“Soy muy afortunado. Voy a morir y sé exactamente cuándo. Me han dado tiempo para poner mis asuntos en orden, oportunidad de la que muchos carecen. Piensen, por ejemplo, en mis víctimas” — Gary Gilmore Zela encendió su lampara de aceite con ayuda de un pequeño fósforo que talló contra la pared, al iluminar se encontraron en un pasillo muy estrecho y, a decir verdad, no muy largo, avanzaron en el mismo orden en que habían bajado. Siguieron por el estrecho corredor en la oscuridad, después de dos giros y a una distancia de unos diez pies se toparon con un callejón sin salida, no había puerta o ventana alguna o escaleras en ninguna parte, fue cuando notaron algo más, las paredes, hechas de fría piedra y enmohecidas debido a la humedad, eran tan altas que no se les veía fin alguno. —¿Y

