Oprimidos los hombres, es una tragedia. Oprimidas las mujeres, es tradición.
Iris
Les contaré un dato interesante sobre mí, mi familia, o mejor dicho, mis hermanos me han catalogado con el alias “sonrisita”.
¿Por qué?
Sencillo, sonrío en los peores momentos, como justo ahora.
—Hola —levanté mi mano izquierda moviendo mis dedos en forma de saludo con una sonrisa enorme.
Transcurrieron unos largos segundos hasta que entendí que no me devolverían el saludo, así que aclarando mi garganta y con toda la dignidad del mundo me presenté.
—Mi nombre es Iris, imagino que ya lo sabían —silencio absoluto, solo sus miradas hostiles hacia mí eran presentes en el lugar —. Si, bueno … yo … ya me iba —solté una risita y me di la vuelta para escapar de allí pero fui detenida.
—Un momento —tomé aire y reuní valentía para girarme de nuevo.
En el centro de las siete mujeres frente a mí yacía una grandulona, con músculos gigantes en sus brazos, un torso que parecía piedra, un vestido sin vida y poco cabello oscuro recogido excepto un mechón que le llegaba hasta su nariz abierta y arrugada por la mala cara. El resto de las presentes eran más delgadas y un poco más femeninas.
—La corona jamás encontró a ningún rebelde, ¿Cómo lo hizo a hora? —alcé mis cejas.
—Entonces … si son rebeldes —sonreí —, y todas son mujeres.
—Contesta —evalué la situación.
O hice un intento de evaluación, no era la mejor en éste ámbito de enfrentamientos ya que ha sido lo único que Koray se ha negado rotundamente a mostrarme tan siquiera un ápice del asunto.
Pasé mi mirada por cada una de las chicas, unas tenían curiosidad, otras tenían una mirada de recelo y envidia, otras ira, desconfianza y ganas de matar a la primera mosca que se cruzara en sus caminos. Así que con total calma crucé mis manos sobre mi hermosa falda y levanté el mentón como solía hacerlo mi madre.
—Solo cumplo las exigencias de mi familia, no tengo porque responder a tu pregunta y no lo haré —mi respuesta la molestó.
—Estás sola princesita, ¿Qué te hace pensar que no te haremos nada? —borré ipso facto la sonrisa.
« Es cierto, estoy gravemente jodida ».
—Yo … —la grandulona soltó una risa burlona al verme nerviosa.
—Creo que la princesita no tiene muchas neuronas —todas se le unieron y comenzaron a reírse … de mí.
Nunca había pasado, nunca nadie se había atrevido a burlarse de mí, ni siquiera cuando hacía alguna travesura a mis hermanos se osaron a soltar una pequeña risita en mi presencia. Un mar de emociones me invadieron, primero estupefacción, luego unas terribles ganas de llorar como la niña consentida que soy, y por último y lo más importante, me puse furiosa al punto de verlas rojo.
—¿Cómo se atreven? —hablé entre dientes apretando mis manos en puños —¡Soy la mujer más capaz del reino y no permitiré que nadie se mofe de mí! —dejaron de reírse e iban a replicar pero no lo permití —Venía con la intención de unirme a ustedes, venía predispuesta a enseñaros a leer y escribir y mostrar que somos poderosas —abrieron sus ojos de par en par descruzando sus brazos, bajándose de donde sea que estaban sentadas algunas y mostrando a miss Kamaria —, pero al reírse de mí han perdido la oportunidad.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Kamaria.
—Que ya sé donde se esconden y pronto vendrán a capturarlas, así que creo que es mejor que se vayan —me di la vuelta caminando a paso decidido.
« Tranquila, camina, no mires hacia atrás ».
Cinco pasos si mucho, creo que hasta nueve di cuando …
—¡No la dejen ir! —y ahí, justo en ese momento tuve que sacar dotes deportivos que jamás he tenido.
Empecé a correr entre las callejuelas empedradas siendo seguida por las siete mujeres. Empezamos a ser el centro de atención de todo el lugar y por obvias razones, mi capa se había echado hacia atrás, mi cabello se ondeaba por el viento y mi rostro quedó descubierto.
—¡Es la princesa!
—¡Princesa Iris!
—¡Persiguen a la princesa!
« Si, si, ¡¿Pero por qué nadie me ayuda?! »
Amo los vestidos, soy fan de ellos pero correr con uno amplio a partir de la cintura era horrible, me tenía que preocupar por no caerme y por sostenerlo para no enredarme.
—¡Rodéenla! —dejé de correr cuando escuché aquello.
Mi pecho se levantaba y mi respiración estaba hecha un caos. A mi derecha se habían adelantado tres de aquellas damiselas y cuatro habían quedado detrás de mí. Me encontraba rodeada y obstaculizaban mi único camino hacia el castillo.
« Si mi padre me hubiese dejado salir sabría hacia donde correr ».
Miré el callejón a mi derecha y luego al de mi izquierda, no sabía hacia donde daba ninguno pero tenía que arriesgarme, o sería llevada a una celda por las rebeldes o encontraría a alguien que me ayudara, porque las personas veían y se horrorizaban de la escena pero no actuaban.
Así que empecé.
« De tin marín y de dos pingüé
Cucara macara títere fue
Ese marrano cochino fue.
¡Izquierda! »
Sin pensarlo dos veces me abalancé hacia el callejón y corrí ignorando el ardor en mis pulmones. Pasé encima de un vagabundo, me aporree con una cajas al mirar sobre mi hombro y comprobar que aún me seguían, un perro se abalanzó sobre mí rasgando la falda de mi vestido, voltee varias veces hacia la izquierda nuevamente, luego la derecha, seguí sin girarme unas tres calles más y luego a la izquierda de nuevo hasta llegar al puerto.
El lugar se veía lejano desde la altura de mi habitación en el castillo y jamás había llegado tan lejos.
—¡Ahí está! —casi quise llorar al escuchar a alguna y verla señalarme.
Seguí corriendo casi cayendo encima de un puesto de pescados y adentrándome aún más al mercado marítimo de Nesta hasta llegar cerca de un barco inmenso y aparentemente desolado. Pero las tablas mojadas me jugaron una mala pasada y me resbalé cayendo hacia atrás.
Intentaré explicar como caí porque ni yo misma entiendo.
El pie que se resbaló se alzó mientras que el otro yacía aún pisando la madera mojada y al caer éste último quedó doblado debajo de mí, mis nalgas recibieron un super impacto y por inercia llevé mis manos hacia atrás para evitar que mi cabeza rebotara como una manzana, pero ¡Vaya, vaya! Solo una mano tocó algo sólido porque la otra siguió derecho y por tanto mi cuerpo siguió también su camino y fui a dar al agua.
Creo que lo explique demasiado bien.
Así paso, caí aporreando mi cuerpo y luego volví a caer mojando hasta mi médula ósea. Solo que no había dicho algo importante, no sé nadar, ¿Para qué? Soy una princesa que si necesita algo del mar lo manda a traer y ya está.
Y no caí en un lugar poco profundo, no, tenía que caer en un lugar donde mi baja estatura no me permitía tocar el fondo y por ende empezar a ahogarme.
Y que horrible sensación.
Tenía frío, mis ojos cerrados, mis manos manoteaban pesadamente hacia todas las direcciones y en ocasiones sentía el frío del aire cuando lograba sacar un poco mi cabeza para volver a hundirme. El agua era salada y mi pecho empezó a doler desmesuradamente igual que mis oídos.
« Moriré. ¡NO! ¡HERMANOS! »
—¡Tranquila! —tomé aire y me agarré fuertemente de lo que me sostenía de repente aún sin abrir mis ojos —Eso es, respira profundo —empecé a toser y con ello a expulsar agua de mi organismo —, eso es, buena chica —tomé aire nuevamente siendo un poco más consciente de lo que pasaba.
«¿Buena chica? »
Abrí por fin mis ojos sin despegarme como lapa de aquel sujeto, aún continuábamos en el mar pero lo que sus pestañas mojadas me transmitieron me calmaron.
—Por toda la belleza de Nesta ¿Quién eres? —sonrío y casi bufó divertido.
—Tu salvador —me cargó un poco más y empezó a nadar a la orilla.
Quede como estatua al percibir como la mano con la cual me sostenía yacía en una zona privada, el muy descarado me estaba agarrando una nalga, pero era soportar un poquito eso o ahogarme, así que esperé y apenas llegamos a la orilla lo empujé lejos de mí.
—Tranquila piraña —alzó sus manos en son de paz y luego las pasó por su empapado cabello —, creo que un gracias no está demás.
—Gra … gracias —mis dientes castañearon por el frío que tenía.
—De nada —sonrío de lado y bajo su mirada deteniéndose en mi pechos —, siempre que rescato a chicas en problemas me dan una excelente vista —bajé la mirada también a esa zona de mi cuerpo y abrí los ojos de par en par.
—¡Eres un pervertido! —crucé mis brazos en una abrazo mariposa y me di la vuelta.
Al estar mojada el corsé se había ceñido de más a mi cuerpo y por ende mis pechos resaltaban aún más siendo casi traslúcida la tela de esa zona.
—Rescato a una damisela en apuros y así me tratan —empezó a quitarse su casaca de lana lanzándola a la tierra.
—No estaba en apuros —giró los ojos.
—Si claro, te estabas ahogando a punto de morir nada más —siguió con su camisa y tuve que apartar la vista al ver ciertos abdominales.
—Ya te di las gracias, me voy —empecé a caminar pero me detuve al recordarlas.
Empecé a mirar hacia todos lados pero no vislumbre a ninguna mujer queriéndome asesinar.
—Si estas buscando a tus perseguidoras apenas vieron que te ahogabas salieron corriendo —solté aire aliviada —. Dime señorita, ¿Por qué te perseguían las rebeldes de Nesta? —me giré hacia él y volví a girarme al ver que seguía con su torso desnudo.
—¿Podrías vestirte?
—Esta empapado y no quiero pescar un resfriado, deberías quitarte tu también la ropa y darnos calor corporal entre ambos —giré mi cabeza un poco sin mirarlo.
—Patán.
—Engreída —jadee.
—¿Cuál es tu nombre?
—No te importa —apreté mis dientes y di dos pasos antes de volver a detenerme —¿Por qué te perseguían las rebeldes de Nesta?
—Por lo mismo, no les gusta la realeza.
—¿Qué? —me giré hacia él intentando solo mirarle la cara y no su … sexy cuerpo.
—Deberías vestirte —arrugó su entrecejo e iba a proseguir y presentarme cuando a lo lejos escuché la voz de mi hermano mayor.
—¡Iris! —sonreí aliviada.
Los tres venían cabalgando junto a otros cuatro guardias hacia mí y borré la sonrisa al verlos con su entrecejo fruncido y todos los músculos de sus cuerpos tensos al punto de explotar.
Detuvieron sus caballos cerca y se abalanzaron fuera de ellos para llegar a mí demasiado rápido. Pensé que me abrazarían e incluso llorarían pero no, los tres sacaron sus espadas y se posicionaron delante de mí como un muro protector.
—¡¿Qué le hiciste sucio pirata?! —gruñó Koray.
«¿Pirata? »
—Ay no —susurró el susodicho mirando al cielo y suspirando.
Genial. Ahora tendría que explicar cómo fui perseguida por las rebeldes y luego terminé siendo rescatada por un pirata.