Salgo del edificio azul metálico de 20 plantas. A última hora de la tarde, caminando hacia mi coche que está aparcado a unos cuantos metros de aquí. Hay gente por todas partes y coches pasando que hacen sonar sus bocinas escandalosamente para que otros se aparten.
La entrevista con el señor Kevin ha salido bien,- muy bien- ahora sólo toca esperar, a ver cuál de las dos agencias se pone en contacto conmigo. Si se pone alguna, claro.
Cuando llego a mi coche, alguien me llama ¿Esa voz? me suena ¿pero de qué? Aquí, yo no conozco a nadie.
-Elisabeth -me llaman por segunda vez.
Me doy media vuelta, miro al lugar de dónde creo que procede la voz, y me parece increíble ver, ¿qué? ¿Izan? Parpadeo varias veces perpleja.
¿Pero no sé había marchado antes con el hombre de pelo rubio? Pues no, me digo a mi misma. Hay delante lo tienes.
-¿Sí? -respondo pasmada. Haciendo un esfuerzo, me vuelvo completamente
hacia él.
-Oye, esto pasaba por aquí otra vez... Estaba con unos amigos y ahora iba a... Qué casualidad -termina diciendo aproximándose más, hasta colocarse justo delante de mí.
Lleva una mano metida en el bolsillo del pantalón.
-Ah. Si qué casualidad -digo con una sonrisita nerviosa.
No sé qué más decir.
Sonríe y me deslumbra con una increíble sonrisa perfecta.
Oh, esa sonrisa.
-Acabas de salir por lo que veo. ¿Ha ido bien la entrevista? -pregunta y parece algo nervioso.
No soy la única, por lo que veo. Y eso no sé porque, pero me alivia un poco.
-Sí, o eso... creo. Gracias -me tiembla un poco la voz.
-Me alegro -frunce los labios- Querrías ir a tomar algo ¿conmigo?
Abro mucho los ojos y pestañeo muy seguido. Madre mía, qué directo es. Me pongo todavía más nerviosa, y pienso que no sé si me gustan los chicos así. ¡Pues claro que me gustan! Los prefiero, antes que otros que solo saben dar rodeos. Sonrío para mí y luego frunzo el ceño confundida ¿Por qué pienso eso?
-Lo siento, no puedo. Tengo que irme... Ya es tarde y no vivo aquí.
Otra cosa que no entiendo es porque le doy explicaciones. Pero asombrosamente se las doy.
-Otro día entonces -murmura destacando las palabras.
¿Me parece verle decepcionado o son imaginaciones mías? No estoy segura.
Ha dicho otro día. ¡Cuándo!
-Claro, otro día -le sonrío amable.
-Hasta entonces -dice.
Ahora que me fijo bien, me doy cuenta de que sus ojos no son grises, como supuse en el despacho de kevin. Si no azules, divinos.
-Adiós, Izan.
-Adiós, Elisabeth.
Me mira de una forma tan intensa cuando dice mi nombre que me quedo cautivada por su mirada. Y esa voz... pasa unos segundos hasta que regreso en mí. Respiro hondo, y entonces él esboza una sonrisa burlona, humedece sus labios y se aparta un poco. Abro la puerta de mi coche corriendo. Una vez dentro, miro por la ventanilla.
Sigue exactamente parado en el mismo sitio y levanta una mano a modo de despedida. Yo le dedico una sonrisa nerviosa y me incorporo a la carretera enseguida. Mirando por el espejo retrovisor veo como se aleja entre el bullicio.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué me siento tan rara ahora? Estoy completamente desconcertada. Sacudo la cabeza, inspiro hondo y me centro en conducir. Tengo un buen trayecto que hacer de vuelta a casa.
Estoy en mi cama de hierro blanco, tapada sólo con una sábana lila. No puedo dormir. He intentado leer, escuchar música, pero sólo pienso en... él. En sus ojos grises o azules, en su sonrisa,-esa sonrisa dulce y atrevida a la vez- en su voz. Oh, su voz ¡es sexy!
Grrr... En la cena con mamá y Tom he estado completamente distraída. Me han tenido que repetir variar veces las cosas, casi rompo un plato, y por poco me caigo de bruces al suelo. No entiendo esta sensación. Nunca antes me había ocurrido. Pero seguro que es una tontería ¿no?
Como no quiero pensar más ni en él, ni en nada y estoy muy cansada de todo el día. Haciéndome un ovillo en la cama, cierro los ojos y...
***
Han pasado varios días desde las entrevistas que hice aquí en Manhattan, y ya tenemos apartamento. Está situado en el barrio Murray Hill. Es algo pequeño, pero está bien para Nora y para mí.
Hoy Sábado 1 de Junio ya estamos instaladas.- Es nuestra primera noche- Estos días, hemos estado transportando nuestras cosas y comprando todo lo necesario. En realidad han sido pocas cosas, el apartamento ya tenía amueblada la cocina y la salita, aunque mamá y Silvia insistieron en que cambiáramos el sofá y los sillones, porque estos no les gustaban nada. Y así ha sido.
Deseo mi independencia. Pero la parte triste y nostálgica es despedirse de mamá y de Tom. La madre de Nora se marchó hace ya un rato.
-Cielo, vendrás a vernos ¿verdad? -dice con ojos llorosos abrazándome fuerte.
Yo estoy igual. Somos dos magdalenas.
-Claro, mamá. No te preocupes -susurro para tranquilizarla.
-Sí, pero ya sabes, no te veré tanto como hasta ahora -murmura con voz preñada por las lágrimas.
-Lo sé -trago saliva e inspiro hondo.
Me mantiene abrazada durante unos segundos.
-Bueno, ya. Qué si no, no me voy a ir nunca -comenta con humor esta vez-. Tener cuidado ¿eh? Y llamadme si necesitáis algo ¿vale?
-Claro, mamá.
-Por supuesto, Aurora -responde Nora, dándole un abrazo.
-Adiós, pequeña cuídate. Te echaremos de menos -me dice Tom.
-Sí. Yo también a vosotros.
Abrazo a Tom cariñosamente. Aunque en realidad he vivido unos pocos años con él, lo quiero mucho. Es lo más parecido a un padre que tengo. Es atento, cariñoso y comprensivo.
-Bueno, vamos Aurora -Tom abre la puerta y salen al pasillo del edificio.
-Adiós, cariño -me coge la mano y me da un apretón.
-Adiós, mamá. Te quiero.
-Y yo a ti.
Cierro la puerta y entonces me dirijo a la cocina. Nora me sigue.
-¿Estás bien? -pregunta observándome atentamente.
-Sí. ¿Te apetecen fideos para cenar?
-Vale.
-¿Qué tal con Miguel? -pregunto.
Llevo días notando que se sonroja con sólo nombrarle.
-Eh, bien. Bueno, más que bien -murmura felizmente.
Se ríe y yo también.
-Bueno, al final lo conseguiste y te lo dije. Con ese vestido no te quito los ojos de encima en todo el tiempo.
Se vuelve a echar a reír, pero esta vez más alto.
-Sí, tenías razón. Vendrá mañana con Daniel y Alex -me comenta ahora.
-¿Ah, sí? -no sabía nada- Bien.
-¿Y tú? ¿Volverás a ver a ese único hombre que ha llamado tu atención? -me pregunta con una sonrisita burlona.
Le hablé de Izan, el día después de mis entrevistas aquí en Manhattan.
-No es lo que piensas Nora, y no sé si volveré a verlo algún día -contesto
encogiéndome de hombros.
-¿No es lo que pienso? ¿No te gusta? -entorna la mirada sorprendida- Tal cual me lo describiste me pareció que era muy guapo.
-Lo es -aclaro suspirando- No es eso, es.... raro.
-¿Raro? ¿A qué te refieres con raro? -se cruza de brazos y se apoya en la encimera, muy interesada.
-Me puso nerviosa y es atractivo pero... cómo te he dicho, no sé si lo volveré a ver.
Me puso mucho más que nerviosa, pienso para mí.
-Eso es que te gusta -me dice divertida y repite- Te gusta -alza varias veces las cejas con una sonrisita en la cara.
Aggrr... ¿Por qué tiene que insistir? Es muy pesadita cuando se lo propone.
-¿Por qué no lo dejas? -le hago una mueca exagerada para que se calle.
-Vale, no insistiré más -responde alzando las manos a modo de rendición.
¡Por fin!
-Gracias -murmuro.
Mientras comemos sentadas en el sofá con los tazones de fideos en las manos, vemos la tele. Estamos viendo Miss Agente Especial 2. La he visto muchas veces, pero siempre termino riéndome. Cuando ponen los anuncios, nos levantamos para llevar los tazones a la cocina, ponernos el pijama y lavarnos los dientes. Una vez vuelve la película nos sentamos de nuevo y cuando termina nos vamos a dormir.
Cuando estoy metida en la cama pienso en Izan, como era de esperar. Llevo desde que lo conocí en la agencia Glam, pensando en él. En sueños me persiguen eso ojos y esa sonrisa tan increíbles. Ni siquiera sé, si lo volveré a ver. Eso me entristece y ahora me arrepiento de haberle dicho que no a ir a tomar algo con él.
¡Pero que tonta fui!
Doy vueltas y vueltas en la cama. No me puedo dormir así que decido escuchar música. Escucho dos canciones enteras en el Ipod y me termino durmiendo a mitad de la tercera canción, con Ed Sheeran cantando >.
Estoy en la cocina preparándome un té, cuando escucho a Nora salir de su habitación.
-Buenos días. ¿Quieres un té? -le pregunto mientras entra en la cocina con su pijama de ositos rosa y el pelo castaño descontrolado. Aunque sé que no le gusta el té.
-No, gracias -me saca la lengua.
Yo me río y ella abre el frigorífico y saca el zumo de naranja.
-¿Te vas a ir unos días a Denver con tus abuelos?
-Sí, hace tiempo que no los veo -contesto.
Son mis abuelos paternos, Austin y Louise Rowling.
-Claro -bebe un trago de zumo y se apoya en la encimera.
-¿Irás a Santa Monica? Como ahora estás con Miguel.
Se sonroja sonriente.
-Sí. Me da pena por estar dos semanas lejos de él, pero quiero estar con mi madre de vacaciones.
Asiento.
-¿Y cuándo te irías?
-Tengo que sacar los billetes, pero sería el jueves.
-Bueno, siendo así, sacaré los billetes a Denver contigo.
-Claro -me mira arqueando una ceja- Mejor por internet.
Asiento conforme.
Nora es la chica de internet. No vive sin él. Le encantan las r************* y tiene varias cuentas: Twitter, f*******:, Skype e i********:. Al contrario yo, sólo
tengo Messenger. Mi portátil lo utilizaba para la universidad y eso ya se acabó. Ahora lo uso para ver películas y series o incluso para leer algún que otro libro.
A las seis estamos con los chicos, tomándonos una copa en Cinema Café. Es un lugar agradable e informal. Me gusta que tenga terraza, mucho mejor al aire libre. Hoy hace un día estupendo.
Nora y yo estamos en la barra esperando a que el camarero nos sirva una segunda ronda de mojitos. Dani, Alex y Miguel están sentados fuera hablando de béisbol.
-Beth ¿no vas a contestar el teléfono? Ya van tres veces que suena -me dice exasperada, entornando los ojos.
-No sé quién es, y no me gusta contestar cuando no sé quién es -respondo algo irritada.
-Bueno, entonces lo cogeré yo. Anda trae, vamos a ver quién llama.
Le paso la BlackBerry y descuelga.
-¿Sí?
Hace una pausa.
-No, soy Nora, su amiga. ¿Quién eres? -espera unos segundos escuchando a la
persona que le habla al otro lado de la línea, supongo- Eh, sí. Te la paso.- tapa el móvil con la mano y susurra.
-Toma, dice que es un amigo.
-¿Un amigo? ¿Por qué no le has preguntado el nombre? -le cojo el móvil de las manos. Bueno, a lo mejor es Nate, hace tiempo que no hablamos. Puede que haya cambiado de número.
-¿Sí? -contesto.
-Hola -responde una voz cálida, masculina.
Esa voz...
-¿Quién eres? -pregunto intrigada.
-Soy Izan.
¡Qué! Abro los ojos al máximo y el pulso se me acelera inmediatamente. Me quedo de piedra.
¿Pero cómo?... Ay, mi madre.
-Hola... ¿Cómo... estás? -digo tartamudeando.
Nora me mira extrañada.
-Bien. ¿Y tú? -Su voz parece tranquila.
-Muy bien- contesto.
Ahora me siento más que bien.
-Me alegro. ¿Estás en Murray Hill?
Frunzo el ceño.
-Eh, sí. ¿Por qué? -¿Cómo lo sabe? Y ahora que caigo ¿Cómo tiene mi número? Se lo pregunto rápidamente- ¿Cómo... lo sabes? ¿Y cómo has... conseguido mi móvil?- vuelvo tartamudear otra vez.
¡Que tontas!
-Bueno, soy un hombre con recursos -me contesta en plan burlón.
Oh.
-Vaya si que lo eres -sonrío.
El camarero nos entrega los mojitos.
-Te espero afuera -me susurra Nora con una sonrisita.
Asiento con la cabeza, si prestarle demasiada atención.
-¿Qué te parece si nos vemos? -me pregunta.
¡Quiere quedar! ¡Dios mío quiere que nos volvamos a ver!
Intento calmarme, pero el corazón me late muy deprisa. Estoy alucinando. No me lo creo, no me creo que lleve unos minutos hablando con él.
-¿Ahora?
-Sí, ¿por qué? ¿Tienes planes?
¡NO! O eso creo.
-Mmm... Es que estoy con unos amigos -le comento.
-Ah, ¿y luego? ¿Más tarde seguirás estando con esos amigos?- Insiste y su voz ya no es tranquila, es inquieta.
Me está dejando helada, es insistente.
-Bueno... no sé.
-Ya -se limita a contestar y al poco añade- Entonces tendrá que ser otro día -le oigo decepcionado y podría decir que incluso irritado. Igual que la vez pasada, cuando salí de hacer la entrevista.
¡Oh, no! ¡Otra vez, no!
-Espera, es que tengo que hablarlo. ¿Te parece si te llamo en unos minutos?
-Sí, pero tendrás que avisarme rápido.
¿Mandón? Yo creo que sí, pero me da igual.
-Sí, claro. Enseguida te llamo.
-De acuerdo.
Cuelga.
Salgo del bar y me acerco a la mesa dónde estamos sentados.
-Sí que has tardado -comenta Alex.
-¿Tenéis pensado hacer algo luego? -pregunto mirándolos a todos.
-No para nada. Estás libre -responde Nora de repente con una sonrisa de oreja a oreja y eso me da a entender que sabe quién ha llamado o por lo menos lo intuye.
No sé le escapa una.
-Pero, esta...
-No hay peros, Alex -y pone esa característica cara de Nora Swallow de mejor no añadir nada más.
-Vale, gracias -sonrío.
Bien a llamar a Izan.
Me alejo unos cuantos pasos y lo llamo. Descuelga al segundo timbre.
-Ya puedo. Todo arreglado.
-Vale. Nos vemos dentro de 20 minutos. ¿Te recojo dónde estás o en tu casa?
-¿Cómo sabes dónde estoy?
Me está dejando boquiabierta.
-Ya te lo he dicho, soy un hombre con recursos. ¿Dónde, pues?
¡Oh! Seguro tiene un espía o algo así. De repente me veo mirando para todos lados, pero no atisbo nada sospechoso. Estoy frustrada, no quiere decírmelo, no entiendo por que no. En este insistente se me pasa por la cabeza que sea un psicópata o un acosador, pero desecho la idea inmediatamente. No lo creo y una voz en mi cabeza que no sabía que existía, sólo me dice que tenga cuidado, por si acaso.
-Aquí -suspiro.
-Vale. Nos vemos ahora.
Le escucho contento y relajado.
-Nos vemos.
Me dirijo a la mesa y me meto en la conservación de los chicos, mientras me tomo mi segundo mojito.