El contrato

— ¡Mamá, hermana! ¡Noooo! El fuego estaba consumiendo la sencilla casa ubicada en medio de un campo, un hombre joven veía como las lenguas ardientes acababan con su hogar mientras lloraba llamando a su familia. Intentó entrar, pero fue inútil, se podía escuchar el crujir de la madera que cedía ante las llamaradas y las chispas resonaban en cada sitio. — ¡Es él! — señaló una mujer que sostenía un rosario en la mano — es un asesino, ha matado a su madre y a su hermana, miren sus manos, probablemente se quemaron cuando roció la gasolina que inició el incendio. La policía esposó las manos del muchacho, sintió un enorme dolor cuando las frías esposas hicieron contacto con su piel; a pesar de esto, su mayor pesadumbre era saber que su hermana y su madre estaban muertas. — ¡Fue usted! ¡Usted lo hizo! — él se sacudió mientras la policía lo llevaba — a mí no me engaña con esa cara de mustia que posee, todos piensan creer quién es verdaderamente su familia, pero no es así, se oculta detrás de Dios para cometer atrocidades. El hombre fue llevado a rastras sin ninguna consideración, lo lanzaron a la patrulla de la policía mientras era escoltado por dos oficiales. Una fría cárcel fue el nuevo hogar de este muchacho que incluso se le negó asistir al funeral de su madre y hermana. — Ya saben qué es lo que tienen que hacer — la mujer puso un fajo de billetes muy grueso — quiero que lo maten. Ella se levantó de donde estaba y se fue. Los reos caminaron hacia la celda de este hombre, lo vieron en un rincón mientras lloraba en silencio; sin ninguna consideración lo alzaron y empezaron a golpearlo, ni siquiera había súplicas por su parte y solo emitió un sonido en el momento que destrozaron su pierna, le habían partido el hueso en dos y una parte de él había perforado su piel, la sangre que salía de esta zona era enorme y cuando los guardias llegaron solo lo encontraron a él inconsciente debido al dolor. […] — ¡No! Por favor papá, déjame por caridad. Una patada fue dirigida al vientre de la chica, la agresión fue tan fuerte que ella se quedó por segundos sin aire, en el momento que miró que su progenitor estaba arrastrando a su hermana menor fue que sacó fuerzas para levantarse, pero una botella de las muchas que había a su alrededor fue que la dejó inconsciente y con una herida muy profunda en su cabeza. Ella estaba reaccionando a duras penas, un grito fue lo que la despertó y al escuchar los gritos de su vecina fue que reaccionó. Ella se levantó de la cama, sintió como una gota de sangre se deslizaba por su frente, pero no le importó. — Sophie — habló la señora desesperada — querida mía, dime qué fue lo que sucedió ahora, ven aquí que necesitas que te ayude a curar esa herida. — Señora mía — ella respondió llorando — papá se llevó a Miem, me dio un golpe muy fuerte en la cabeza para impedir que se la arrebatara. Sophie llegó donde su vecina que la recibió con los brazos abiertos, la señora se encontraba sentada en su cama incapaz de poder levantarse debido a que tenía aparatos ortopédicos que le impedían poder moverse con libertad. — No tienes idea la impotencia que siento de no poder ayudarte, pero este problema en mis piernas me hace alguien inútil. — No se preocupe, además me da miedo que mi papá se atreva a hacerle algo — Sophie secó sus lágrimas — ya deje de llorar, solo espero que él no le hiciera nada a Miem, eso me dejaría destrozada si acaso llegase a suceder. — Lo más probable es que se la llevó al cara de niño — la anciana habló con rabia y compasión — ese maldito vicio lo tiene más loco de lo que ya era, ve a buscar a tu hermana a ese sitio. […] — Papá, papito — dijo la niña en medio de las lágrimas y juntando sus manos a modo de súplica — por favor déjame ir, no me hagas ningún daño, te lo suplicó por la memoria de mi mamá. — ¡Cállate! — escupió el hombre furioso — tú me vas a ayudar a conseguir mi medicina, ya estás lo suficientemente crecidita para asumir ciertas responsabilidades por tu viejo padre. La niña fue arrastrada hasta donde se encontraba el narcotraficante, en el momento que lanzó a la pequeña a los brazos del hombre fue tirada como si valiera menos que un trapo viejo. — ¿Qué crees que haces? — el hombre miró con rabia y desprecio a la niña — aquí no es guardería, así que llévate a tu mocosa por donde la trajiste. — Ella ya está lo suficientemente crecidita, te la dejo para que te cobres lo que te debo y también para que me des mi dosis doble. El hombre empezó a ver a la niña, poco le importaron los raspones que tenía en las rodillas y el estado esquelético en el que se encontraba. Después de pensar por varios minutos negó varias veces. — No hay trato, ella es demasiado niña y mi jefe no hace esos tratos. Vete con tu hijita y busca como pagar, porque si no lo haces — él sacó una pistola y le apuntó a la cabeza al hombre — ya sabes lo que te espera. — Tengo otra hija, es mayor que ella, tiene un buen cuerpo, debajo de todos los harapos que usa puedes encontrar curvas. — ¿Tu hija mayor? No gracias, he escuchado que es una fiera y que si alguien se atreve a tocarla es capaz de hacer cualquier cosa; hay hombres que les gustan las salvajes, pero a mí no — él alzó los hombros con indiferencia — incluso me sorprende que pudieras arrancar de sus brazos a su hermana porque con ella sé muy bien que la protege a toda costa y haría lo que fuera para preservar la seguridad de su hermanita. El sujeto se tuvo que ir sin lograr nada que le beneficiara, caminaba pensativo para ver de qué forma podía obtener su droga. Se detuvo en el momento que recordó las palabras de su proveedor, su hija mayor haría lo que fuera por salvaguardar a su hermanita. — ¡Ven aquí! — él la arrastró bruscamente del cabello — voy a conseguir mi medicina, pase lo que pase, ya sea a costa tuya o de tu hermana. El hombre llevó a su hija a una fábrica abandonada, bajó a un sitio y ahí fue donde la ató sin ninguna misericordia, a pesar de que la hija le suplicaba que la dejará ir. — ¡Papá, papito, papaíto! Por favor déjame ir de aquí, quiero irme con mi hermana que debe estar herida por el golpe que le diste. — ¡Cállate! — él le dio un golpe que le reventó el labio — ustedes dos me van a servir para algo más que joder con que tienen hambre, tu hermana va a responder por ti. El hombre se fue de donde estaba y caminó hacia la salida pese a los gritos de su hija que le suplicaba que no la dejará en ese sitio. Sophie por su parte salió a buscar al narcotraficante que le vendía a su padre la droga a la cual había sido adicto desde hace mucho, en lo que iba de camino fue detenida bruscamente por su progenitor que la arrastró del cabello y la llevó hasta la casa que de milagro no se caía. — ¡¿Qué has hecho con Miem?! Quiero que me la devuelvas en este momento, no pienso fallarle a mamá con la promesa que le hice, ¿No te bastó con matarla de tristeza? Ahora quieres hacer lo mismo con tus hijas. — ¡Cállate! — él le dio un puñetazo en el ojo y la tomó del cuello — escucha muy bien maldita, desgraciada, vas a conseguir 20 mil dólares si es que quieres volver a ver a tu hermana, has sido una maldición para mí y nunca te quise, a mala hora a tu madre se le antojó salir preñada de ti y de la estúpida de Miem. Sophie ya se estaba poniendo morada y fue sacada a la calle mientras era sostenida del cuello, el hombre que no aparentaba tener tanta fuerza la arrojó contra la pared, todo su cuerpo se desplomó y pudo ver como su progenitor cerraba la puerta. — No me interesa como vayas a conseguir el dinero, solo quiero que sepas que lo necesito cuanto antes. Así le vendas tu alma al mismísimo demonio, debes de traer esa cantidad y un extra para comprar mi medicina. La puerta vieja fue cerrada y Sophie comenzó a vagar por las calles, el cansancio la venció por completo, ella terminó por acostarse en una banca que estaba en el parque, en el momento que se quedó dormida pudo sentir que alguien la estaba tocando de forma inapropiada, al abrir los ojos miró a un vagabundo que la quiso atacar pero salió corriendo. — ¡Ayuda! — ella lloró de tal forma que los perros empezaron a aullar — por amor a Dios necesito que alguien me ayude. ¿Acaso no hay un alma que vea por mí? Un vagabundo que se encontraba recostado a un árbol miró a Sophie pedir ayuda a gritos, movió sus dedos con elegancia en dirección a un hombre vestido de traje y él fue caminando en dirección al agresor de la chica y le dio un golpe en el estómago que lo dejó tirado, luego de eso desapareció como si fuera un espectro. Varias mujeres salieron de una esquina, en el momento que vieron que la chica huía fue que salieron a su auxilio y con ellas también se encontraba un hombre muy alto que intimidaba a cualquiera…