Morir dos veces

Capítulo 18

El tiempo, sin embargo, le era estrecho a Viviana. Aunque ya no se veía con Jonathan y tenía para ella sola los fines de semana, los entrenamientos en la Videna, del equipo nacional, ahora eran mucho más exigentes, hasta en triple horario y eso la asfixiaba porque, justo, en la universidad, estaban en los exámenes finales. Empero le puso muchas ganas no solo a las prácticas, sino también a los estudios, tanto que en los descansos de los trabajos con su entrenadora, se ponía a revisar las tareas y apuntes de sus clases en su tablet. Sus amigas empezaron a batirla y fastidiarla y la bautizaron como "la chancona". A ella, como siempre, le molestaba el roche y se ponía más roja que un tomate.

Vivi empezó a cronometrar buenos registros en las vallas, además. Atendía con absoluta concentración las indicaciones de su entrenadora. Ella había sido campeona de pentatlón y una de sus especialidades fueron las vallas. -Debes concentrarte mucho al superar las varillas. Pega el brinco con el espacio suficiente. Cuando corras debes hacerlo haciendo trancos para que puedas superar los obstáculos sin dificultad. Debes tener buena técnica para los saltos. Rodilla arriba, un brinco perfecto, caída libre, que sea armónica, luego trote y saltar otra vez-, le resumía y enumeraba continuamente. Viviana lo captaba todo como si su cabeza fuera una parabólica.

Al iniciarse el rol de exámenes, los horarios en la universidad se hicieron más flexibles y le dieron ocasión a Vivi no solo de entrenar sino de estudiar con absoluto interés y dedicación. Entraba a la biblioteca y se devoraba los libros, sobre todo los más complicados de derecho penal y los articulados de la constitución. También sobre historia política, su talón de Aquiles.

Llegaba tan casada a casa, a veces muy de noche, que dejó de tener continuas pesadillas, las que se hicieron esporádicas. Caía sobre la cama como un tronco y no despertaba hasta que su mamá la sacudía con furia porque se le estaba haciendo tarde. Desayunaba rápido, tomaba su scooter y enrumbaba volando a la universidad o a entrenar, de acuerdo a sus horarios.

Sin embargo, siempre habían algunos detalles sueltos en sus sueños esporádicos. Eso lo recordaba en la mañana siguiente y los anotaba de inmediato. Cualquier detalle, hasta el más mínimo. Por ejemplo, una noche soñó en un USB, estaba sobre el escritorio desordenado de sus pesadillas. También pudo contar los disparos, fueron tres y todos apuntando hacia el pecho y el vientre. Finalmente reconoció los dedos, habían vellos muy negros en ellos y notó que no había anillo. Dedujo, entonces, que el hombre al que mataban era soltero o quizás divorciado o hasta posiblemente viudo. Todo eso lo escribió.

A Betty le daba risa lo detallosa que se había vuelto su amiga. -En vez de estudiar derecho, deberías estudiar para detective, como los Ángeles de Charlie-, estalló en risas.

Era cierto, Viviana tenía ya, un cuaderno entero con apuntes, dibujos, nombres, recortes y todo lo que podía haber acumulado de sus pesadillas, lo de la reencarnación, del sujeto al que mataban y hasta se formulaba, ella misma, preguntas como ¿por qué matarlo? o ¿no sería su ex esposa en busca de venganza?

Esa tarde, en la práctica de la Videna, hizo su mejor registro en los 100 vallas.

-¡Muy bien Viviana!-, gritó efusiva su entrenadora después de cronometrar su carrera y vencer, con holgura a sus compañeras de equipo.

Falcón llamó a sus colegas entrenadores y revisaron el registro de Viviana. -Estuviste a centésimas del récord nacional-, se admiró el preparador de las postas.

-Yo creo que en el Sudamericano es récord continental, pronosticó quien preparaba a los velocistas, esta chiquilla es una gacela-

Esos comentarios le inflaron el orgullo y ánimo a Viviana. De inmediato llamó a Betty.

-Estoy hecha una bala-, le contó.

Betty echó a reír divertida, feliz por los éxitos de su amiga.

-Bala te voy a meter si no ganas la medalla de oro, tarada-, le dijo Betty y las dos se rieron a carcajadas a través del móvil.