ha vuelto, por así decirlo. -Por así decirlo -murmuro ella con un nudo en la garganta mientras contemplaba sus ojos gris acero. Los mismos ojos que habia visto durante la mayor parte de su vida. Solo que ahora parecían increiblemente eróticos, a la vez que aquellos músculos duros y nervudos añadían a su intensa masculinidad una especie de sensualidad viril que no habia advertido antes. Para ella siempre habia sido Juan, prácticamente un hermano. -Creía que tenias trabajo en Caracas. -Y lo tengo -él se apoyo en el poste, sonriendo con expresión cínica-. Pero me entraron ganas de pasar el resto del verano en el rancho antes de volver a ese mundo de traje y corbata y martinis a mediodia. -Así que...¿te quedas? -ella se pregunto por qué el corazón le latía tan rápido. -Hasta septiembre -él se volvió hacia el rancho y paseo la mirada por los edificios encalados que salpicaban las hectáreas de pasto, con las oscuras colinas como telón de fondo -. Pero creo que echare de menos este lugar. -Y nosotros te echaremos de menos a ti - repuso Samantha con voz ronca. Juan alzó la cabeza y se quedo mirándola. -Lo dudo. Al fin y al cabo, tampoco he pasado tanto tiempo aquí. -Normal. Tenías que irte para estudiar para político. -Abogado -la corrigió él. Samantha se encogió de hombros. -No es eso lo que yo he oído. Papá ya te está planificando un futuro en el mundo de la política - ladeó la cabeza sonriendo -. ¿Sabes? No me sorprendería que llegaras a senador o algo parecido. -¡Eso ni lo sueñes! -Juan soltó una hueca, amarga carcajada. La mirada de sus ojos grises se torno fria. -. Tu viejo siempre esta planeando cosas para mi, Samantha. Pero esta vez ha ido demasiado lejos -se agacho para recoger una botella de cerveza escondida entre la hierba. -Pero tu padre... -Era senador por Carabobo y ahora resulta que, según la prensa, el viejo no era tan inocente como creían sus votantes - frunció el ceño, maldijo entre dientes y golpeo el poste con la punta de la bota-. Pero eso tú ya lo sabias - alzo la botella y bebió un largo trago antes de dejarla en su sitio. Maldiciendo entre dientes, se paso una mano por el pelo con gesto frustrado -. Ultima-mente, eso de desenterrar cadáveres de políticos se ha convertido en un pasatiempo muy popular, ¿no te parece? Samantha no supo que decir, así que desvió la vista e intento no fijarse en los reflejos que el sol de la tarde arrancaba al pelo castaño de Juan. Ni en la tension de los abdominales de éste mientras se inclinaba para echar otra palada de tierra alrededor del poste. -De cualquier forma, no tengo por que preocuparme por eso. Lo hecho, hecho está y no tiene arreglo, ¿verdad? -Verdad. Juan volvió alzar la mirada hacia ella y Samantha, a su vez, no pudo evitar fijarla en su boca. Vio que sus labios se curvaban ligeramente al advertir la intensidad de su expresión. -¿Todavía sigues con ese chico, David no sé que? -David Crandall. Ya no. -¿Por que? Samantha se encogió de hombros, y se movió incomoda en la silla de montar. Por primera vez desde que tenia memoria, no le gusto que Juan curioseara en su vida privada. -No lo sé. No funciono y ya esta. Vio que él apretaba la mandíbula. -¿Quieres hablar de ello? -La verdad es que no. -Antes solías contarme todo lo que te pasaba por la cabeza. -Sí, pero entonces era una cría. -¿Y ahora? - la miró de arriba abajo. -Ahora tengo diecisiete años -se echo hacia atrás la melena negra y se irguió en su silla, sacando pecho. -Oh, ya veo- Juan fruncido el ceño -. Ya eres muy mayor... -Igual de mayor cuando tú tenias mi edad -arqueo una ceja con gesto desdeñoso, con la intensión de presentar un aspecto mas...sofisticado. La camiseta y los tejanos cortos, la melena revuelta y el rostro limpio de maquillaje no la ayudaban demasiado. Probablemente, a él le parecía casi la misma cría de nueve años atrás. - Diecisiete. Hace tanto tiempo que casi ni me acuerdo. -Yo sí. Era la edad que tenias cuando llegaste al rancho. -¿Te acuerdas de todo eso? -Es normal. Ya tenia nueve años y tengo buena memoria. Me acuerdo de que pensé que eras un ... Creo que hoy lo llamaran un >. Juan sacudo la cabeza. -Un gamberro rebelde. -Y recuerdo también que me impresiono tu absoluta falta de respeto por todo. -Antonio era una excepción. -Papá tenia, y sigue teniendo, un carácter de lo mas autoritario. Por eso te consideraba yo tan... valiente - se echo a reír, con lo que parte de la tension se disolvio de pronto-. Y ahora eres un adulto de veinticinco años. -Supongo que si - apoyado en el poste, se cruzo de brazos. Ya no sonreía-. Y supongo también que ya va siendo hora de dejar de aprovecharme de tu padre y emanciparme de una vez. -¡Tú nunca te has aprovechado de mi padre! - la indignación coloreo las mejillas de Samantha -. Quizás haya quien no lo sepa, pero yo si. -Él me acogió en su casa y ... -Y tú trabajaste duro, en este rancho. Gratis, ¡Como estas haciendo ahora mismo! En cuanto a tu educación, tenias un fondo de tus padres. ¡ No viniste aquí precisamente como un pobre huérfano! Juan se echo a reír. -Vaya carácter... -No me estoy inventando nada - ella sonrió y volvo a ruborizarse bajo su insistente mirada. La valida familiaridad que habia existido entre ellos unos segundos antes se habia evaporado. -Nunca dejaras de sorprenderme, San - le dijo Juan, usando el diminutivo con que antaño solía llamarla. Su voz era apenas un murmullo mientras sus ojos se enlazaban íntimamente con los de ella. Un semental relincho a lo lejos y Manti resopló, quebrando así el silencio. Juan sacudió enérgicamente la cabeza como ahuyentando un indeseable pensamiento. - Recuerdame que te contrate cuando tenga problemas para convencer al jurado en cualquier juicio dificil -bromeo. Recogió su camisa y su pala y las llevo al todoterreno aparcado al otro lado de la puerta. -Dudo que pueda impresionar a nadie. -No estaría tan seguro. Se rascó la mandíbula sombreada por la barba, pensativo. Deslizo su mirada por las bronceadas piernas antes de detenerse en la cintura y los senos, para finalmente alcanzar los ojos. Samantha se sintió como si acabara de desnudarla, y se ruborizo todavia mas. -Sinceramente, no lo sé -repitió él. De alguna manera, ella comprendió que no se estaba refiriendo a aquel hipotético jurado, y el corazón le dio un vuelco en el pecho. Con el fin de evitar una situación aún mas embarazosa, espoleó a Manti. Inclinada sobre su silla, partió al galope para huir de Juan y de los extraños sentimientos que habia suscitado en ella.

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