Jhonny Stank era un hombre impulsivo y atrevido. Su personalidad era extrovertida, encantadora y mortal para lo que llegaba a conocerlo. Sabia de lo que era capaz; fácilmente podría enterrar el cuchillo en mi cuello sin ningún problema, sin embargo, no lo hizo.
Su mirada se endureció, y un silencio perturbador nos envolvió a ambos. Fruncia el labio, mordiendo con aspereza hasta el punto de sacarse sangre. En cambio yo, seguía paralizada por el pánico, y horrorizada al sentir el filo de la hoja de la navaja acariciar mi rostro.
—Te vas a arrepentir—dijo—. No tienes la mínima idea de lo que haz hecho.
Jadeo. Quizás tenga razón, no tengo ni la más mínima idea de mis decisiones y las consecuencias que estás pueden traer consigo.
Como un regalo de salvación, tocan la puerta de mi habitación. Escucho la voz de Sasha al otro lado, moviendo la manija más la puerta esta con seguro. Jhonny voltea para prestar atención en la puerta, y así sin más, se apartó de mi.
Respiré hondo.
—¡Te juro que te vas arrepentir!—amenazó, saliendo por la ventana. Corrí hacia la puerta para dejar entrar a Sasha. Apenas la vi, me lancé a sus brazos a llorar.
Ella me arruyo como un bebé en brazos para calmarme, me encontraba muy alterada.
—Tengo que hacer algo...—digo sumida en lágrimas. Me acaricia el pelo.
—Descansa... hablaremos mañana—me acuesta, me cobija y de repente me quedo dormida.
☆☆☆☆
Me levanto temprano, Sasha sigue durmiendo, no quiero despertarla. La amenaza de Jhonny sigue en mi mente, tengo que proteger a mi madre, debo sacarla de esta casa, y de este pueblo. Estamos en quiebra, no tenemos suficiente dinero para mantenernos. Nunca he trabajado, pero debería de hacerme la idea de laboral.
Me ducho con agua fría,luego, me visto con un Jersey, y una gabardina morada con converse. Evito desayunar, si no que sigo directo a resolver unos asuntos con respecto a la seguridad de mi madre. Debía hablar con Dante.
Al llegar al hospital, me sorprende la noticia que a Dante le dan de alta. Esta libre para regresar a su casa. Me aterra la idea de sentirme obligada a vivir con él.
—Lamento lo de tu padre. Lamenté no estar ahí —susurró
No digo nada, aún me afecta lo de mi padre.
—¿Te iras a vivir con tu padre?—pregunto. Él se lame los labios.
—Tengo un apartamento, es pequeño, pero me vendrá bien. Visitaré a mi padre, está muy enfermo, tanto que no puede no hablar.
—¡Lo siento!
—No, no lo sientas. Ha empeorado mucho, tao vez, no sobreviva tanto tiempo.
Bajo la cabeza, aún no le he mencionado lo del trato con mi padre.
—¿Me amas?—escupo aún con la cabeza gacha. La habitación queda en un sórdido silencio.
—Aa, si me casé contigo es porque te amo.
Alzo la cabeza. Las facciones de Dante son de sorpresa, a simple vista percibí que mi pregunta lo tomó desprevenido.
—¿Te casaste conmigo porque te enamoraste de mi?
—No lo sé, no lo recuerdo.
—Me compraste Dante. Chantajeaste a mi padre para que te ofreciera estar conmigo a cambio de tu silencio.
—No se de que hablas.
—Nunca me pretendiste, no fuiste lo suficientemente hombre para enamorarme—grité, ya mis mejillas estaban humedecidas, sentía tanta rabia por llorar frente a él.
—No entiendo nada. No recuerdo absolutamente nada. Ni el hombre que fui antes. Perdí la memoria y quizás nunca la vuelva a recuperarla. Lo que sé es que me gustas, no se si te amo, o lo que siento por ti. Pero me gustas.
Tenia los ojos pelados. Dante también me gustaba.
—No soy el mejor hombre. Tal vez, hice muchas cosas que no puedo recordar Maya, pero por favor, intentemos algo entre los dos, y si no funciona, te juro que te dejaré en libertad.
Me helé, no sabía si confiar en Dante.
—Maya. Dame la oportunidad de arreglar las cosas.
—¿Como?—repongo.
Dante mueve la cabeza de un lado a otro.
—Aún no lo se. Por favor, déjame reparar mis errores.
Suspiro frustrada.
—Me quedaré con una condición—su interés es obvia en su rostro—. Necesito que mi madre salga de Camboya.
Arruga sus cejas confuso.
—Quiero se vaya lejos. Que descanse un poco. Mientras siga aquí siempre recordará a papá. Si tu me ayudas a que salga de Camboya, prometo quedarme contigo.
—¿A donde?, no entiendo nada.
—Luego te explicaré, por favor, ella necesita irse.
—¿Cuando?
—Hoy mismo si es necesario—asiente confunso.
—Bien, veré que puedo hacer... no recuerdo a quién llamar para preparar eso, pero preguntaré en alguna agencia de viaje.
—¡Gracias!—digo. Quiero salir de ahí, necesito aire después de hablar con Dante, aún al prometerle que me quedaría con él, y tengo la piel chinita al decirme que le gusto, enserio le gusto, quizás deje de gustarle cuando le diga la verdad.
Me detiene del brazo. Sus manos son cálidas, me estremezco con su agarre. Hago una introspección rápida desde mis adentros. ¿Desde cuándo me comenzó a gustar Dante? ¿desde que momento surgieron sentimientos que no habían por él?
Entonces, cuando me colocó frente a él, lo supe: sus ojos miel eran los mismos, su sonrisa, sus pecas, provocó que reviviera aquel día en la fuente. Parecía que los dos momentos se cruzaran, que el Dante de ahora era el mismo del ayer.
—Lo siento—susurró, su aliento olía a mental.
—Ah, si, bien, lo discutiremos después—balbuceo nerviosa, soltandome de su agarre. Salgo corriendo como una niña, con el corazón acelerado, y me detengo afuera para respirar bien. j***r, me quedo sin aire, tengo que apoyarme de mis rodillas para recobrar el aliento.
Que estupida fui, tanto tiempo que Dante estuvo frente a mi y no lo vi. Le guardaba rencor porque me sentía obligada a casarme,sin embargo, terminé cautivada y deslumbrada por él.
Por primera vez tuve miedo, y me preguntaras a qué. Temo de toda la situación que me rodea, Jhonny está cerca, acechando todo el tiempo, y esp significa que Dante está en riesgo.
Camino directo a casa, y al llegar encuentro a Sasha junto a mi madre en la mesa, ambas toman café. Sasha tienen los cabellos alborotados, rizados, parecía que le hubiese explotado una bomba.
—¿Donde estabas?—pregunta mi madre, levantándose de inmediato de la mesa.
—Comprandote unos pasajes.
Frunce el ceño, Sasha también.
—¿De que hablas?
—Mamá, necesitas un respiro y mientras sigas aquí, no lo tendrás.
—No, no, menos ahora que ese tipo está suelto, y la policía no ha hecho nada.
—Por favor mamá, necesito que te vayas.
—No—grita preocupada.
—Escuchame, por favor, necesito que te vayas—insisto, rascándome el brazo.
—¿Por que? ¿Por qué quieres que me vaya?
—Porque quiero protegerte—suelto. Hay un silencio sepulcral.
Mi madre se ríe como loca.
—Ya estoy bastante crecidita para que me cuides Maya.
—Ya perdi a papá, no quiero perderte a ti.
—¿Papá?, ese señor fue un mentiroso, no quiero ni escucharlo.
Bufo, no encuentro la manera de convencerla.
—Si me voy, ¿qué vas hacer, con quién te quedarás?
—Me iré a vivir con Dante.
Sasha se levanta sorprendida de la mesa. La cara de mi madre se tornó sombría.
—Noooooo, no lo dirás enserio Maya Santana. Noooooo, no puedo creer lo que estás diciendo—se vuelve a reír, se acerca a Sasha y le susurra: Esta loca, se va a vivir con el hombre que la compró, ¿puedes creerlo?
—Mamá por favor—trato de hablar, esta muy alterada.
—Nooo, ¿te vas a vivir con Dante?. Abre los ojos Maya. Te engañó. Se unió con tu padre para mentirnos, y aún así: ¿Te vas a vivir con él? ¿estás mal de la cabeza?
—¡Basta, basta!—grito histérica—. Te guste o no, estoy casada con él. Ustedes me metieron en esto, y ahora, estamos asumiendo las consecuencias—subo las escaleras furiosa, tirando la puerta el cuarto. Me acurruco en la cama hasta darme cuenta del viento frío que envuelve mi alcoba. El recuerdo de Jhonny encima de mi me abruma, siento náuseas, asco al recapitular su aliento, la hoja del cuchillo acariciando mi rostro. Corro al baño vomitar, dejando solo la comida de ayer.
—¡Maya!—escucho a Sasha entrar. Me observa arrodillada al pie de la taza de baño—.¿Estas bien?
—Necesito que mi madre se vaya—mi respiración es entrecortada—. Quiero alejarla de Jhonny.
—¿Y irte a vivir con Dante es la solución?
—¿Que puedo hacer Sasha? tiene dinero, cosa que no tenemos. Jhonny me amenazó por lo tanto, debo hacer algo. Estoy harta de todo esto, de ser presa, de ser la víctima en todo. No, quiero tener el control, quiero ser la cazadora, el depredador, la que siempre va un paso adelante.
—¿Te vas a aprovechar de él?
—Él también se aprovechó de mi. Estamos a manos—salgo del baño, Sasha está furiosa y no se porque. Me sigue.
—¿Lo quieres?
Me detengo en seco.
Era una interesante pregunta.
—¿Lo quieres?—insiste. Me volteó para mirar sus ojos verdes como dos antorchas de fuego.
—Si, lo quiero.
Su rostro se ensombrece, parece sorprendida.
—Hace poco, lo odiabas.
—Si, pero mis sentimientos cambiaron.
—Maya, te engañó, te compro prácticamente. ¿Enserio lo vas a perdonar? es la decisión más estupida de todas.
—Es mi decisión, y si no me vas apoyar, entonces no te metas.
Salgo de la habitación echa una fiera. Me conduzco al parque, necesito un respiro. Me duele alejar a mi madre, pero es lo mejor para ambas. Cuando me sereno un poco, voy a la agencia de policía. Pregunto en el mostrador por la detective Reagan, me indican que espere. Efectivamente, así lo hago.
Después de un raro, aparece, y me invita a su oficina. Me hace un gesto con su mano para que tome asiento, obedezco.
—Señora Santana.
—Detective Reaga. ¿Como esta?—sonrio entre diente, trató de empatizar con ella —. Quiero saber cómo va mi caso.
—¿Su caso? ah, sí, contra Jhonny Stank ¿no?
Asiento.
Presiento que la detective tiene poco interés por mi caso, eso me abruma.
—Bien. No tenemos evidencia de que el señor Stank la haya atacado sexualmente. Le dijo al médico que tuvo sexo brusco con él. No hay más testimonio que el suyo.
—No, Sasha estaba presente, y Mickey.
—Son sus amigos. Mentirian por usted.
Quedo gélida ante su respuesta.
—Me violó. Juro que me violó.
—¿Por que no lo denunció en el primer momento?
—Me amenazó.
—¿Esta segura? o quizás, lo invento—la detective se levanta y comienza a rodearme como un León a punto de devorar—.¿Señorita Santana, cuanto tiempo no come bien?
—¿¡Que!?
—Ha pasado por mucho.¿Desde cuando no duerme bien?
—¿Que está insinuando detective Reaga?
—Digamelo usted.
—Me violó, eso es lo que sé.
—No hay evidencia. Y si no hay evidencia, no hay caso.
Me estremezco de la rabia, comienzo a llorar.
—¿No hará nada?
No responde.
Suelto a llorar. Salgo de allí corriendo.
Conduzco como loca. Los carros pitan. Mi vista parece nublada, tengo como escama en los ojos, no puedo ver nada por causa de las lágrimas. Tengo impotencia. Apreto los puños golpeando el volante una y otra vez, buscando la manera de desahogar la presión de mi cuerpo.
Al llegar a casa, me encuentro con lo inesperado. Dante está allí. Mi vista da vuelta, mi cabeza también gira, todo es borroso, hasta que...
Me desmayo.
☆☆☆☆☆☆
pequeña nota: Leo sus comentarios.