Capítulo 7

2317 Palabras
Cuando Antonio volvió al restaurante vio que Eduardo aún estaba ahí y sus padres ya se habían retirado y Eduardo cuando me lo vio dijo —Hey amigo pensé que ya no te vería hoy, la verdad creí que te había perdido. —La iba a besar y su hermana apareció justo en ese momento, no sé qué hacer ahora, ¿cómo la veré a los ojos mañana? —Primero dile la verdad de quién eres yo siento que es una chica buena y me recuerda mucho a… En esos momentos Antonio lo interrumpió diciendo —Si tienes razón se parece mucho a Andrea, no tanto físicamente, aunque Marisol es también realmente muy linda la siento muy frágil y quisiera protegerla cuando la veo a los ojos olvido hasta quien soy, ahora no sé qué debo hacer. —Debes decirle la verdad, no comiences una relación en base a una mentira no tienes por qué cambiar la forma en la que llevarás las cosas aquí pero que ella sepa quién eres tú, Cheryl se sintió muy bien con ella y yo confío en ella la última chica que le presenté de inmediato la rechazo y ya sabes cómo me fue por no escucharla. —Déjame pensarlo bien, aunque creo tienes razón. —Mientras lo piensas que tal si me acompañas a buscar mi carro nuevo. —Me parece una buena idea —le respondió Antonio, que por más que lo intentaba no dejaba de pensar en ese casi beso. —Se que en la ciudad tener un carro es complicado pero extraño eso —dijo Eduardo. —Déjame decirte que hoy agradecí ir como sardina en el tren. —Creo que te está haciendo mal la ciudad —comento Eduardo con una sonrisa. En el camino ambos estuvieron platicando de muchas cosas, Eduardo contentó de como Marisol había preparado una mesa y que él pensaba que ella era un diamante que podían pulir y estaba seguro de que sería perfecta para atender los eventos especiales. —Yo también así lo creo —respondió Antonio. Llegaron al dealer y Eduardo que no se queda atrás con sus gustos retiró un lindo Audi Q3 del año en color gris, Eduardo es un tipo sencillo para vivir, aunque en realidad trabaja porque quiere, tiene una buena fortuna, pero nunca ha encontrado la persona correcta con quien compartirla. —La verdad es que vivimos en un lugar que amerita un buen carro tal vez lleve a pasear a una linda chica, me dijiste de Marisol tiene una hermana ¿Verdad? ¿Es tan linda como ella? —No lo sé, creo que se parecen un poco —respondió Antonio. —Amigo tú si estas bastante mal, mira que no ver por los posibles intereses de tu mejor amigo, pero pasando a otro tema había olvidado contarte algo tengo una gran noticia ¿Sabes quien se muda a la ciudad? y que muy pronto tendremos boda y tal vez sea en el restaurante. —No lo sé, ¿quién? —respondió Antonio intrigado. —¡Ricardo! —¿De verdad?, que buena noticia, no he hablado con él desde hace meses, la última vez fue cuando me fue a ver antes de dejar Chicago. —Está muy feliz a su novia le han dado el alta, al fin está libre de la leucemia, en realidad su familia ha decidido mudarse de vuelta a la ciudad, los padres de ella tenían un departamento rentado y al parecer Ricardo y su novia vivirán ahí después de casarse, ella trabajará como maestra y a él lo contrataron para una firma de abogados aquí en New York, los padres de ella están comprando una casa cerca, pero a las afuera de la ciudad, deberíamos juntarnos los seis. —¿Los seis? —preguntó Antonio extrañado. —Si los seis, Ricardo, su novia, tú traes a Marisol y de paso le dices que invite a su hermana. —Jajaja, tu idea a pesar de que es un poco loca no suena mal, pero déjame ver primero que pasará con Marisol. —Dile que dejarás de ser su compañero de trabajo y serás su jefe. Esa noche Antonio casi no podía dormir, recordaba el momento en el tren, el beso que casi se dieron en el parque, recordaba que la tomó de la mano y al mismo tiempo se sentía culpable de tener esos sentimientos por alguien más que no fuera Andrea. ¿Cómo podía sentirse así cuando aún tenía en su billetera una foto de ellos donde podía ver sus hermosos ojos verdes? ¿Será posible que haya una posibilidad para él con alguien más y se pueda volver a enamorar? ¿Cómo poder sentir algo sin sentirse culpable? Antonio sintió que todos sus pensamientos estaban dando vueltas en su cabeza cuando escuchó la voz de Andrea diciendo —Yo siempre estaré contigo, mi corazón está muy cerca, por favor no te niegues la oportunidad de ser feliz. En ese momento despertó y vio que la ventana de su cuarto estaba abierta se levantó a cerrarla y pensó «creo que Eduardo tiene razón no puedo comenzar algo sea lo que sea con una mentira y debo darme una oportunidad» Ahora más que nunca Antonio quería que la noche terminara rápido para poder hablar con Marisol, esta vez era él quien estaba afuera del departamento de Eduardo con dos cafés quien al verlo le dijo —De verdad ¿Qué te paso? —He decidido darme una oportunidad y que sea lo que sea, pero necesito aclarar todo con Marisol antes de comenzar algo. —Me parece muy bien, se ve que es una buena chica y si continuas una mentira así podrías arruinar todo en un futuro. —Lo sé, tienes razón, te diré algo, anoche soñé con Andrea y estoy seguro de que ella siente que yo debo intentar rehacer mi vida. —Andrea te amaba como a nadie mi amigo, estoy seguro de que ella será feliz donde quiera que esté, si tú también lo eres. —Esta vez yo también llevaré mi carro, nos vemos allá —respondió Antonio cuando llegaron al garaje del edificio. Cuando ambos llegaron al restaurante ya la mayoría estaba ahí con la mirada Antonio buscó entre todos y vio a Marisol bajar del carro de su papá, venía vestida con unos jeans que se amoldaban perfectamente a su figura y una linda blusa rosa, la verdad ella es muy femenina, un maquillaje delicado sus labios rosa y su cabello tomado, Antonio sintió que quería besarla pero todos estaban ahí y necesitaban hablar primero pero también sabía que debían trabajar, así que Antonio se acercó a ella y le dijo al oído —Buenos días Marisol, te vez muy linda hoy ¿Tú crees que podamos hablar a la salida? no te preocupes yo te llevo de vuelta a tu casa. —Claro que si —respondió Marisol, con una sonrisa. Antonio nunca había sentido un día tan largo, sólo quería que las horas pasaran rápido, revisaron los últimos detalles para los clientes del día siguiente, esa tarde llegaron unos arreglos florales y Marisol no pudo evitar hacerles algunos cambios que por lo demás sorprendió gratamente a todos, Cheryl estaba muy impresionada, notó que Marisol conocía muy bien el sistema formal en una mesa, trabajó con diferentes arreglos para poder darle opciones a los clientes, la verdad es que hizo un excelente trabajo y estaban seguros que ella podía marcar la diferencia. Cuando llegó la hora de irse Antonio la esperó afuera del restaurante en su carro y le dijo —Sube yo te llevo. —¿De seguro te dejarán usar el carro nuevamente? —preguntó Marisol asombrada. —No hay problema, te lo aseguro —le respondió Antonio mientras le abría la puerta como todo un caballero. Después de subirse Antonio le dijo que quería llevarla a un lugar especial pero que por favor no tuviera miedo Marisol lo miró y respondió —No me preguntes ¿por qué?, pero la verdad no tengo miedo. Llegaron al edificio donde vive Antonio y Marisol le pregunto —¿Qué hacemos aquí? —Aquí vivo yo —le respondió él. Después de estacionar el carro subieron al lobby y ahí lo saludó el guardia diciendo —¡Buenas tardes don Antonio! —¡Buenas tardes don Julio! ¿Cómo ha estado hoy? ¿Ha tenido mucho trabajo? —respondió Antonio mientras tomaba la mano de Marisol para que caminara a su lado. Marisol sin decir nada estaba no sólo sorprendida sino también confundida. A la salida del elevador caminaron un poco y Antonio dijo señalando uno de los departamentos —Ese es el departamento de Eduardo. Ella seguía sin decir nada y cuando llegaron al departamento de Antonio él saco sus llaves y ella dijo —Espera, ¿tú vives aquí? —Si —respondió Antonio pasa por favor. —¿Cómo puedes pagar este lugar con el trabajo que haces? No entiendo nada —dijo Marisol, que ahora estaba aún más confundida. —Siéntate por favor, quería hablar a solas contigo antes de terminar lo que comencé ayer, no quiero mentiras entre nosotros, debo reconocer que nunca me había sentido así por nadie y menos en tan poco tiempo, tengo una historia que debo contarte —dijo Antonio que sonaba muy serio con su comentario. —Te escucho —respondió Marisol mirándolo a los ojos. —Hace poco más de un año yo vivía en Chicago, tenía una novia llevábamos un año de relación, le pedí que se casara conmigo, ella aceptó y yo sentí que era el hombre más feliz del mundo pero esa misma noche a la salida del restaurante nos asaltaron y uno de ellos le disparó, ella perdió la vida después de eso yo no quería saber de nada ni nadie, mi padre que era el dueño del restaurante, es más mi padre es el dueño de una cadena de restaurantes, tomó la decisión de vender el lugar y venirnos de Chicago a New York. —Espera, ¿me estás diciendo que tu padre es don Gonzalo y que tú eres? —dijo Marisol, que estaba totalmente asombrada con lo que acababa de escuchar. —Si, mis padres y yo somos los dueños del lugar donde acabas de comenzar a trabajar —le respondió Antonio mientras tomaba la mano de Marisol. —Eso quiere decir que tú eres mi jefe, ¿por qué nadie lo sabe? —La razón es que quiero entender el lugar en todas sus formas, yo estudié administración de empresa, aunque muchas veces me puse el gorro, el delantal y atendí los restaurantes de mi padre, él y mi abuelo aprendieron del lugar trabajando y yo quisiera hacer lo mismo. Eduardo es uno de mis mejores amigos, el otro está por llegar de Chicago ya que muy pronto se mudará aquí además él es el hermano de Andrea. Por favor dime algo yo deseo besarte, pero no quiero que pienses que quiero abusar de mi posición, pero no quiero hacer las cosas en base a una mentira sólo te pido que guardes este secreto por un tiempo —dijo Antonio, que a pesar de todo se sentía aliviado después de esa confesión. —Perdón me quede en la parte de, yo deseo besarte, porque yo también deseo que lo hagas, aunque todo esto me… —respondió Marisol. Cuando Antonio escuchó esas palabras no pudo más que acercarse a ella tomar su rostro, tocar sus labios, primero con sus dedos y después con sus labios, lentamente la abrazó fuerte podía sentir los latidos de su corazón, podía sentir sus nervios y eso le excitaba y lo hacía querer besarla aún más, sentía que si seguía así no podría controlarse, pero no sabía bien si ella quería que él se detuviera. Lentamente se recostó sobre ella en el sofá de la sala sus manos comenzaron a acariciar las piernas de Marisol por sobre el pantalón de pronto llegó a su blusa ya estaban en un momento en el que no hay vuelta atrás, donde sabes que la ropa estorba, donde sólo quieres fundirte en el cuerpo de esa persona, la respiración de los dos era muy agitada él puso sus manos entre sus piernas mientras sentía como ella respiraba cada vez más agitada eso lo volvía loco justo estaba desabrochando el cinturón de su pantalón cuando sonó el celular de Marisol que rápidamente se sentó en el sillón y revisó su teléfono y dijo —¡Es mi mamá! —Hija ¿dónde estás?, llamé al restaurante y me dijeron que saliste hace un rato quería saber si quieres que papi pase por ti. —No mami, ya voy no te preocupes me quede conversando, pero ya llego. —Perdona debo irme —dijo Marisol, muy apenada después de terminar de hablar con su madre. —Te entiendo creo deberé usar un baño de agua helada —le respondió Antonio con una sonrisa. —Creo que yo también —dijo Marisol, mientras trataba de acomodar su blusa. —Podríamos intentarlo juntos, aunque dudo que esa ducha terminara muy fría —dijo Antonio, con una sonrisa mientras la abrazaba. —Lo siento, debo irme, pero puedo tomar un taxi —dijo Marisol, que aún no se reponía bien de lo que acababa de suceder. —Claro que no, como voy a permitir que te vayas en un taxi —respondió Antonio mientras guardaba sus llaves en el bolsillo y la tomaba de la mano para salir del departamento, la llevó a su casa y la besó nuevamente antes de bajar del carro y al despedirse le recordó con una sonrisa —De verdad ahora si voy a necesitar una ducha bien fría. —Si te sirve de consuelo yo también, nos vemos mañana —le respondió Marisol, mientras se mordía el labio y sonreía.
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