Trisha se despertó sintiéndose enfada, frustrada y preocupada. Habían pasado tres días desde su llegada a bordo de la nave y su padre ya debía de estar frenético. Harry, el anciano controlador aéreo que había conocido cuando había ido a recoger a Abby, ya debía de haber encontrado sus bolsas junto al jet y notificado a las autoridades de su desaparición. Su padre también había esperado una llamada suya hacía ya dos días, y sabía que, si Trisha decía que iba a llamar, entonces era que iba a hacerlo. Nunca le diría algo así para echarse atrás en el último momento. Tenía que volver a la Tierra. No soportaba considerar la idea de no volver a verlo nunca.
Giró la cabeza al notar un movimiento junto a ella en la cama. La enorme criatura dorada con forma de perro que se había convertido en su co
