Parpadeó varias veces, intentando que su vista se acostumbrase a la brillante luz que la cegaba. Se percató de dos cosas al instante: una, que ya no estaba en la oscura carretera que había a las afueras de Shelby, en California, y dos, que el dragón que la había estado sosteniendo ahora era un hombre muy alto. Intentó apartar las manos con violencia, pero aquel hombre gigantesco que le sujetaba los codos la atrajo más hacia él con un gruñido bajo, casi como si la estuviera advirtiendo para que no se separase de él. Trisha giró la cabeza cuando un grupo de hombres se acercó corriendo a Ariel y Carmen. Intentó forcejar para acudir hasta ellas, pero el enorme hombre simplemente la sujetó con más fuerza y les gruñó algo a los otros hombres. Trisha vio cómo colocaban a Carmen con cuidado sobre

