Despierta

1931 Palabras
- ¡¡No!!-Amarilis y la madre gritaron al mismo tiempo. Un fuerte viento apareció haciendo retroceder la camioneta, la elevó un poco en el aire haciéndola cambiar de rumbo y chocar contra la valla que rodeaba el estacionamiento. La mujer corrió a su hijo y lo abrazó con fuerza. Haciendo bulla, la gente del supermercado también había salido. El chofer de la camioneta, ya fuera de ella, se dirigió a la mamá y al niño. Lis estaba a unos dos metros. En el momento del accidente, seguramente, mientras gritaba había corrido hacia ellos. El hombre, pasmado, trataba de explicar que perdió el control del vehículo. No sabía cómo había logrado desviarse. El niño lloraba pues no sabía que había pasado. Cuando más personas se acercaron, Lis se alejó y fue hasta donde dejó caer sus bolsas. Empezó a recogerlas con manos temblorosas. ¿Qué había sido eso? ¿Ella había desviado la camioneta? ¿Qué era ese calor que sentía en las manos? ¡Vamos! Seguimos hablando de rarezas. - Sí, tú lo salvaste - Se levantó de inmediato. Dejando sus caer sus cosas nuevamente - Es momento que despiertes, Dragón Tenía ante ella al muchacho del paradero. Aquel que con su ropa negra desentonaba en el lugar. Miró sus ojos rasgados, ahora des­cubiertos, de un gris pálido. - ¿Quién eres? -se escuchó decir Te estábamos buscando. Es tiempo que tomes el lugar que te corresponde. Han pasado diez mil años. Llevaba los cabellos grises y lacios, amarrados en una cola de caba­llo. Extrañamente su look le quedaba perfecto a su rostro serio y de mirada profunda. - ¿Quién eres? - volvió a preguntar esta vez con más seguri­dad. - Soy Laoshu ... A menos así me conociste - Yo nunca te he visto...- aunque le parecía ligeramente conocido. -        Claro que sí, solo aún no lo recuerdas. Por eso tuve que hacer algo...-Haciendo un gesto con su cabeza hacia la señora y su hijo.  -¿Tú provocaste el accidente? -Le dijo asustada. Había una sonrisa bailando en sus labios. Con un movimiento rápido cogió a Lis de los brazos y la obligó a verlo a los ojos. -        Sí...pero sabía que los salvarías. No te preocupes, vendremos pronto por ti -Acercando sus labios a sus oídos le dijo -Despierta -y desapareció. Un dolor atravesó su pecho. Esta vez más fuerte que hace unos momentos. Llevó sus manos a su corazón mientras buscaba, con la miraba, al misterioso desconocido. No estaba. Había desaparecido en el aire y empezaba a creer que eso podía suceder. Las personas volvían después del susto, dando gracias porque no hubiera heridos. Rápidamente recogió sus compras y corrió como un bólido a su casa. Todo el camino impaciente, pero sin mirar atrás y el maldito dolor haciéndose insoportable. Apenas logró abrir la puerta, pues sus manos le temblaban haciendo imposible maniobrar la llave. -        ¡Vamos! ¡Vamos! No te desmayes. Aún no... ¡Mierda! - se le escapó al caer y darse con todo sobre el suelo. Ya dentro logró poner el seguro a la puerta antes de perder la conciencia… Rodó y logró esquivar el golpe. Pero nuevamente alguien la pateaba ¿Acaso lo que había pasado no era suficiente? De un salto logró pararse. Esquivó el puño una y otra vez, pero en un descuido, una pierna, salida de no sabe dónde, la hizo caer nuevamente. -        Atenta, Amarilis Lis miró a su madre. Una mujer muy hermosa. ¡Otro recuerdo! Su mente era tan obvia. En estos momentos en que pasan estas cosas, pero, ¿no podía enviarla a momentos más agradables? Por lo menos donde no la golpearan. Su madre había llegado de j***n para seguir estudios universitarios en EE.UU. Se había enamorado de un joven profesor de Historia. Quedándose a vivir el resto de su vida en este país. -        Lo sé mamá - se quejó - sólo que no soy buena para esto. Además ¿por qué tengo que entrenar artes marciales? - Dijo mientras se levantaba. -        Son necesarios...siempre es bueno. Eres buena solo... -        Falta entrenamiento - la interrumpí - sí, ya lo sé. Pero eso no responde porque siento que sea una responsabilidad y no una sugerencia hacerlo. Su madre la abrazó fuerte. A pesar de sus quince años y de la juventud de su madre, ella sentía que les quedaba poco tiempo. -        Llegará el momento en que sabrás todo, ahora no, es pronto. Cuando sea el momento deberás saber quién eres. ¿Quién soy? ¿Qué soy? Abrió sus ojos, algo confusa, seguía sobre el suelo. Intentó levantarse para descubrir que le era casi imposible. Se arrastró como pudo hasta la cocina. Necesitaba agua. Algo la quemaba. Sentía el fuego recorrer su interior y el sudor bañarle todo el cuerpo. Se apoyó en una silla y logró ponerse de pie, se sirvió un poco y sus manos, tan frías como el hielo, apenas sostenían el vaso. Cuando fue a beber su rostro se reflejó en la ventana. No sabía en qué momento la lentilla había caído, pero, ahora, observaba el color de sus ojos, más vibrantes, más sobrenatural. Sintió el aire fresco y el cantar de los pájaros, respiró hondo y apareció en un jardín muy hermoso, lleno de flores y árboles frutales. Con un riachuelo cerca, porque se escuchaba el rumor del agua. -        Long, es época de sequía la gente ruega por lluvia. Vio acercarse a una hermosa joven con una túnica larga. Su belleza casi etérea. Pero, con el ceño fruncido en signo de molestia. -        Buenos días...sí, ya vinieron los demás a decirme que She no ha cumplido. La mandé llamar. - Dijo mientras tapaba con tierra la semilla que acaba de sembrar. Hizo brotar agua de su mano para regarla. -        No sé cómo esperas tan tranquila. Yo ya la hubiera llevado ante el emperador de Jade - Se quejó la muchacha sentándose en una roca a lado del jardín. -        La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces -Le sonrió - es el año de la serpiente, Gonji. Es su responsabilidad, por más que queramos hacerlo por ella, ha de aprender que es su trabajo. -        No por amar tanto el limón dejará de ser ácido -Imitó Gonji. A long, la risa le ganó y volteo a mirarla. -        Cada día más ocurrente, pero sí, tienes razón hay cosas que nunca cambian - y en un murmullo, para sí, agregó - eso es un gran problema ... En ese momento entraron tres personas más. La última iba escondida detrás de los dos varones que encabezaban la marcha. - Long, aquí está ella. Anunció uno de los hombres jalando del brazo a la chica rezagada y llevándola delante. El muchacho tenía el pelo castaño y despeinado y unos sonrientes ojos negros. -        L...lo...Long - Tartamudeo la muchacha - Lo...lo siento había olvida...da...do que...que era época de lluvia. Yo...yo iré aho...hora mismo. -        She... -Long caminó hacia ella y cogió sus manos -... sé que lo harás. -        Long, la encontramos entre los apostadores humanos- Le informó el otro joven. Este era distinto al otro, de piel muy blanca y con ojos muy marrones casi parecían de un fuerte color rojo. Rojo sangre. -        Parece que llevaba semanas entre ellos, creo que debe ser castigada. Si quería ser una guardiana su comportamiento es banal ...- Agregó el primero -        Corrige tus errores, si los has cometido- La voz de Long se alzó sobre la del muchacho - y guárdate de ellos si no has cometido ninguno –Agregó cambiando la dirección de su mirada hacia el chico- Lo sé, Houzi... – volviendo a la mujer, le dijo - She ve a hacer lo que debes y después vuelve quiero hablar contigo. -        Sí, hermana - Dándose la vuelta caminó hacia la salida, no sin antes mostrarle una sonrisa burlona a Houzi. Y en un torbellino de colores la imagen cambió para mostrar un hermoso salón con un trono, sentado en él, un hombre muy mayor de cabellos blancos y largos, esperaba. Parada en la entrada, Amarilis entró. Alguien, un hombre, la acompañaba. -        Padre, buenos días -Habló primero, haciendo una reverencia y sentándose frente al anciano. -        Padre, ¿Cómo ha estado? - dijo el hombre haciendo una reverencia también. Uniéndose a la chica frente al trono. Amarilis quiso ver el rostro del muchacho, su voz era tan conocida y le atraía de sobremanera, pero la visión era borrosa y en los recuerdos no era libre de moverse a su gusto. -        Long... - El anciano la miró con mucho amor y le sonrió, después se giró al muchacho y de la misma forma le mostró su afecto- ...Hu...- Respiró hondo - Mis hijos. Los he llamado porque mi preocupación es grande. Los elegí, a los doce me refiero, porque quería una compañía en mi existencia larga y un apoyo con mis responsabilidades. Sin embargo, parece que sus hermanos no han entendido – De pronto, con un movimiento de su mano apareció una neblina que trajo las pequeñas formas de los doce corriendo alegres, conversando entre ellos- Cada uno con sus características es especial e importante. Pero, están dejando que todo lo negativo sobresalga a lo que es bueno y necesario – las imágenes cambiaron mostrando discusiones y algunos de sus hermanos entre los humanos participando de fiestas y banalidades. Después con otro movimiento la neblina de desvaneció. -        Lo lamento padre, temo que nuestra naturaleza animal está saliendo a la luz... -        No, Hu...como animales su comportamiento era predecible e inevitable. Mi temor radica que al hacerlos humanos no han adquirido solo lo bueno -Volvió a mirarlos a los ojos - Son mis guardianes y guardianes de los humanos. Necesito que los dos sean mis ojos, mi boca y mis manos si hay que corregir... los dos son en los que más confío - Con un movimiento de su mano hizo aparecer dos colgantes en los cuellos de ambos. Una piedra de jade - Estas piedras aumentarán sus poderes y podrán ayudarme ... En ese momento las puertas se abrieron de par en par. Uno por uno entraron los diez restantes. Dedicaron sus reverencias al emperador para ubicarse detrás de los dos primeros. -        Padre -haciendo una reverencia, un hombre de cabellos y barba larga se dirigió al emperador - yo soy el mayor de todos, más fuerte y diligente. Soy tu servidor Niú. Dime ¿Por qué no soy yo quien reciba tu gracia? -        Padre, yo soy tu hijo Laoshu - se adelantó un muchacho de cabellos y ojos grises- yo fui el primero y él más rápido ¿No merezco la misma consideración? -        Discúlpame Laoshu, pero esto no es una carrera- afirmó Gonji mirándolo a la cara-Padre, yo estoy de acuerdo contigo. Long y Hu son los adecuados para ser nuestros guardianes y vigilantes. Es necesario y... -        Padre...-Interrumpió, She - No sería más justo una prueba para medirnos en igual condiciones. No es que yo desee el puesto ...pero mi hermano Niú o Ma - señaló a ambos - tienen las mismas capacidades de ser tus vigilantes ... -        Padre... -        Padre... Todos empezaron a dar sus opiniones al mismo tiempo. -        ¡Basta! - Levantándose del trono, el emperador dio unos pasos - Me preguntan las razones y no pueden ver que son tan obvias - respirando fuerte y hondo, trató de calmarse - Ya he tomado una decisión... Una niebla espesa se fue tragando la visión hasta volver todo a una oscuridad profunda. 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR