Izan me mira con ojos muy abiertos. Y entonces tomándome completamente por sorpresa, me besa con total pasión, estrechándome contra su cuerpo. Yo me aferro a sus fuertes brazos y le beso con la misma intensidad. Madre mía. Apartándose un poco, pega su frente a la mía y suspira. Ambos respiramos con dificultad. -Yo también te quiero, Elisabeth, creo que lo he hecho desde que te vi por primera vez. ¡Oh! Me alegra tanto escucharlo. Una oleada de felicidad me inunda entera, me cala hasta los huesos. Sonrío ampliamente y me separo un poco, para mirar su hermoso rostro. -Yo te vi minutos antes de eso -le digo con una sonrisa bobalicona. Él arruga la frente. -¿Ah, sí? -Sí, estaba sentada esperando en el vestíbulo cuando entraste por la puerta de Glam. Entorna los ojos y se queda pensati

