Capítulo 5
La promesa
parte 5 / Felicidad
[Pablo]
Subí al autobús y tome mi lugar de nuevo, tome los boletos de avión y los metí dentro de mi maleta, mire a mi alrededor y parecía no haber solución alguna para que el tráfico avanzara, ya para ese momento incluso era ridículo en que en todo ese tiempo el tráfico no se hubiese agilizado, no quería ni pensar en todo lo que estarían pasando todas las personas que estaban presas aun en sus autos, muchos estarían a punto de ir a una cita importante, muchos otros llegarían tarde a sus trabajos, o como yo, estaban a punto de perder la esperanza de llegar temprano a casa… mala suerte la mía pues no podía esperar para sorprender a mi esposa Estela, mucho peor sería el no llegar temprano a casa tal como lo había prometido horas antes. La lluvia no paraba de caer en el centro de la ciudad, pero en el horizonte se veía un poco del sol resplandeciente… al menos no llovería toda la tarde como lo había parecido el informe del tiempo de mi teléfono celular. Estaba por completo en silencio en ese momento, se veía ya la gente impaciente caminar por en medio de los autos y por la acera, parecía ser una marcha del inconformismo de los capitalinos ante los embotellamientos. Los motociclistas hallaban soluciones un poco más fácilmente, algunos tan solo avanzaban por en medio de los autos y finalmente salían por sobre la acera o el separador de los carriles y se iban en contravía hasta el cruce donde estaba el choque que había parado por completo el tráfico, y la policía no les decía nada pues era una alternativa dada la emergencia del caso… lo cual estaba bien… al menos para ellos, yo con el autobús, siquiera si tuviera un auto pequeño, no podría saltar el separador para librarme por el momento… ¿O si podía? Me pregunte en ese momento. Mire con curiosidad por la ventanilla del conductor, intentaba calcular la altura del separador, la distancia que tenía además del Angulo en el que podía hacerlo… de ser posible, honestamente daría vuelta y comenzaría mi recorrido de vuelta al sur de la ciudad… aunque eso me traería algunos problemas con mis jefes. Comencé a dudar sobre hacer o no, veía como del otro lado de la avenida no había tampoco mucho autos, a cada minuto el tráfico se ponía mucho más complicado… ¿Cómo era posible que tan solo cerrar un cruce, congestionaría la mitad de la ciudad?, no lo sé, tan solo algo pasaba en mi cabeza en ese momento, añadiendo mis deseos por ir a casa a dar las buenas noticias a mi querida esposa, me levante de mi lugar y camine por todo el autobús algo impaciente, me dolía la cabeza ya de pensar que estaba atrapado allí sin ninguna salida evidente, más que la ridícula y atrevida idea que se me pasaba por la mente en ese momento, me asome por detrás del autobús y tenía un poco de espacio, unos 2 metros quizá, por delante tenía apenas un metro de ventaja antes de golpear el auto de en frente. No sé qué estaba pensando en ese momento, pero al volver a encender el autobús, su motor me dio el leve impulso de voluntad para zafarme del embotellamiento, podría ser una decisión ridícula, o en sí podría ser valerosa, el caso fue que con algo de destreza, moví en volante hacia el separador, primero me fui un poco hacia atrás, luego tomando la distancia quise faltar el separador, pero para el autobús era demasiado alto… mis cálculos habían fallado un poco, pero eso no quería decir que si no aceleraba un poco el motor podría subir completamente el autobús. Me sentía nervioso en ese momento, sentía el nerviosismo en mi interior pues tampoco quería poner el riesgo a nadie al hacer esto, no quería golpear algún otro auto pues ahí si me vería en serios problemas, tan solo quería hallar una salida en ese momento, moví el volante contuerza para que las llantas no quedaran en un Angulo complicado, el autobús se radio por completo que incluso escuche unos pocos gritos de las personas que por allí pasaban, de repente, vi a un hombre calvo y algo barrigón el acercarse a mi ventanilla.
—Debe dar un poco de reversa… subirá si toma un poco más de impulso—me dijo el hombre con amabilidad.
Pensé por un momento que habría algún problema con lo que estaba haciendo, que el hombre en verdad estaría enojado y me iría a reclamar personalmente por sus incomodidades… pero no fue así, intentaba ayudarme lo cual me dio un poco de ánimo para intentar hacer lo que él me decía. Di un poco de marcha Asia atrás como me indico el hombre, apenas si vigilaba por el espejo retrovisor que nada se acercara peligrosamente, tome el impulso y tras estrellarse con el separador, las llantas quedaron sobre él. En ese preciso pisé el acelerador y las demás ruedas fueron fáciles de subir, no se necesitó de mayor esfuerzo, pero de momento el autobús estaba atravesado completamente el en carril contrario, moví el volante y di marcha atrás en un par de ocasiones para al fin salir de allí… era libre, al fin estaba libre pues la carretera estaba por completo vacía, en ese momento solo podía pensar en algo… quería ir a casa.
No pensé en ningún momento en seguir mi recorrido, bien hubiese podido hacerlo una vez que me había librado del embotellamiento, pero no fue así, en lo un cipo que pensé en ese momento, era en los boletos del avión y en Estela que esperaba por mí en casa, ya a esa hora en compañía de mis hijos, sin ninguna advertencia de lo que estaba haciendo, avance por la venida a toda velocidad, a cada segundo mi nerviosismo iba aumentando pues sentía que estaba robándome el autobús de la empresa, aunque en realidad era mi carruaje de príncipe a luz para llevarme a casa para ver a mi amada. Avance por toda la ciudad hasta llegar a las estrechas calles de mi barrio, las personas que aun caminaban por las calles bajo la lluvia que caía en ese momento por toda la ciudad, me miraban con curiosidad, yo en ese momento sentía el alivio de estar cada vez más cerca a mi casa, obviamente era difícil el avanzar con un auto tan grande por las calles de mi barrio pero lo logre en varios minutos, cuando al fin llegue a mi destino, estacione el gran autobús en frente de mi casa… la cual se veía tan pequeña en comparación. Anuncie mi llegada con la bocina del autobús y el estruendo que esta provocaba, pero no tuve ninguna respuesta de parte de mi familia… obviamente yo nunca había hecho tal cosa, me baje del autobús y enseguida golpee la puerta con algo de prisa, en tan solo un par de segundos mi hijo menor abrió la puerta, no tengo realmente la descripción más precisa para describir la emoción que tuvo el pequeño al ver que su padre había llegado, siempre que yo llegaba él estaba cansado, o incluso dormido y poco podía compartir con él, más fue su infantil emoción al ver el gigantesco autobús que su padre conducía estacionado frente a él. El emocional saludo del pequeño, debí alertar a su hermano mayor y a su madre, pues enseguida por la puerta se asomó Estela junto con Miguel, su sorpresa era tan grande como la de Sebastián, mi hijo menor. Estela sin dudarlo un segundo me recibió con un fuerte abrazo y con un pequeño beso que me llenaba por completo de vida.
—Dije que vendría temprano a casa…—le dije en el momento que me abrazaba.
—Lo se… lo prometiste—me respondió ella con emoción.
Mis hijos estaba emocionados, en especial Sebastián pues nunca había visto el autobús tan de cerca, obviamente quería subirse y verlo por completo, pues para in niño era emocionante el estar en el asiento del conductor… tal como me pasaba a mí en compañía de mi padre.
Subimos al autobús todos, mis hijos estaban ansiosos como era de esperarse, Estela por otro lado estaba más que confundida… yo nunca había llegado a casa junto con el autobús, enseguida ella pensó que algo estaba mal, o bien que debía volver al trabajo, lo cual le desilusionaba un poco en realidad.
—Nuca antes había venido con el autobús hasta acá… ¿Paso algo? O ¿tienes que volver? —me pregunto ella algo seria.
Le mire con emoción, mas no pensé en decirle la verdad en es el momento, tome mi morral y busque en el los boletos del viaje.
—Cierra los ojos…—le dije.
—Tú sabes que no me gustan mucho las mentiras… contéstame—me insistió.
—Te pido que cierres los ojos…—le insistí también con emoción.
Ella me miro desconfiada pero cerro los ojos, de seguro estaba espiando por algún parpado a medio cerrar pues apenas si logre sacar los boletos de mi maleta, ella salto emocionada, sabía lo que yo estaba sosteniendo en mi mano, su felicidad, al igual que la de mis hijos eran todo lo que mi alma necesitaba para estar tranquila._
—¿Pero cómo…? ¿A dónde…?, ¿son tuyos…?—
—Recuerdas que te prometí conocer el mar juntos…—
—Eso fue hace mucho… cuando nos casamos—
—Pues yo creo que nunca es tarde para cumplir esa promesa… menos con el amor de mi vida entera…—le explique con timidez.
Mis manos temblaban en ese momento, estaba por completo nervioso y de seguro ella lo noto enseguida, sin embargo estire mis manos y tome las de ella, tal como me gustaba hacerlo cuando hablábamos de nuestro amor.
—Pero amor… debió ser muy caro todo esto…—me reprocho ella al ver en detalle los boletos del avión.
—No importa… yo solo quiero comenzar a vivir contigo… antes de que sea tarde—le respondí nervioso.
Ella no dio respuesta alguna en ese momento, tan solo sus lágrimas fueron la prueba de la felicidad que ambos sentíamos en ese momento, mis hijos había guardado silencio mientras Estela se impulsó hacia mí para abrazarme con fuerza, ellos se unieron a el abrazo convirtiéndolo en algo familiar, algo que sin duda nunca había ocurrido para nosotros, pero vaya que deba el felicidad el cumplir los sueños de las personas que más te han querido en su vida, tal vez el trabajo era importante, no pudo negarme a ello, conducir este autobús nos ayudaba a vivir el día a día… ¿pero y la felicidad?, esa que siempre estaba allí dependía del tiempo y del mismo amor que me motivaba cada día a despertar temprano y gastar todo el día en las calles de la ciudad… ahora, quería que todo fuera diferente, mi familia y en especial mi esposa merecía todo de mí, eso era obvio, pero también merecía mi tiempo y mi atención… esa era una prueba de amor.