Capitulo V

2121 Palabras
–Hola, buenos días – lo digo al abrir la puerta - ¿Cómo estás? – me dirijo a Martha. Pude observar a una mujer glamorosa, estando ella sentada en la pequeña zona de espera. -¿Es mi paciente? -Sí, vino hace diez minutos. -Bien – dejo la caja de monfí en su escritorio – eso es para ti, ¿Qué hay del otro paciente? -Gracias – me sonríe – el otro me ha dicho que viene en dos horas. -Ok, iré a atenderla. Sé que no puedo sacar conclusiones de alguien de tan sólo verlo, sino simplemente se tiene que conocer. Pero noto en ella, un cierto aire de engreída y pretenciosidad, pueda que sea psicóloga, pero a la vez este tipo de conductas las odio, y mucho más cuando te miran con desdén. -Buenos días, señorita… Puede pasar a mi consultorio. -Al fin, estuve esperando mucho tiempo – se levanta y deja la revista que estaba leyendo por un momento en la mesita. > Abrí la puerta de mi consultorio y la deje pasar. Aunque, tengo más interés en saber de cuál sería su problema, ¿Problemas de pareja? ¿Celos o seguridad en la intimidad?... -Puedes sentarte – me siento en mi escritorio – dime, ¿En qué puedo ayudarla? -Pues, es mi primera vez, a que vengo a consultar con una sexóloga – me asegura. > -Puede sentirse con toda la seguridad posible – me pongo más rígida en la silla. Se sentó en la silla, quizás se sentía incomoda al ser principiante, o ¿Será que su caso es grave? De todos modos, la haré sentir más cómoda. -Nosotros los psicólogos, no estamos permitidos mostrar información relevante de los pacientes… Eso es penalizado, la ley como tal no lo permite – posiciono mis codos sobre la mesa del escritorio – además, tengo ética en mi trabajo. Observe un breve gesto de sus labios, estrechándolos hacia un lado. Hasta que se resignó en dejarse ayudar. -Bueno – se incorpora en la silla – estoy aquí, para escuchar lo que me puede decir… Hace tres días tuve sexo con mi novio, pero cada vez que estoy en esos momentos… No me siento especial y ni siquiera disfrutó con él. -¿Me puedes especificar, como te sentirías especial? Porque puede ser una simple falta de comunicación. -Me refiero, a que me gustaría a que fuese más romántico, menos brusco y salvaje, me siento como que si fuese un objeto, algo s****l solamente – cruza las piernas. -¿Cuánto tiempo llevan juntos? -Sólo dos años, pero no comprendo ahora lo que está pasando, si antes no era así conmigo. -En toda relación llega un tiempo de crisis, en todos los sentidos. ¿Conoces suficientemente a tu novio? – arqueo una ceja. -Pues, claro, es mi novio – se expresa con ironía. -Vamos a ver cuánto, ¿Te ha contado sobre sus antiguas novias? Contéstame con seguridad. -Bueno, no lo ha hecho. Pero tengo que respetar su privacidad. -Sí, tienes razón en esa parte. Pero lo que te tengo que contar, es que quizás su relación es seco, y discúlpame el término. -¿Seco? -Me refiero a que no es fértil, me imagino que te sientes así, por su falto de trato o atención, sutileza… Pero como tal, quisiera a que los dos estuviesen en la próxima consulta. -No creo que venga, sé que no querrá. -Bien, entonces, te sugiero a que simplemente hables con él, solamente eso. Por qué créeme – levanto las manos – tantas parejas que han terminado en un completo fracaso. -La verdad, es que creo que simplemente, no me quiere. -¿Pero tú lo quieres? ¿O te quieres separar de él? Tardó dos minutos en pensar, este es el punto a donde quería llegar, en donde se comienza la reflexión que hasta piensas la razón de tu existencia. -Quiero irme, voy a pensar un poco las cosas. -¿Estas segura? -Sí – se levanta – quizás venga, o no lo sé. -Ok – la observo cautelosamente – espero que después te encuentres bien. -Gracias, igualmente – me sonríe, pero sé que no es genuina. Prácticamente esto duro apenas media hora, porque la complicación no radica del sexo o del acto como tal, sino ya es un problema de pareja, hay varios factores que se ven involucrado. Y que quizás un simple intercambio de palabras entre los dos. Como tal, ella estaba muy indecisa y entiendo la parte de que ella quería recurrir con todo. Después de mi breve reflexión, escuche tocar la puerta, suponía que era mi otro paciente. -¡Doctora! En realidad era Martha, quien entro emocionada por algo. -¿Qué pasa? ¿Por qué tan emocionada? – arrugo el entrecejo. -Allí afuera está Joaquín Castillo, vino por una de sus consultas – me lo dice casi en un susurro. La verdad que me sorprendí, no pensé que viniese por una de mis consultas, y mucho menos que fuese hoy. -En realidad, él me llamo para citarlo esta tarde, pero me dio un nombre falso, no sé porque lo habrá hecho, pero es él verdaderamente. -¿Ya está aquí? Ella asiente con la cabeza. -Iré a verlo afuera por un momento – me levanto del escritorio. > Salí hacia afuera y que vi estaba sentado Joaquín en la sala de espera, con las piernas cruzadas, distraído por un rato en el teléfono. Él noto que estaba parada es el umbral de la puerta de mi consultorio, de ese modo, él me sonrió mostrándome todos sus perfectos dientes. -Hola, Dalila – se levanta del asiento - ¿Me podrás atender? -Sí, claro – doy la media vuelta. Me sentí incomoda, hasta Martha no paro de sonreírle como si no le cansara las comisuras de sus labios. Me centré en tranquilizarme, porque mi corazón empezó a latir más fuerte y mucho más rápido… Eso quiere decir que este hombre me gusta, por lo menos, no soy de las típicas adolecentes que dicen sobre “el amor a primera vista” -Bien, señor Castillo – me siento en el escritorio - ¿En que lo puedo ayudar? -Primero ante todo, hoy amaneciste espectacular, debí de traerte flores – me corteja – por lo que veo ningún pretendiente creo que se me haya adelantado – chequea el sitio. -Jajajajaja, ¿Qué te pasa? ¿Para esto viniste a mi consultorio? -Pues, no… En verdad vine por una de tus sesiones – cruza las piernas. -Ok… ¿Por qué falsificaste un nombre, para venir por aquí? – estrecho mis labios. -Lo hice porque soy famoso – me voltea los ojos – algunos paparazis deben estar detrás de mí, no sabía si tu recepcionista sería capaz de infórmale a ellos de que estoy aquí – me levanta la comisura de mis labios. -Entiendo… No pensé que llegaría a entrevistar a un beisbolista, y mucho menos de las grandes ligas – levanto las cejas. -Bueno, me alegro de ser el primero. -¿Te sientes seguro? > -No, para nada – arrastra la silla más hacia a mí – lo que voy a decir, no se lo he dicho a nadie más. Pero creo que no es tan grave, es un gusto en particular mío. Al escuchar aquello, me genero más curiosidad, y eso me llamo mucho la atención. -Ok, lo escucho. -No tengo p*******a, ni necrofilia o cualquier parafilia muy retorcida – su expresión se vuelve más neutra – pero no consigo otro modo, es lo que a mi fascinar hacer… Sé que es un fetiche, que lo tengo hace mucho tiempo, lo que no recuerdo cuando lo tuve, creo que desde mi adolescencia. -¿Qué tipo de gusto habla? -Con las mujeres con quien llego a tener sexo, siempre les pido a que se disfracen, me han gustado los gatos – me sonríe – pero no tengo zoofilia, pero si me gusta disfrazarlas de gatas sensuales. -Entonces – entrelazo mis dedos – quieres decirme que cada vez que llegas a tener relaciones sexuales, ¿Siempre vistes a las mujeres de gata? -Si – me dice simplemente. -¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo? La verdad que esto no es parte de mis preguntas como evaluación psicológica hacia al paciente, sólo quiero saber si tuvo una aventura amorosa anoche. -Antes de venir de México. Estuve en una suite con una preciosa gata, vestida de encaje de blanco, piel morena y ojos verdes – cierra los ojos, mostrando más emoción – fue totalmente inolvidable en la isla de Margarita, queda ubicada en Venezuela. -Ah… ¿Por qué esa fascinación? -Pues, me gusta las mujeres atrevidas, de ese modo, lo hayo más emocionante… Las orejas de gato me parecen muy excitante, las colas me gusta verlas jugar con ella… No sé si también tengo que decir esto, pero adoro cuando ellas ronronean. Definitivamente, cada quien es un mundo. -¿Por qué viniste a mi consultorio? -Quiero cambiar un poco. -¿Por qué? Su mirada se dirigió hacia a mí, hasta podría deducir que me está evaluando. Recorrió su mirada en cada centímetro de mí, como si quisiese adentrarme en mi mente y desnudarme con su mirar. Pero la psicóloga aquí soy yo. -Bueno, ¿Cómo calificarías tu fetiche? -Del uno al diez, definitivamente diez. Pero siempre lo intento con gatas nuevas, nunca lo he repetido con las mismas mujeres, lo que quiero decir es que con sólo una vez con alguna de ellas tengo mi ocasión. -¿Qué me podría contar de ello? -Pues, me parece aburrido volver tener sexo con la misma mujer con quien lo he tenido, con una sola vez me basta – arruga los labios. -Entonces, vives de flor en flor. -Exactamente. Puede ser fetichista, egocéntrico, picaflor o hasta manipulador quizás lo sea, pero como amigo aunque sea me bastaría, porque no creo que sea hombre para una relación, como lo he pensado. Una fuerte decepción en mí se produjo, tan típico. -Háblame de tus relaciones pasadas, me refiero de tus antiguas novias. -Yo sólo he tenido una novia en mi vida – me indica con el dedo índice de su mano. No evite levantar las cejas, es como que me dijeran que el amor a primera vista existe, acontecimiento que no creo. -¿Qué? Es cierto, una vez fui hombre de una sola mujer – me arquea una ceja. -Falta que me digas que ella se murió de cáncer – lo digo irónicamente. Él enderezo la espalda, mostrándome una expresión de molestia, tratándome de decirme indirectamente que dije algo no discreto. -¡Ay!, perdón, no pensé… -No importa, ya lo había superado – baja la vista hacia las manos. Me siento mala educada por esto, la próxima vez no lo volveré a hacer. -¿Quiere seguir con la sesión? – lo evaluó de pies a cabeza. -¿Tengo que seguir estando aquí? -Pues, creo que lo único que podría decirlo por la razón que ha venido aquí, es que intentes romper el parámetro por un tiempo, aunque sé que no será fácil, pero si es así le sugiero a que busques de la ayuda de un psiquiatra. -Está bien, vendré en tres días – se levanta de la silla – fue un gusto haber hablado con usted – me estrecha la mano. -Igualmente – respondo por él. Siempre me había gustado ser sincera conmigo misma, y diré que este hombre es interesante, me produjo más interés que cualquiera de los pacientes que he tenido… ¿A qué se debe? Lo veo ahora salir de mi consultorio, pero físicamente lo que me atrajo de él fueron sus hombros, tan formidables y su cabello n***o, igual al mío. Me quito los lentes y me levanto del escritorio, camino hacia la ventana y sólo observo a la gente pasar corrientemente, hasta llegar ver a Joaquín pasar hacia su auto, su chofer le abrió la puerta, pero a la vez llamo la atención de los demás por ser una figura pública. > Di la media vuelta y fui a hablar de nuevo con Martha, sólo lo haré por un momento y después me iré hacia algún sitio, donde me ayude a distraerme… Quizás ir a la discoteca me vendría bien, necesito salirme de mi rutina. En conjunto con las copas, la música electrónica, las posibilidades de conocer a alguien interesante, me hace mucha falta volver a vivirlo.
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