Verifico la hora en mi móvil, 4:45 P.M. aún faltan quince minutos para que mi jornada laborar llegue a su fin, por suerte mi jefe a pasado el día de reunión en reunión sin necesidad de que yo participe en ellas.
Termino de organizar su agenda del día próxima, el sonido del intercomunicador interrumpe mi trabajo, maldigo por lo bajo.
Me levanto y camino hasta su oficina, toco la puerta y entro inmediatamente a sabiendas de que el me está esperando.
- Kyara te necesito para está noche- me informa con la mirada fija en su computador - usarás eso- levanta su rostro y me señala una bolsa encima de su escritorio.
Lo observo sin entender, enarca las cejas al fijarse en mi gesto.
- Tengo una reunión y necesito que estés presente.
- Pero señor no soy la encargada de ese tipo de cosas, debería llamar a Lana, ese es su trabajo-. Sus ojos se fijan en los míos, se levanta de su asiento, rodea su escritorio y llega hasta mí.
- He dicho que irás tú - su tono gélido hace que se me erice la piel- no quiero contradicciones, Kyara, que seas mi favorita no te da derecho a contradecirme-. Toma mis manos entre las suyas apretando ligeramente. - ¿ Queda claro?.
Asentí con la cabeza, me zafe de su agarre caminando hacia la puerta.
- Kyara- volteó al escuchar su voz-. Tu regalo, quiero que lo uses está noche.
- Pero...
- Sin peros- sentenció -. Mi chófer pasará por ti a las ocho- tomó la bolsa entre sus manos y me la tiende.
(***)
- ¡ Kyara!- pego un pequeño grito al escuchar a Patrick gritar tras de mí.
- ¡ Dios!, un día me matarás de un susto- le pego en el hombro, sonreí como un ángel logrando así que se me olvide el enojo- ¿ y papá?.
- Cuando llegué estaba dormido y aún no ha despertado - enarco las cejas incrédula, voltea los ojos hastiado - sí, ya lo revisé.
- Ese es mi niño - lo acerco hasta mí y le doy apretujado abrazo.
- ¡ Oye!, que no soy un niño- se queja soltándose de mi -: te recuerdo que ya tengo quince osea que soy un adolescente...
- Sí, sí, lo que diga el hombresito- camino hasta las escaleras, perdiéndome en ellas.
Entro a mi habitación, me quitó los estúpidos tacones, descalza camino hasta la habitación de mis padres. Abro la puerta lentamente tratando de hacer el menor ruido posible.
Acostado, como dijo Patrick estaba papá. Parecía dormir tan plácidamente, tranquilo, sin dolor alguno.
Lo peor del cáncer es ver como consume a su portador de la forma más dolorosa, me acerco hasta la cama observándole. Ha perdido mucho peso, su pelo n***o está desapareciendo lentamente y lo peor es que necesita otra intervención quirúrgica, tanto mamá como yo estamos tratando de reunir el dinero pero pareciera que nunca lo lograremos...
Entre las quimioterapias, los medicamentos y gastos cotidianos no llegamos a ahorrar casi nada y como si fuera poco el seguro no ha cubrido casi nada, además de que se nos está dificultando pagarlo.
Tocó su frente y noto que está algo subido de temperatura, vuelvo a hacerlo y sí, tiene fiebre. Camino hasta el baño, busco entre sus medicamentos, encuentro el indicado y regreso junto a él
- Papá - lo llamo suavemente, sus ojos se abren mirándome con ternura.
- Kya, ¿ cuándo llegaste?- preguntó con media sonrisa, un pequeño nudo se instala en mi garganta al verlo tan tranquilo.
- Hace... Unos minutos, toma esto- lo ayudo a incorporarse, se toma la medicina con una mueca de desagrado.
- Deberías dejar de luchar tanto - susurra acomodándose en la cama, lo ayudo con la almohada.
- No puedo dejar de trabajar.
- No me refiero a eso, aunque eso va incluido- sonrió ante su cometario fuera de lugar.
- Eres insoportable - termino de acomodarlo- descansa, dentro de unos minutos estarás mejor.
Camino hasta la puerta, antes de salir me giro hacia él.
- Te amo.
- Y yo a ti, hija.
Después de hacear la casa y prepararle la cena, decido llamar a mi madre a su trabajo. Le cuento de la reunión a la que tengo que asistir está noche. A diferencia del mí trabajo ella sale mucho más tarde del suyo, es maestra pero suele dar clases privadas después que termina su turno normal. Todos los días llega agotada a casa, a veces desearía poder ahorrarle tantas malas noches.
Entro a mi habitación, observo la bolsa que me dio el señor Lordes, confirmo la hora. Me pongo como loca a ver que sólo faltan treinta minutos para las ocho y ni siquiera me había bañado.
Me ducho lo más rápido posible, coloco mi ropa interior rápido, tomo la bolsa y veo su interior. Me siento unos segundos sobre la cama, sorprendida por lo que ahí he encontrado.
Un vestido de diseño exclusivo de un color rojo, con corte tipo corazón junto con unos tacones de ensueño, creo que el conjunto completo vale más que mi casa con todo dentro.
¡ Demonio, este hombre está loco!.
Me observo al espejo por última vez, Patrick ha venido a avisarme que ya llegaron por mí.
El vestido se me ajusta al cuerpo, resaltando mis curvas, es largo hasta mi tobillo con un escote en la pierna izquierda. Parecía más una de esas artista cuando va una de esas premiaciones, dejé mi pelo suerto con ondulaciones en la punta.
Bajé las escaleras bajo la atenta mirada de mi hermano menor.
- Joder, estás muy guapa.
- Gracias hombresito, cuida de papá, te quiero.
El chofer de mi jefe estaba fuera de mi casa recostado sobre el auto, al verme se incorporó para abrirme la puerta.
- Gracias - le susurré, asintió con la cabeza.
Veinte minutos después el auto se detuvo frente a un hermoso y exclusivo restaurante. Con ayuda del chofer salí del coche, sólo entrar al interior del lugar un mal presentimiento inundó mi cuerpo.
En el interior sólo había una mesa, varios meseros a su lado y mi jefe sentado en ella observándome como si fuera una diosa.
Mis manos empezaron a sudar, no me moví, mi cuerpo no me lo permitió, lo observé levantarse y caminar hasta mí, tendió su mano pensé en negarme, dar la vuelta y salir de ahí corriendo pero algo en su mirada me dejo claro que esa no era buena idea.
- Estás... Espectacular - masculló mientras retiraba la silla para que me sentara.
Un mesero llegó, sirvió de una botella champán luego se retiró dejándome sola con ese señor.
- Sabía que te quedaría bien pero nunca imaginé que te verías así - susurro con sorna observándome sin reparamientos.
- Señor- respiré unos segundos tratando de calmar mis nervios - creía que era una reunión de trabajo- susurré con la mirada fija en mi copa.
- Lo es- declaró con autosuficiencia - estás aquí para hacer negociaciones conmigo.
Lo miro sin entender, sin embargo no emito comentario alguno después de todo sigue siendo mi jefe.
Su mirada continúa fija en mí, todo a mi alrededor se vuelve tan pesado e incómodo, su mirada no sólo me pone nerviosa me desespera. Parece un lobo acechando su presa, observando sus gestos, movimientos, esperando el momento preciso para atacar.
Un nuevo mesero llega, trae en sus manos un sobre que le tiende a mi jefe. Éste lo toma mientras despide al mesero con una mano.
- Mi querida Kyara - susurra observando el sobre- no sabés cuantas veces he soñado contigo, con tu cuerpo, con esos hermosos labios que me enloquecen...
- Señor - lo interrumpo, sus palabras hacen que toda la sangre que circula por mi cuerpo se pose en mi rostro- le agradecería que omitiera ese tipo de comentarios.
El hombre enarca ambas cejas, desafiandome con la mirada.
- Desdé el primer momento que pisaste mi oficina me volviste loco - desvíe la mirada incómoda- ni siquiera revisé tu currículum, ¿ sabés?, despedí a la que en ese momento era mi asistente para que tu ocuparás su lugar- levanté el rostro mirándolo atónita, una sonrisa cínica se dibujo en su rostro-. Tranquila, le di buenas referencias.
- No entiendo a donde quiere llegar con esto.
- ¿ No te das cuenta?- negué con la cabeza - estoy jodidamente enamorado de ti, nunca había deseado tanto a una mujer como te deseo a ti, eres una maldita obsesión.
- Señor, Federico creo que...
- He esperado todos éstos meses- tomé un largo trago de mi copa, lo que menos esperaba era una declaración de ese tipo, algo dentro de mí me decía que eso no era nada bueno- sin embargo tú no has cedido, rechazas mis regalos, ignoras mis cortejos y eso en vez de desilucionarme hace que te desee más y más; pero ya estoy cansado, te quiero en mi cama, quiero tus piernas alrededor de mi cintura mientras te haga el amor.
- ¡ Señor por favor! - me levanté de la silla, decidida a irme. Él imitó mi acción, se levantó y rodeó la mesa quedando a escasos metros de mi rostro.
- Quiero que seas mía, Kyara, no pienso esperar un segundo más - acerco su rostro al mío, sin previo aviso estampó sus labios contra los míos.
Me sentí mareada por unos segundos, todo dentro de mi se removió, sentía náuseas, deseo de gritar de alejarlo de mí. Empujé su cuerpo lejos de mí, mi mano tomó vida propia y termino estampándose en su rostro.
- ¡ Nunca más vuelva a tocarme! y descuide mañana a primera hora tendrá mi renuncia encima de su escritorio.
Giré sobre mis talones, mis piernas temblaban sin embargo respondieron ante mi impulso, quería salir de ese lugar. No volver a ver su asqueroso rostro nunca más en mi vida, estaba a punto de salir cuando sus palabras me detuvieron.
- Que lástima, yo que pensé que amabas más a tu familia, en especial a tu padre agónico... Será una pena su muerte pero descuida enviaré una corona de rosas hermosas en mi nombre.