
Después de seis años de matrimonio, Adelaide nunca ha quedado embarazada, todos sus intentos han sido en vano llevándola así al borde de la desesperación. Teme a los dedos que la señalan y su esposo promiscuo que no es capaz de cumplir adecuadamente su función.
Su sueño de seguir siendo la esposa del duque Cornüello se ve afectado por su infertilidad y mucho más por la mujer que desea usurpar su puesto.
Adelaide hará todo por seguir siendo la duquesa, aunque el precio sea demasiado caro para pagarle a su cuñado.
