-Menuda nochecita -le dije a Chris mientras me tomaba el café sentada en uno de los taburetes de la cocina. Él entraba esplendoroso, con solo unos bóxer y los pelos revueltos de haber pasado una magnifica noche de pasión.
La mía no había estado mal, a pesar de haber tenido que dormir con música para no escuchar los jadeos provenientes de la habitación de al lado.
-¿Por qué? - me preguntó con cara de inocente, una cara que no se la creía ni él.
Me incorporé sobre la mesa y le solté;
-Oh, ¿me tomas el pelo? Se habéis llevado toda la noche. - me salió la risa al final y me eche hacia atrás para carcajearme en lo que él sonría y se encogía de hombros-Ni que decir tiene preguntarte si lo has pasado bien – le comenté una vez dejé de reír.
Chris sonrió con esa sonrisa que decía ¨¿no es evidente?¨
-Eres un descarado, Chris Owen.
Me levanté y fui a lavar mi taza, tenia que darme prisa o llegaría tarde a trabajar.
-¿Y Lucy? ¿Se ha marchado ya?
-No, esta en la cama. Voy a hacerle el desayuno.
Lo miré extrañada. ¿Con que hacerle el desayuno? Umm. Sonreí al tiempo que le decía;
-Ah, me parece perfecto- me aproximé a él y le di un beso en la mejilla- Espero que disfrutéis de la mañana y del desayuno- le di un empujoncito con la cadera- Me piro a trabajar. Nos vemos luego.
Chris asintió.
-Qué suerte tienen algunos- refunfuñe para mí.
Me senté en mi puesto de trabajo alrededor de las nueve de la mañana. Aquello estaba tranquilo, apenas había movimiento, por ello decidí llamar a Roger el mecánico de mi coche.
-Hola, Roger. Soy Alyssa. Quería avisarte que me pasaré a recoger mi coche esta tarde.
Como siempre Roger era un encanto y quedé en ir cuando saliera del trabajo. No tener coche era un rollo, tenia que depender del bus o de alguna compañera que coincidiera en mi turno para venir a trabajar. Se me hacia insufrible.
Los bus siempre tardaba demasiado y luego estaban atestados. Y por otra parte me irritaba tener que poner en un compromiso a mis compañeras de trabajo. Pero aquello ya iba a terminar, ya tendría mi coche de vuelta, lo que me alegraba un montón.
-Uau, jamás te he visto tan sonriente.
Ya sabia de quién se trataba, levanté la cabeza y lo miré.
Oh, j***r. Garret estaba guapísimo al otro lado de la barra de recepción. Llevaba un traje n***o con camisa burdeos y corbata negra. Su pelo engominado para atrás y sus ojos de un celeste chispeante. Su físico era impresionante y ahora podía decirlo con todas sus letras.
-Oh, vaya, tú por aquí -le dije sin más.
Él se apoyó en el mostrador tan chulesco como usual.
-Oh, vaya tú tan simpática como siempre.
Tras escucharle decir aquello una sonrisa inevitablemente salió de mis labios.
-¿Qué quieres Garret? -le pregunté al tiempo que apoyaba los codos en la mesa y entrelazaba las manos a la altura de la barbilla.
Garret me miró y se incorporó. En esa postura recta, parecía más intimidante.
-Simplemente pasaba por aquí, te he visto sola y he decidido acercarme. Nada del otro mundo – se encogió de hombro mientras lo decía.
Yo le miré alzado una ceja. Él parecía aguantar una sonrisa.
-Interesante. ¿Algo más? -le dije de manera despreocupada.
No sabia el porque, pero tenerlo delante me ponía un pelín nerviosa.
Quizá fuera por esos encuentros sexuales que hasta ahora había tenido con él. De manera tan sexy y diferente. Mis encuentros con otros chicos para nada habían sido de aquella manera. Y cuando decía diferente me refería a que jamás me había acostado con un chico que no fuera mi pareja en ese entonces. Él se dignó a contestar;
-Eh, sí. Una cosa más. Cena conmigo esta noche.
¿Qué cenara con él? ¿Pero que...
-Qué va, esta noche no va a poder ser -me salió con toda la seguridad posible.
Garret me miró arqueando una ceja mientras metía sus manos en los bolsillos.
¿Cómo iba a cenar con él? Lo que había entre los dos solo era sexo, nada más.
-No creo que tengas nada que hacer esta noche.
Aquellas palabras me quemaron.
-Pero bueno, ¿Qué sabes tú? Ahora muévete y déjame trabajar.
Garret miró a su alrededor.
-Pero si no hay nadie, en que vas a trabajar –comentó- Bueno, excepto aquella señora de allí con su perro.
Puse los ojos en blanco. j***r, librarme de él me iba a costar lo suyo.
-Qué gracioso. Lárgate de una vez, Garret -le dije con frustración.
Pero él en vez de marcharse se apoyó en el mostrador y se cruzó de brazos.
-Aquí me voy a quedar hasta que me digas que sí. ¿Sabes? Tengo la tarde libre.
Lo miré con la boca abierta. ¿Pero cómo podía hacerme eso? ¡Quería que se largara de una vez!
Esperé unos segundos. Unos segundos en los que ni él, ni yo abríamos el pico. Entonces empecé a desesperarme mientras lo oía silbar.
-¿Es que no piensas marcharte? -le pregunté absurdamente porque su respuesta fue un escueto y rotundo; No.
En ese momento se aproximo un hombre maduro con un espeso bigote blanco.
-Hola, señorita. Tengo reservada una habitación...
-Hola, caballero. Dígame su nombre y apellidos, para poder verificarlo, por favor- le puse mi sonrisa profesional, esa que solo ponía en el trabajo.
Garret nos observaba atentamente.
¿Es que no pensaba marcharse? Meditaba yo mientras tanto. Una vez acabé de atender al señor le dije sin ninguna paciencia. Algo que él notó en mi cara.
-¿Te vas a quedar ahí todo el tiempo?
Garret se giró hacia mí.
-Sí.
Resoplé exasperada.
-¿Piensas hablar en monosílabos todo el tiempo?
Garret ni se inmutó. Agrrr.
-¡Esta bien! ¡Cenaré contigo esta noche! -claudiqué ya harta de tenerlo ahí parado.
Él entonces sonrió abiertamente. Aquello me exasperó aun más. Se volvió hacia mí y me dijo;
-Bueno, eso esta mejor. ¿Ves qué fácil? ¿A qué hora sales de trabajar?
-A las siete. Pero tengo que ir a recoger mi coche.
Garret suspiró.
-Espero que estés lista sobre las nueve y media, si no es mucho pedir.
-Oh, por favor, vete de una vez.
Garret se marchó dejándome con el recuerdo de una sonrisa victoriosa. El muy c*****o, se había salido con la suya.
Una vez me despedí de Roger, ya en mi coche reparado, me dirigí a casa. Tenia que arreglarme.
Cuando llegué, no había ni rastro de Chris, estaría trabajando en la pizzería, así que me dirigí a la ducha, me sequé el pelo y me maquillé como llevaba tiempo sin maquillarme. Me puse unas sombras oscuras en los ojos y mucho rímel en las pestañas. El contraste de las sombras oscuras con mi ojos azules siempre me encantaba. Me parecían muy sexy. En los labios me puse rojo, el rojo siempre atraía así que estuve satisfecha con mi decisión. Me eché un poco de perfume en las muñecas y en el cuello y me fui en busca de un vestido que me valiera.
El vestido que elegí fue un clásico vestido azul, y un par de sandalias de tacón. Agarré el bolso y me miré en el espejo, me alegraba del resultado.
-Creo que me veo espectacular -me dije antes de que sonara el telefonillo.
Ese debía de ser Garret.
Cogí una chaqueta y me dirigí al portal. Una vez allí me encontré con quién no pensaba hacerlo.
-¿Qué haces vestida así? -me intercepto Chase.
Yo lo miré con mala cara. ¿Qué demonios hacia aquí de nuevo?
Se me acercó un poco.
-No has respondido a mi mensaje -quiso agárrame la mano, pero yo retrocedí evitando que me tocara. Él se quedó parado, mientras sus ojos me miraban intensamente. En otros tiempos me hubiera gustado esa mirada.
-Chase, te agradecería que te marcharas. Te lo dejé claro la otra vez.
A Chase se le cambió la cara.
-Alyssa... -hizo el amago de aproximarse, pero interpuse mi mano para que no lo hiciera.
-Chase, por favor. No hagas las cosas más difíciles. Márchate.
-Te quiero de vuelta. j***r, Alyssa, te quiero.
Su cuerpo denotaba nerviosismo y sus ojos me pedían clemencia, algo que ya no podía darle, tras haber pasado lo que pasé. Mi tiempo y paciencia habían terminado.
-No puedes decirme esas cosas, Chase. Te di la oportunidad de que hicieras las cosas bien porque... porque yo te amaba, pero...
Él me interrumpió. Se pasó una mano por el pelo.
-Ellas no fueron nada, créeme.
Yo cabeceé exasperada. Dijera lo que dijera ya nada iba hacer que cambiará de opinión.
-Ya no importa. Por favor, márchate -di un paso al frente y él me lo impidió, en ese momento oímos un coche que se paraba frente a nosotros. Era un deportivo gris y dentro estaba Garret.
Miré a Chase que en ese momento miraba hacia el coche y le dije.
-Márchate -dicho aquello me dirigí hacia Garret que me esperaba ya fuera en la cera. Lleva el pelo engominado para atrás, vaqueros y americana negra.
-Hola -me dijo al abrirme la puerta.
Yo le sonreí un poco.
-Hola -me acomodé en el asiento y cerró la puerta.
-¿Quién era ese tipo? -me preguntó él.
Me giré para ver a Chase. Estaba donde mismo lo había dejado, con las manos metidas en los bolsillos. Conociéndolo como lo conocía estaría furioso. Aparté la mirada y le respondí.
-Nadie importante.
Sacudí la cabeza al tiempo que lo decía, no quería hablarle del tema.
-Para no ser nadie, parece que te afecta.
Garret puso el deportivo en movimiento.
Me volví hacia él.
-A ver, ¿vamos hablar de esto que no tiene ninguna importancia para ti o vas a decirme a donde vamos?
Garret sonrió. Yo lo hice también.
-Cenaremos en el Oasis.
Al decirme el sitio inevitablemente sonreí. Como no, iba a llevarme al restaurante más caro de todo Chicago.
-Oh, vaya, gracias -le agradecí divertida.
-Lo mejor para ti -me respondió él, al tiempo que aceleraba.
El trayecto en coche fue divertido, Garret no paró de cantar, y sorprendentemente pude ser testigo de que no se le daba nada mal. Una vez llegamos al destino, Garret me ayudo a salir del deportivo, que se apreciaba demasiado bajo para mi gusto. Luego me cogió la mano y caminamos juntos.
-Estás hermosa.
Yo le miré entornando una ceja.
Garret sonrió y entonces entramos en el restaurante.
Aquel lugar era impresionante. El lujo se quedaba corto. La paredes eran de tonos oscuros, las lamparas que caían del techo eran de araña y las cortinas que lucían a las extremos de los ventanales de color pastel, la combinación era fabulosa. Recordaba haber estado allí en los mejores acontecimientos de la familia. A mamá le encantaba este lugar y a mí también. Sin duda, Garret había hecho una buenísima elección.
Una vez llegamos a la recepción, Garret dio su nombre;
-A nombre de Garret Heller.
El nombre de cabellera negra nos tachó y a continuación nos condujo hacia una estancia reservada solo para dos, alejados de todos y de todo. En ese momento, Garret me miró y me guiño un ojo.
Cuando nos quedamos a solas me dijo;
-¿Impresionada?
Yo suspiré y sonreí al mismo tiempo.
-Muy impresionada.
Garret sonrió. Se le notaba satisfecho y la verdad es que yo me alegraba de ello.
La estancia donde nos encontrábamos era idéntica a la de afuera, las sillas y la mesa se conjuntaba en tonos burdeos y sobre ésta reinaba un gran candelabro con siete velas blancas. Sin duda alguna me encantaba este lugar. Era muy lujoso, pero sin llegar a ser extremadamente extravagante.
Garret me hizo señas para que pusiera mi atención en él.
-¿Dónde andas?
Le sonreí abiertamente.
-Pensaba que este lugar es hermoso.
Él sonrió.
-En eso estamos de acuerdo.
Yo solté una risita. En el poco tiempo que habíamos estado juntos era la primera vez que estábamos de acuerdo.
-Estás muy guapo – le dije sin más.
Garret se rio.
-¿Y cuando no lo estoy? -me reprochó con guasa.
Yo le miré con la boca abierta y en ese momento entró el mesero, colocó el primer plato y se marchó volviendo a déjanos solos.
La conversación con Garret era amena.
-Dime, ¿cuántos años tienes?- le pregunté a Garret.
Sentía curiosidad por saberlo.
Éste sonrió. No sabia el porqué, pero me gustaba que sonriera.
-Veintisiete.
Oh, vaya. Aquello me sorprendió.
-¿Sabes? Solo eres un año mayor que yo.
Garret me miró divertido.
-¿Así que soy mayor, eh? -bromeó mientras se metía a la boca un trozo de bacalao.
-¿Puedo preguntarte algo?
Garret alzó una ceja.
-Ya me has preguntado un montón de cosas. ¿Qué tendría esta de diferente? -me contestó cuando tragó un bocado.
Era cierto, le había preguntado por su trabajo, al parecer se dedicaba a diversas funciones, -economía, publicidad, tecnología sostenible.- por su vivencia en Europa, por su edad, pero me quedaba algo que me mantenía intrigada.
-Quería preguntarte por Sharon.
Garret torció el gesto.
-A ver, pregunta.
Yo tragué saliva.
-La otra vez cuando te dije su nombre, dijiste que no querías volver a escuchar ese nombre en tu presencia y luego ayer, apareciste con ella. Se me hizo un poco raro.
Garret me miró por unos segundos. Unos segundos en los que no dijo nada. Solo me miraba hasta que habló;
-Porque sabia que probablemente te vería a ti.
Lo miré con los ojos muy abiertos.
-Pero me dijiste que no esperabas verme -le solté alzando un poco la voz.
Garret se carcajeó.
-No sabia si te vería o no.
Yo sonreí entonces. El muy canalla, se presentó en casa de mis padres queriendo.
-Y cuéntame entonces de tu comportamiento con ella.
Garret empezó a contarme que tras la muerte de su padre, le dolió mucho que su madre se volviera a casar con otro hombre.
-Pero tú con McDermott tienes una buena relación.
Garret asintió.
-Exacto, la tengo. Pero él no tiene la culpa. La culpa es de ella por no respetar a mi padre, solo hacia tres meses que había muerto.
Aquello me asombró. Repliqué a Garret.
-Se que no es agradable, de verdad. Pero tu madre tenia derecho a renacer su vida. Es una mujer vivaracha, de apariencia joven. Es normal. No puedes culparla. Merecía volver hacer feliz.
El cabeceó ofuscado.
-No en tan poco tiempo. Solo me hace pensar que nunca lo quiso.
Sin querer ahondar más en el tema, y agradeciendo la interrumpió por parte del mesero, me quedé callada. No debía meterme en temas tan personales para él. Y mucho menos si nuestra relación no iba por un camino formal. Lo nuestro era sexo, nada más.
Cuando estos retiraron los platos, y nos pusieron el postre, Garret se veía más animado.
-Quizá el mejor postre a probar seas tú.
Una carcajada me salió de los labios. Y queriendo ser más atrevida que él y dejarlo con la boca abierta murmuré;
-¿Y por qué no me pruebas?
Garret inspiró.
-¿Eso quieres? -me preguntó con gran interés.
-Sí – exhalé ansiosa por sentir sus manos alrededor de mi cuerpo.
Garret sonrió lentamente. Aquello me calentó un poco más.
-No voy a hacerlo.
Lo miré seriamente, sin poder dar crédito a sus palabras.
-¿Oh, por qué? - le reclamé.
Él se encogió de hombros.
-Solo quería una cena contigo, no un acto s****l esta noche. Bueno sí, pero no lo haré.
Lo miré con la boca abierta. No podía creerme una cosa así, viniendo de él. Después de las anteriores veces, no me lo creía.
-Quizá pueda engatusarte -le dije con coquetería a través de las pestañas.
Garret sonrió.
-Lo conseguirías sin lugar a dudas. -se miró el reloj y dijo dejándome con ganas de seguir coqueteando con él- Tenemos que irnos, Mañana tengo una reunión importante temprano en la mañana – dicho eso se levantó, vino hacia mí y me tendió la mano.
Al principio medité si aceptarla o mandarle al cuerno. Seguidamente hice lo primero. Salimos del reservado y luego a la calle en dirección al coche.
Garret me ayudo a montarme y luego se montó a él.
-No puedo creer que me dejes con las ganas – le reproché al tiempo que me abrochaba el cinturón de seguridad, Garret sonreía satisfecho.
-Te regalaré juguetes para los días que yo no esté disponible.
Eso me dejo alucinada. ¿Cómo podía decirme algo así?
-Ahórrate los jueguecitos -le solté indignada.
-¿Lo has pasado bien? -me preguntó cuando estaciono delante de mi apartamento, las luces estaban a oscuras lo cual me indicaba tres posibilidades o que Chris no estaba en casa, o que se estaría enrollando con Lucy o que estaría durmiendo plácidamente. Y de las tres, prefería la tercera.
-Apenas -le respondí aún hosca.
-Venga dime que sí – me insistió Garret.
-A la cena le pongo un diez, a la compañía penas llega a un uno.
Garret se carcajeó burlándose de mí.
-¿Apenas un uno? Bueno tendré que conformarme o intentar algo para subir de nivel.
Dicho eso, se acercó a mí, me agarró la cara y me dio un ardoroso beso.
Cuando el beso terminó, me sentí mareada.
-¿Y ahora? ¿Subo hasta un cinco? -siguió diciéndome divertido.
Yo le di un azote en el brazo.
-Deja de reírte de mí. Y no, no llegas ni a un cinco raspado.
En un instante, me cargo por los muslos y me pasó a su asiento.
-¿Estás loco? -protesté mientras me ponía sobre él.
-¿Querías más no?
Lo miré y sin poder contenerme me abalance sobre él. Garret me agarró por la cara para ahondar más en el beso. Cuando nos separamos cogí aire.
-¿Mejor? -me preguntó mientras él también inhalaba.
Yo sonreí esta vez. El beso que nos habíamos dado era el que había estado esperando durante toda la noche. ¡Y lo había conseguido!
Garret sonrió también, abrió la puerta y me dejo salir. Hecho esto, me acompaño hacia el portal. Allí nos despedimos.
-¿Entonces lo has pasado bien?
Le respondí con un sí.
Él me sonrió.
-Vamos sube.
Yo le sonreí. Y antes de subir escuche como decía;
-Nos vemos, muñeca.
Dicho aquello se marchó.
Me empecé a reír mientras me dirigía hacia el ascensor, Garret era impredecible y a pesar de haberle pedido que no me llamara así, lo seguía haciendo. Aquello ya me hacia gracia. Por otra parte la noche había sido agradable descubriendo muchas más cosas sobre él y bueno, con el lugar había acertado de sobra. Lo único que había faltado era ¡SEXO! El muy canalla me había dejado con las ganas, pensar en los encuentros que habíamos tenido anteriormente, no me favorecía en absoluto. El sexo con Garret era diferente, era en lo único que pensaba, mientras abría la puerta de casa, en volver acostarme con él.