Capítulo 1
Capítulo 1
— ¿Qué? —el grupo de chicas me miró ante lo que había dicho. La líder de ese grupo de cinco chicas se mostró atónita—Ella, ¿Cómo puedes saber si es bueno o malo?
— No estoy diciendo eso, sólo creo que no es lo correcto, ¿Cómo puedes pagarle a alguien sólo para que cumpla tus fantasías sexuales? —jugué con el lapicero en mis manos. Las chicas miraron a Sook quien había llegado radiante a la universidad después de encontrarse con el supuesto chico que hace a las mujeres suspirar, la cuestión era simple, se reunían, se encontraban en un lugar en específico, una habitación, una noche donde todo lo que puedas imaginar pasa y ya. Lo que parecía atraerles a muchas era lo excitante que resultaba tener a un extraño cumpliendo todo lo que desees sin protestar, en la universidad todas hablaban de lo mismo, la mayoría se había visto con ese muchacho.
— Lo dices porque eres virgen.
— Incluso si no lo fuera no podría dejar que un desconocido me toque.
— Vamos, Ella, el chico realmente es un genio en esto—comentó otras de sus amigas—Nadie ha tenido una queja, tiene algo que...en cuanto te toca caes enseguida.
— Creí que sus novios las complacían muy bien.
— Algo de peligro no es malo—guiñó el ojo.
— Inténtalo—retó Sook sonriendo.
— Estás loca.
— Dime que no has pensado en lo que se sentiría que alguien te tocara o te besara—señaló levantando una de sus cejas. En su cuello había un moretón nada bonito, me daba asco—No me lo niegues, es normal pensar en ello.
— Deberías llamarlo, Sook—comentó otra chica. Abrí mis ojos como platos para luego tener un rostro de confusión.
— ¿Qué haces con su número?
— Para segundas ocasiones o situaciones como esta—sacó su móvil.
— No voy a...
— No te hagas la dura.
— ¡No lo hagas! Son unas...—dejé salir un grito frustrado. Recogí mis cosas saliendo del salón furiosa.
Intentaba terminar un resumen para una de las clases de mañana, tenía algo de comida de la calle junto a mi escritorio, estaba en la tranquilidad de mi habitación algo cansada de por sí, eran las diez de la noche. Debía terminar esto.
Bebí algo de agua continuando con el trabajo en el computador, a mi celular llegó un mensaje, rodeé los ojos al ver el nombre de Sook.
"Lamento mucho haberte hecho enojar, Ella, no era el plan, pero bueno, no me daré por vencida. Aquí te dejo el número para que tú misma lo hagas por si cambias de opinión"
Miré el número que había enviado respirando profundo, de acuerdo, era cierto que ningún hombre me había tocado, pero eso no me hacía inexperta en el tema, tenía fantasías como toda persona común y corriente, es algo normal para el cuerpo, pero me incomodaba un poco saber que mientras las chicas comentaban lo que hacían o no hacían en la intimidad yo me quedaba callada. Por Dios, tenía veinte años y estaba dejándome llevar por lo que decían.
Este supuesto chico no les había dado su nombre o quizás sí pero no querían decirlo. Escuchaba algo sobre tener reglas, pero no especificaban cuales, mordí mi labio mirando el número de nuevo, ¿Qué tipo de fantasías me gustaban más? ¿Látigos, azotes, esposas y esas cosas o prefería que me sorprendieran? Genial, ahora no sé qué quiero. Podría ir para salir de duda, pero me arriesgaría a perder mi virginidad o.… ¡Eso es! El chico sólo hace lo que le piden así que puedo simplemente tener una charla.
"¿Quieres hablar con un extraño, Ella?"
Ladeé mi cabeza sin saber exactamente pero ya tenía curiosidad y quizás una parte perversa en mí quería experimentar. Marqué el número colocando el alta voz, al tercer repique respondió una voz masculina pero joven, demasiado para mi gusto.
— ¿Hola? —miré la hora pensando que quizás debí haber llamado mañana por la mañana. ¡j***r! — ¿Hola? —su voz fue más clara. Respiré profundo armándome de valor.
— Hola, lo siento, una amiga me dio tu número y...
— Te enviaré un mensaje con la cantidad de dinero que debes llevar, te diré dónde vernos, cuando y la hora—aquello me aturdió. Pero yo...ni siquiera me dejó de presentarme, que grosero, al parecer lo decía todo el tiempo porque noté cierto aburrimiento, pero también algo de rudeza en su voz—Allí te diré las reglas...
— ¿Es muy costoso?
— ¿Qué precio le pones a tus fantasías?
— Ehh...yo...—un leve calor invadió mis mejillas. Tuve que hacer el esfuerzo para convencerme de que sólo hablaríamos (estúpido, lo sé, podía conversar con cualquier persona, pero no, soy una gran idiota)—No lo sé.
— Estás a tiempo de arrepentirte.
— No voy a hacerlo—dije al instante, pero tenía una duda—¿Sólo haces lo que te pida, cierto?
— Así es.
— Bueno...
— No me lo dirás ahora, será cuando nos veamos, pero lamento informarte que, si disfrutas que te asfixien, te golpeen hasta sangrar y esos tipos de fetiche entonces el trato se cancela.
— Tranquilo, prefiero ir por lo más sano.
¿Qué demonios estoy diciendo?
— Espera mi mensaje mañana.
— Buenas...—y colgó—Noches.
El profesor de cálculo explicaba algunos ejercicios en el pizarrón. Anoté lo más posible en el cuaderno sintiendo que mi bolsillo vibraba, no vi el móvil hasta que la clase terminó, tenía un mensaje de ese número donde estaba todo lo que había dicho. La dirección daba casi al centro de la ciudad, sería el viernes por la noche, pedía el dinero en efectivo (algo aceptable), no pedía ningún tipo de atuendo, pero si pedía que fuera puntual.
3 días después
Frente al edificio de cristales me encontraba, el hotel era lujoso para lo que tenía en mente. Esperaba afuera con nerviosismo, me imaginaba como sería, su voz daba a mostrar que era alguien joven, me miré en el reflejo de uno de los cristales felicitándome por no usar nada provocativo. Tenía unas mallas negras, vestido blanco hasta las rodillas de mangas muy cortas, zapatillas blancas y un suéter de lana gris, en el bolso traía el dinero del chico junto a las cosas de la universidad, había salido de clase directo aquí. Mi celular vibró y de inmediato lo revisé.
"Espérame adentro, pide a la recepcionista la llave de la habitación 7, llego en dos minutos"
— De acuerdo—susurré obedeciendo. Seguí los pasos al pie de la letra caminando al ascensor con la llave en mi mano. Fruncí el ceño cuando las puertas se cerraron, si él había reservado antes... ¿Para qué necesita mi dinero? Negué con la cabeza dejando de buscarle respuestas a su trabajo. En el piso tres caminé por el largo pasillo de alfombra roja y paredes blancas, busqué la puerta correcta encontrándola en minutos, giré la llave en el pomo entrando. Al encender las luces no pude negar lo bonito que era, tenía una cama grande perfectamente hecha, cuadros bonitos decorando las paredes blancas, una alfombra en el centro con sillones y algunas mesas, oh, la vista era bonita, pero al estar tan abajo no se apreciaba mejor. Dejé mi bolso sobre el sillón caminando al balcón, miré los autos que pasaban haciendo una idea en mi mente.
Obviamente no habría nada de toqueteos, besos ni caricias, si él dijo que haría lo que me plazca entonces lo aburriré con una charla. Sonreí contenta con ese simple plan, cuando todo terminara le dejaría en claro que no es necesario acostarse con cualquiera, debería grabarlo para que las chicas se mueran de...
Di un respingo cuando algo cubrió mis ojos de la nada, mi corazón se aceleró al instante al rozar unas manos heladas. Mi vista estaba cegada y.… ¿En qué momento entró a la habitación? ¿Qué demonios...? Sentí sus manos en mi cintura indicándome que retrocediera, me dejé guiar confiando que no me dejaría caer, sentí algo blando debajo de mí al sentarme, toqué con mis manos identificando la cama, pero todos mis sentidos estaban alertas, en el aire hubo un perfume masculino y.…dulce. Antes de moverme o decir algo, escuché su voz, mi mente me indicó que estaba algo lejos de mí.
— ¿Trajiste el dinero?
— Sí, está en el bolso, voy a...
— No te quites la venda de los ojos—ordenó serio—Yo buscaré el dinero.
Eso no me convenció, podía robarme en segundos, algo inquieta jugué con la falda de mi vestido apretándola suavemente.
— ¿Me dirás tu nombre?
— Primera regla, nada de información personal—advirtió. Pude escucharlo revisar mi bolso—Segunda regla, tú debes es decirme que quieres y yo lo cumpliré con algunas excepciones, tercera regla, nada de sentimientos.
— Vaya.
— Estás a tiempo de retirarte, no he tomado el dinero aún.
— ¿Crees que quiero retirarme?
— No luces muy tranquila.
— ¿Estás preocupado por mí? —sonreí de lado. El silencio se hizo presente, escuché mi corazón latiendo, ni siquiera el sonido de los autos estaban allí, di un respingo de nuevo al sentir una respiración en mi cuello, mi piel se erizó y mis manos se aferraron a vestido con más fuerza.
— ¿Quién te dio mi número? —susurró en mi oído con una voz terriblemente seductora. Tragué con dificultad dudosa de poder cumplir mi plan, pero tampoco podía hacerlo, no era capaz, ni siquiera me sentía cómoda. j***r, esto fue mala idea.
— Una...amiga.
— Su nombre.
— Dijiste que nada de...información personal.
Escuché una pequeña risita, por instinto retrocedí en la cama sintiendo el peso en ella, el chico estaba acercándose más, como si estuviera evaluando a su presa antes de devorarla. Inconscientemente comencé a temblar respirando con dificultad.
— Si quieres que haga lo quieras, tienes que responder lo que yo pregunte.
— Sook, su nombre es...Sook—aclaré mi garganta. Ante su silencio me atreví a preguntar—Estuvo contigo hace tres días, ¿La recuerdas?
— Tal vez, son tantas que no las recuerdo—volvió a mi cuello recostándome por completo en la cama, no supe que hacer con mis manos, con temor me atreví a colocarlas en su cuello, noté la tela delgada de su camisa en mis dedos, cuando intenté subir mis manos a su rostro las detuvo colocándolas sobre mi cabeza, solté un quejido más de miedo o susto—¿Primera vez?
— ¿Qué?
— ¿Primera vez que haces esto?
— No—intenté que sonara lo más firme posible. El perfume del chico me tenía mareada y su calor de repente me volvía inquieta, sus manos apretaban mis muñecas impidiendo que me escapara, por su fuerza puedo calcular que debe ser delgado pero fuerte. Mordí mi labio deseando saber quién era realmente, ¿Lo conocería?
— Cambié de opinión, te devuelvo tu dinero y tú borras mi número—sus labios rozaron mi oído—No es difícil saber que estás mintiendo, nena.