Capítulo 2

1544 Palabras
Las siguientes cinco semanas fueron una tortura. Veía a Juan todas las noches a la hora de la cena. Todas las noches, por supuesto, que él no estaba con Mary, su prometida. Ignoraba por qué la afectaba tanto su compromiso con Mary Villa. Era una chica buena y simpatice, una mujer, mejor dicho, y llevaba años saliendo con Juan. Era natural que algún día terminaran casándose. Pero entonces...¿ porque se sentía literalmente enferma cada vez que los imaginaba viviendo juntos? Durante el día Samantha solía encontrarlo trabajando en el rancho. En los potreros, en las cuadras, en el estanque, en el granero, por todas partes. No aprecia existir ningún lugar donde pudiera esconderse sin experimentar la sensacion de que la estaba observando. Incluso en mas de una ocasión lo habia sorprendido mirándola, aunque siempre se las arreglaba para desviar rápidamente la vista. Aunque intentaba ser discreta, estaba fascinada por Juan. Deslumbrada. Después que lo habia visto trabajar en el cercado, su imaginación no dejaba de fantasear con él. -Déjate de fantasías - se advirtió mas de una vez, cuando se sorprendía arreglándose con mas esmero del que tenia costumbre-. Es en Juan en quien estas pensando. ¡En Juan! Muy a menudo se sorprendía a si mismo imaginándose aquellas grandes y morenas manos recorriendo su cuerpo, o el contacto de los sensuales labios de Juan en los suyos... Imaginándose, en suma, lo que sentía al ser su amante. La imagen de su cuerpo duro y musculoso la hacia sudar y le aceleraba violentamente el pulso. -¿Que te pasa Samantha? - le pregunto David un día, mientras volvían al rancho en su coche. Esa cita con David habia sido un desastre desde el principio. Y en aquel momento se arrepentía terriblemente de haber aceptado salir con él. Aunque habia intentado no pensar en Juan, no habia podido saborear la comida ni prestar atencion a la película que habian ido a ver. -No, nada ->, Se sentía incomoda, y parte de aquella incomodidad procedía de un cierto sentimiento de culpa. Habia utilizado a David para vengarse de Juan. Y eso no era justo. David era un buen amigo. Y ademas Juan ni siquiera se habia dado cuenta. -Llevas rumiando algo toda la noche. ¿De que se trata? -Nada. -Si es algo que te he dicho o hecho yo, dímelo. Samantha sonrió, negando con la cabeza. -No, claro que no. David suspiro aliviado y aparco el coche detrás de la casa, cerca del porche trasero. Apago el motor y las luces. La brisa que entraba por las ventanillas abiertas poco hacia para refrescarlos del sofocante calor. Samantha ya se disponía a bajar cuando él la detuvo. -¡Espera! - le puso una mano en el hombro y ella se detuvo. Sus ojos verdes buscaron los de ella -. Hay alguien mas, ¿verdad? -No - mintió. Sus sentimientos hacia a Juan solo eran fantasías de adolescente que reconocía como tales. -Entonces ¿que pasa, Samantha? ¿Es que no sabes que yo te quiero? -David eres un buen amigo y me caes muy bien... -Sospecho que ahora va a seguir un > - se quejo él. -¿No podemos ser simplemente amigos? -¿>?- repito-. Amigos... Samantha, por el amor de Dios. ¿es que no me escuchas? - le puso un dedo bajo la barbilla y la obligo a mirarlo-. Yo > -David... Pero no pudo evitar que la abrazara y besara con vehemente pasión, casi con violencia. Cuando se aparto, tenia los labios dolorosos. -David, por favor, no - susurró, intentando alejarse. -Antes te gustaba que te besara. -Ya te lo he dicho...Quiero que seamos amigos, nada mas. -Ni hablar - y volvo a traerla hacia si. Esa vez, cuando la beso, Samantha sintió el empuje de su lengua en los dientes y sus sudorosas manos abriendo se paso bajo el suéter, hacia los senos. >, pendo, desesperara. >. Reuniendo todas sus fuerzas, libero un brazo y lo abofeteo en una mejilla. Aquello tuvo el efecto de un cubo de agua ria. Él la soltó inmediatamente, lapido. -No lo entiendo...-¿Por que has salido conmigo? -Porque me gustabas. Porque creía que eras mi amigo. -Otra vez la palabrita -él se froto la mejilla -. Nunca imagine que alguna vez odiaría que me llamaras eso -apoyo las manos en el volante e inclino la cabeza hacia delante -. Hay alguien mas, ¿verdad? Samantha entendía su desesperación. ¿Acaso no estaba ella en la misma situación respecto  a Juan? -No lo sé, David - la ternura suavizaba su voz. Es que ... estoy interesada en otro hombre - esbozo una mueca -, pero, créeme, él no me presta la menor atencion. Yo... Será mejor que me vaya. -Te acompañare hasta la puerta. -¡No! No hace falta. Esa vez si que consiguió abrir la puerta. -Samantha... -¿Si? -Lo siento. -Lo sé, David -los ojos se le llenaron de lagrimas. No se quedo a escuchar mas confesiones. Bajo del coche y cerro la puerta. >, pendo mientras suba los escalones del porche. Oyó que David arrancaba y se quedo escuchando el ruido del motor que se perdía en la distancia. De repente se dio cuenta de que estaba llorando. Se habia puesto a buscar las llaves en su bolso cuando oyó un sonido: el tacón de una bota rozando el suelo de baldosa. Trago un nudo de panco, se volvió y descubrió a Juan sentado en la mecedora, en las sombras del porche. -Debieras de llevar mas cuidado con los tipos con los que sales - comento el con voz fría. -Y tú no deberías sentarte ahí, a oscuras. Me has dado un susto de muerte. -Creía que me habías dicho que no salias con David. -Es que no salgo con él. Silencio. Samantha podía escuchar el latido de su propio corazón. -Pues le estas dando alas - le advirtió. Ella detecto una leve matiz de irritación en su voz. Desgraciadamente no podía verle el rostro. -Deberías de ocuparte de tus propios asuntos. -Quizás la próxima vez tomes la precauciona de subir las ventanillas... Deprimida y avergonzada, se dio cuenta de que habia escuchado toda su conversación con David. Se concentro en buscar la llave en su bolso. No la encontraba. -Quizás la próxima vez tú tengas la decencia de ocuparte de tus propios asuntos y no escuchar a escondidas. -No estaba escuchando a escondidas. -Entonces ¿que estas haciendo ah solo? ¿Donde esta Mary? -En casa -Ah Cuando encontró por fin la llave, ya era demasiado tarde. Juan se habia levantado y se dirigía hacia ella. El pulso empezó a latirle a toda velocidad. él se detuvo solo unos centímetros de distancia, lo suficientemente cerca como para que pudiera sentir el calor que irradiaba su cuerpo, ver el dolor y la preocupación que dominaba sus rasgos. -Hablaba en serio. No deberías de dar alas a ese chico. Y ese consejo vale para cualquier otro hombre. -Ya te he dicho: no le estaba dando alas. -Él te quiere, y cuando un chico, un joven quiere a una mujer, a veces pierde los papeles. Deja de usar el cerebro y empieza a pensar con ...Vaya, creo que me estoy haciendo un lió... -Parece que hablaras con experiencia. -Quizás. Samantha pensó en Mary y le entraron ganas de llorar. -Simplemente quería decirte que tuvieras cuidado - repitió él, acariciando le la barbilla con un dedo-. No te metas en ninguna situación que luego no puedas controlar. Por que yo no estera siempre qui para protegerte. El contacto de los dedos de Juan en la piel le acelero aun mas el pulso . El calor de su caricia hacia que el corazón le ardiera. -Ya sé que no era asunto mio -continuo él -, pero... si David no hubiera entrado en razón cuando le pegaste esa bofetada, lo habría sacado del coche para darle una paliza- añado. -David no quería hacerme daño. -Eso yo no lo sabia. La idea de que Juan estuviera dispuesto a a batirse con alguien para protegerla resultaba ciertamente agradable. No puedo reprimir una sonrisa. -Esto es serio, Samantha. El dedo se desplazo lentamente de la barbilla al cuello, haciéndola derretirse por dentro. Se quedo sin aliento. -Yo...ya lo sé. -No vayas a cometer el mismo error que Melissa. Se ruborizo. Su hermana Melissa se habia quedado embarazada el año anterior y ahora estaba casada con Pedro Altuve, el padre de Josh, -No necesito que me den lecciones de educación s****l -le espeto. -Me alegro -él dejo caer la mano -. Porque desde luego no soy yo quien debería dártelas. -¿Que se supone que quiere decir eso? Juan cerro los ojos. -Samantha, ¿es que no te das cuenta de lo que puedes despertar en un hombre? - abriendo lo de nuevo, le lanzo por un instante una mirada de adoración -. No subestimes el afecto que ejerces sobre los hombres. Ni sobrestimes tampoco su capacidad de autocontrol. A ella se le habia secado la garganta, pero tenia que hacerle la pregunta 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR