Decirle la verdad a mi madre fue como un balde de agua fría. Su rostro fue inexpresivo, sus ojos lloraban súbitamente. Era como si procesara lo que acababa de decirle.
—¡No!—negaba con la cabeza, llevándose una mano al pecho.
—¡Lo siento!—lloré, llevando mis dos manos al rostro.
—¡No es posible! no puede ser—farfulló, rompiéndose a llorar—.¿Cómo, cuando, quién?, ¿quién te violó Maya?
No dije nada, el dolor me sucumbio hasta mi garganta.
—¡Maya, dímelo! ¿quién te violó?—gritó
—Jhonny Stank. Mi profesor.
Mamá parpadeó, mirando a todos lados, como si tratara de recordar quién era Jhonny Stank.
—¿El señor que vino a mi casa?—se le quebró la voz. Asiento. Pega un golpe contra la pared. Repite el mismo movimiento un par de veces. Quiere desquitarse, la entiendo, está enojada. No hemos tenido un respiro, todo lo que ha ocurrido ha sido en continuidad y eso me asusta.
—Me drogó mamá—digo, se detiene de golpear la pared.
—Ese hijo de perra. Maldito—vociferó llena de rabia—. ¡Lo voy a matar!
Sigo llorando. Mi madre está histérica, golpea todo lo que se le presenta en su camino. Los nudillos de sus manos sangran, más no me atrevo a decirle nada.
—¡Es mi culpa!—finalmente dice, desboronandose como gelatina en el suelo. Llora con más intensidad—.Debí protegerte. Es lo que hace una buena madre, proteger a sus hijos con uñas y dientes. ¿¡Dios que hice para merecer todo esto!?, es una pesadilla, es una maldita pesadilla.
Corro a sus brazos, como cuando era pequeña y me lastimaba, no había ningún refugio más seguro para mí que los brazos de mi madre. Me postro junto a ella, y la rodeó como si fuera un muro que quieren destruir. Sin embargo, no lo permitiría, no dejaría que el enemigo nos aniquile.
—¡No es tu culpa mamá!, no lo es. Te amo, no digas eso que me duele. No eres una mala madre —le acaricio el pelo. Ella sigue llorando, ahora más que nunca.
No sé cuánto tiempo permanecimos así, abrazada la uno con la otra. Desahogandonos, llorando, acompañándonos, gritando, sacando nuestro enojo. Esta bien, esta bien no sentirse bien, esta bien gritar y enojarte cuando la persona que más ama te ha decepcionado.
—¿Fuiste a la policía?—pregunta, calmada, siento su respiración más ligera, por lo menos, eso me tranquiliza.
—No.
—¿Por qué?
—Me dijo que te haría daño, que te lastimaria mamá. Y... ya perdí a papá, y no quiero perderte a ti también.
Me levanta el rostro, sus manos están heladas.
—No, no me hará nada. Cariño, tienes que ir a la policía, denunciarlo, decirle lo que ese miserable te hizo. No puedes callar. No está bien. Tenemos que ir a la policía y hacer una denuncia a ese hijo de puta.
Asiento. Me seca las lágrimas, me siento como una niña pequeña, es gratificante sentirse nuevamente protegida. Mi madre me abraza fuerte; me gusta su resguardo, me conforta para tener fuerzas en seguir este camino estrecho.
—Te amo mami—le expreso. En ese momento me doy cuenta que no estuve preparada para este tipo de dificultades. Mi padre siempre nos encerró en una burbuja de perfección y cuando está explotó, llegó el caos a nuestra vida.
—Sshh, hablamos mañana, hoy, abrecemosno, mañana será un nuevo amanecer.
Me quedé dormida.
☆☆☆☆☆
Desperté.
No encuentro a mamá.
Camino por toda la casa hasta que la ubico en el patio trasero. Le observó tirar la ropa de papá a una cubeta de basura; le rodea gasolina y le prende fuego. Me asusto.
Mira el fuego sin llorar, con su rostro inexpresivo. Me sorprende verla de esa manera, es como si la hubiesen cambiado.
—¡Mamá!—le llamo, me hace un gesto con su mano para que me acerque, lo hago—.¿Por que quemas las cosas de papá?
—Porque es lo mejor para las dos. Ese hombre nos mintió, nos manipuló, nos hirió, nunca nos protegió. Ese hombre que amé con todas mis fuerzas ahora lo odio—respiró hondo. Su voz era gélida, cargada de dolor, de frustración, de traición. Papá nos había destruido con sus mentiras, habia herido a esta familia hasta el punto de poner en riesgo nuestras vidas.
Jonathan Santana, mi padre, era un engañador nato. Por mucho tiempo nos convenció de que no podríamos vivir sin él. Y que cada decisión que tomaba: era por nuestro bien. Su enfermiza obsesión por controlar todo,se le salía de control, y cuando no puedo sostenerlo más: se quita la vida.
¡Es decepcionante!
—Siempre me culpó de todo—comenzó a decir mamá—. Me cuestionaba, me criticaba. Le creí todo. Me dediqué a él con tanta devoción que me descuide a mi misma. Mi entorno giró siempre en pos de él. Y... mi esposo, me engañó de la manera más vil. Lo odio, lo odio porque no esta vivo para enfrentarme, porque no puedo expresar todo lo que tengo atorado en mi pecho. Lo odio porque nunca hizo nada para protegernos, todo fue por su conveniencia. Lo odio porque me controló toda la vida, además, de tener una hija con otra mujer. ¡Te odio Jonathan, te odio!
Hubo un momento de silencio. Observamos el fuego consumir la ropa de papá, y otras cosas que eran de suma importancia para él, más que todo pasatiempos como:juegos de mesas. Papá le fascinaba jugar a las cartas, ajedrez, y monopolio, se desempeñaba muy bien al momento que habían apuesta en algún casino. En ese tiempo, era un adicto al juego como el padre de Sasha, solo que... papá logró salir de su adicción, o eso nos hizo creer, en cambio, el señor Bustamante, se hundió en las apuestas.
Mamá suspira. Me abraza con fuerza.
—Lo importante en este momento eres tu cariño.
Asiento. Tocan la puerta, me apresuro a abrir. Estoy estresada, tengo mucho dolor de cabeza.
—¡Maya!—es Sasha, tiene el ceño fruncido. Lleva el cabello suelto, una blusa sin manga que hace juego con sus ojos, unos vaqueros de tiro altos azules y unos converse blancos. Huele a perfume, la cual me recuerda que apesto, llevo días sin bañarme, sin comer bien, ni dormir, mi aspecto debe ser desastroso.
Me abraza. Recibo su abrazo. Últimamente quiero que me abracen, no me hace sentir mejor, pero si más confortada.
—¿Como está tú mamá?—pregunta. Me encojo de hombros. La invito a pasar.
Madre sale del patio trasero. Su aspecto es deplorable al igual que el mío.
—¿Señora Santana, como esta?—pregunta Sasha con amabilidad. Mamá la fulmina con la mirada.
—¿Como estoy?—se llevó un dedo al mentón —. A ver... enojada, frustrada, decepcionada.
Sasha contuvo la respiración atónita.
—Mi esposo era un mentiroso, y mi hija fue violada.
De inmediato la castaña me mira, me hace un gesto con los ojos que rápidamente mamá se da cuenta.
—¿Se lo dijiste?—musitó. Asiento.
—¿Lo sabías?—ahora mamá le consulta a Sasha.
—Si señora.
—¿Por que no la llevaste a la policía?
—Ella no quiso...
—No es lo que ella quiera Sasha, es lo correcto. Lo correcto fue informarnos lo que estaba sucediendo. Motivarla a que fuera a la policía. ¡Santo cielo! ¿qué clase de amiga eres?—regañó.
Sasha no dijo nada. Sus ojos estaban tan abiertos que pensé que se les saldrían.
—¡No fue su culpa mamá!.Yo fui la que insistí.
—Iremos ya mismo a la policía—busco como loca las llaves del auto.
Me acerco a Sasha, está como una estatua.
—Comprendela, no está bien
La castaña no dice nada, puedo ver destellos de enojo en su mirada, sin embargo, se limita a decir algún comentario.
—¡Vamos!—me jala por un brazo. Sasha me sigue. Nos embutimos al carro; mi amiga se incorpora en el asiento trasero, no dice nada, más yo se que esta furiosa por el reclamo de mi madre. Y tiene razón de enojarse, fui yo la que no quiso ir a la policía.
☆☆☆☆☆
Hacemos una declaración cuando llegamos. La detective Reaga nos atiende. Me pregunta los hechos, le cuento lo poco que recuerdo. Mi madre me pone la mano en el hombro, es una señal, significa: Estoy contigo, haces lo correcto.
Tengo miedo por la amenaza que me había hecho Jhonny, sin embargo, procedo. La detective se compromete a investigar y a arrestar a ese violador; no obstante, deben confirmar que la historia que le dije sea correcta, eso me frustró un poco.
Le conté a la policía estrictamente la violación. No mencionamos la carta de papá, ni a Sandy. Si declaré su vigilancia y cartas perturbadoras que solía mandar mi verdugo.
Nos despacharon de la comisaría a altas horas de la noche. Duramos todo el día allí.
Sasha conducía, mamá estaba en el asiento trasero, su rostro era somnoliento, cabeceaba algunas veces.
—Lamento no haberte motivado a que fueras a la policía—dice Sasha.
—¡No es tu culpa!
La ojos verdes se incomoda cuando percibe qué una camioneta negra está muy cerca del auto de nosotros.
—¿Que le pasa a ese imbecil?
Me asomo por la ventana.
—Esta muy cerca de nosotras—Sasha saca la cabeza.
—¡Oye!—grita, el aire es atroz. Mamá se despierta sobresaltada.
—¿Que pasa?
—Ese auto... esta muy cerca—le digo. Sigo mirando hacia atrás cuando nos golpea. Pegamos un grito. Sasha trata de mantener el equilibrio.
—Maldito—vocifera. Vuelve a golpear dos veces más.
—¡Dios santo!—tiemblo. Mi madre está horrorizada. Sasha busca la forma de escapar de ese auto.
Golpea una vez más. Logra sacarnos de la carretera. Sasha frena a tiempo y evitamos estrellarnos contra un árbol. La camioneta negra sigue su ruta normal.
Nuestras respiraciones es agitada. Literalmente, estamos temblando. Sasha saca la cabeza y grita a todo pulmón:
—¿¡Estas loco hijo de puta!?
Vuelve a incorporarse fijándose en mi madre y en mi.
—¿Están bien?
Asentimos.
Enciende el auto y continuamos a casa, ahora más nerviosas que antes. No puedo quitarme de la mente que se trataba de Jhonny, era la misma camioneta que había intentado arrollar a Mickey. Mi corazón sigue latiendo muy fuerte, estoy asustada, no obstante, mantengo la calma para no preocupar a mi madre. Sasha me mira, y discierne por mi mirada que el atacante tiene nombre y apellido. También está asustada, en el volante sus dedos tiemblan, sin embargo, se calla, no quiere preocupar a nadie.
Llegamos a casa. Sasha se mete a la cocina, comienza a preparar algo que comer. Huele delicioso, tengo hambre, mi estómago ruge como un leon. Obligo a mamá a ducharse, esta hecha un desastre, obedece. Tengo ganas de ir al baño. Orino, hago popó, y me ducho.
Me siento limpia. El pelo me huele bien. Busco una ropa para dormir, estoy cansada. Bajo las escaleras con lentitud, como si estuviera en un pasarela, observó a Sasha hacer aseo a la casa mientras cocina.
—¡Somos un desastre!—digo. La ojos verdes sonríe.
—Preparé pasta con albóndigas.
—¡Huele rico!
—Me alegro que huela bien.
Mamá baja las escaleras. Tiene ropa de dormir. Sus ojos están llorosos y decaídos. Supe que había estado llorando en la ducha.
—¡Que desastre es esta casa! no deberías de limpiar Sasha, haz hecho mucho por nosotras.
—No me molesta. Haría todo por ustedes, son mi familia.
Mamá sonríe sin ganas.
—Gracias, gracias por todo. Y perdón por haberte atacado esta mañana, no fue mi intensión.
—No se preocupe señora Santana...
—No me digas más señora Santana... dime mejor Irene.
Sasha me da una mirada cómplice.
—Si, claro—camina a la cocina—. ¡Ya está listo!
Nos sentamos en la mesa que está a un rincón de la cocina. Sasha lleva los platos, con jugo, y un té verde.
Comemos.
Mamá manifiesta que esta cansada después de tomar el té, y se va a su recámara a dormir. Sasha lava los platos, le ayudo mientras conversamos de la carta de papá. Le cuento todo: Lo de Mickey, la carta, lo que me dijo Sandy, y la reacción de mamá.
Le busco la carta y la lee detenidamente. Esta sorprendida.
—Mi padre también violó a Sandy—termina diciendo.
Asiento.
—Hay algo que no encaja en este cuento Maya.
—Lo sé, lo sé, por eso fui a confrontar a Sandy. Ahora, no sé que creer Sasha. No sé quién miente.
—Maya, tal vez no deberías creerle a ninguno de los dos. Has pasado por mucho en todos estos meses. Necesitas tiempo para superar todo esto.
—¡No puedo! no sé cómo superar todo esto Sasha. Tengo miedo.
—También perdí a papá, y créeme es duro, luego, aprenderás a vivir sin él.
—¡Es fácil decirlo cuando tu padre estuvo ausente todo el tiempo!—el rostro de Sasha se transformó en tristeza—. Lo siento.
—No, quizás tienes razón. Lo superé rápido, porque mi padre siempre le importó más el juego que yo.
—No quise decir eso...
—Lo dijiste... y esta bien.
Cerré los ojos con lentitud, había metido la pata con Sasha. Ella queriendo ayudarme y yo cagandola como siempre.
—¡Lo siento!—me disculpo, bostezo. El sueño se está apoderando de mi lentamente.
—¡Tranquila! deberías descansar
—Quiero mantenerme despierta.
—¿Para qué?
—Para estar pendiente de mamá.
—No te preocupes, yo lo haré. Me quedaré aquí en la sala a limpiar un poco, y estaré pendiente.
Bostezo.
—No tienes que porque hacer eso.
—Si tengo, ustedes son mi familia—escucho a Sasha hablar en cámara lenta, asiento. Subo las escaleras, me tiendo en la cama.
《Corro, alguien me sigue, es una sombra. Tengo miedo, mientras más huyo siento que me alcanza. Siento que algo cae en mi cuerpo y lo inmoviliza, entonces... despierto》
Allí está él.
Encima de mí.
Tengo frío. Tengo miedo
Tiene guantes de látex en las manos, el cual, me oprime la boca para que no grite.
Le miro con terror. En cambio él sonríe, me mira con deseo, sus manos están tocando mis muslos.
—¡Hola mi amor!—me besa la frente. Jadeo aterrada —.Te he extrañado.
Comienzo a llorar.
—¡No, no llores!—suspira, y su mirada se torna perturbadora. Saca su lengua y comienza a lamer el cuello hasta que llega a mis senos, la cual los muerde con fuerza.
Grito... Nadie puede escucharme.
—¡Quieta!—ordena. Su voz es brusca, y su agarre más apretado.
—Tengo ganas de cogerte, de darte duro, como a ti te gusta—me susurra al oído. Pienso lo peor: Me va a violar.
Aspira mi aroma. Vuelve a sonreír.
—Te preguntaré una sola vez y quiero la verdad. Eres una chica buena, y las chicas buenas obedecen—con su mano libre, saca un cuchillo de su bolsillo. Acaricia mi rostro con el —. Si gritas, te juro que te rajo la cara, y no querrás dañar tu hermoso rostro, no, eres una chica obediente. Si me respondes, tal vez tenga misericordia de ti y te perdone. Dime preciosa...¿vas a obedecer?
Asiento con vehemencia.
Quita su mano de mi boca.
Estoy llorando. Todo mi rostro está humedecido.
—Por favor Jhonny, por favor.
—Sshh—pone su dedo en la nariz—.No voy a repetir la pregunta preciosa, así que, si no me dices la verdad, tendrás este hermoso utensilio en tu cuello—sollozo—. ¿Que hacías en la estación de policía?
El labio inferior me tiembla, no puedo hablar, tengo tanto miedo que se me dificultad decir algo.
—¿Acaso eres sorda? lo preguntaré de nuevo Maya, y te juro que sí no me respondes, reaccionaré mal, y tu no quieres verme de mal humor ¿verdad?
Niego con la cabeza.
—¿Que coño hacías en la estación de policía?
Siento mi corazón salir. Respiro para poder hablar, sin embargo, siento asfixiarme, estoy paralizada, el miedo me dejó inmóvil. El cuchillo acaricia mi cuello, trago grueso.
—Yo...
—Ajam
—Yo...
—¿El gato te comió la lengua? ¡Habla maldita sea!
—Estaba haciendo una denuncia.
Se muerde el labio inferior con fuerza.
—¿A quien?
Tiemblo
—A ti...
☆☆☆☆☆☆☆
Pequeña nota: Gracias a todos por leer. Leo sus comentarios con un vaso de leche y oreo, gracias por su apoyo en esta historia.