Stalking you

La dama pelirroja corría rápidamente por las oscuras calles, su boca seca y su respiración agitada no ayudaban a su estado de desesperación, tenía que apresurarse y salvarla, era su culpa que "ella" también se viera involucrada, pasó meses encerrada en su departamento, temerosa de la situación, pero ya no podía huir más, ese maldito loco por fin logró que saliera de su resguardo atrayéndola a esos barrios bajos, y qué mejor que obligarla de esa manera. Sus piernas y sus pulmones ya no pueden más, no obstante, debe llegar al punto de encuentro que le exigió a la hora acordada, y completamente sola, no quiere ver morir a nadie más por su cobardía, esa noche debía enfrentarlo a como diera lugar. Una camioneta Van de color blanco sale de nada, voltea rogando al cielo que fuese una coincidencia, sus esperanzas terminan en la basura dándose cuenta que ella es el objetivo; al comenzar a ser perseguida, sabe que no puede llegar muy lejos, su única idea es dar vuelta en el próximo callejón. ¡Lo ha logrado!, ha entrado en ese estrecho sitio, no podrán seguirla desde allí, y como si Dios, o mejor dicho el diablo se burlase de su suerte, un muro le indica que no hay salida, para en seco y escucha detrás suyo los neumáticos frenar, se gira para intentar negociar con ellos o al menos pedir misericordia. De la entrada del callejón completamente bloqueado, se bajan dos hombres con rostros bien cubiertos. — No, por favor…— su voz se quiebra, la toman bruscamente de la muñeca y se disponen a hacer lo que les ordenaron. Una vez asegurando que su objetivo no escaparía, bañaron en combustible a la mujer quien apenas podía mantenerse de pie debido a la golpiza recibida... tan sencillo fue matarla al prender un fosforo. Se tira al piso violentamente, y rodar no cambia el hecho que no podrá extinguir la llamas, agudos y terribles gritos de dolor la consumen, humo, brasas y cenizas se elevan al cielo, han destruido una vida solo por capricho de alguien más. Y mientras su conciencia se desvanece ante los colores rojizos y naranjos de ese macabro show y la sonrisa siniestra de su acosador, sus últimos pensamientos afloran: «No puedo evitar repetir aquel sonido tan familiar en mis recuerdos, la hermosa caja de música que mamá me regaló de pequeña aún suena en lo más profundo, y así como esa melodía, las escasas memorias de mi niñez se repiten una y otra vez como una película en blanco y n***o; yo, tomada de la mano de mi hermano corriendo por un amplio jardín congelado entre risas y juegos, para después escuchar la melodía de la caja deformarse en el verdadero horror que al parecer vivíamos, mientras veía las sobra de mi madre ser apaleada por el hombre con el que se había casado». — “Evelyn… cierra los ojos”. «Decía mi hermano de cinco años, abrazándome fuertemente, prometiéndome que nada malo me pasaría, y luego... todo se ve borroso, incluso su inocente rostro, va desapareciendo hasta quedar en blanco. ¿por qué ocurrió todo esto?... Yo solo quería volver a verlo, aunque sea, una vez más, pero ahora todo lo que veo es rojo... el rojo del fuego que incinera mis esperanzas hasta llegar a n***o, este es el fin».     *         *         *     Un Ford Taurus se estaciona al otro lado de la calle y el hombre que desciende de él se ve más que destacable, joven, de 26 años, 1.80 de estatura, ojos miel, cabello castaño corto y un lunar en la parte inferior derecha de sus labios, tira su cigarrillo al pavimento y lo apaga pisándolo con su zapato, contempla las patrullas, y a los bomberos haciendo su trabajo, apagar el incendio fue sencillo, descubrir el cómo pasó, también, pero lo que aún no sabe es el por qué, muestra su placa y le dan acceso fácilmente. Camina hasta el interior del callejón oscuro, revisa su reloj, son las 2:47 de la madrugada, el flash de una cámara toma en diferentes ángulos fotografías de lo que al parecer antes era humano, yace completamente calcinado, el desagradable olor de la carne chamuscada no facilitaba el trabajo del cuerpo policial. Los agentes y el forense se encuentran desconcertados por lo sádico del crimen, fueron los gritos ensordecedores de la víctima los que provocaron que los vecinos convocaran a las autoridades a ese lugar. El hombre se acerca a su compañero, quien al divisarlo le saluda. — Por fin llega, detective David Hazel— suspira, con sus manos metidas en sus bolsillos— viernes por la noche y lo único que quería era tomar unos tragos— dijo con desgano el primer detective que había llegado a la escena, haciendo que el otro le riñera. —Johan, alguien ha sido asesinado, concéntrate. —Deberías hablarme con más respeto, llámame detective Simmons. — Solo eres mayor que yo en edad. —Son 53 años de pura experiencia— anunció orgulloso el hombre fornido de mediana edad. —Aja, una persona digna de respeto es llamada con tal nivel de decencia al merecerlo. — Que duro… tan joven y ya eres un detective condecorado, solo eres mi superior en el trabajo, aun así, no crees que deberías relajarte más— mientras Johan seguía con su discurso, el de ojos melados observaba detalladamente la escena del crimen, como la huella de los neumáticos en el pavimento y el dispositivo de seguridad en la esquina que seguramente serviría de evidencia. — Johan, pidamos una copia de las cámaras de seguridad. —Qué suerte esto será rápido, las cámaras no permitirán saber quién fue, que asesino tan idiota —Eso espero— dice mientras se acerca y le pregunta al chico de lentes que toma las fotos ahora que parece haber terminado.  — ¿Qué nos puedes decir? — Mujer, en sus 20's, la ruptura de varios de estos huesos indican que antes de calcinarla la golpearon brutalmente, por el olor sé que usaron gasolina para quemarla, hora estimada de la muerte 2:15 de la madrugada… es todo lo que le puedo decir. —¡Tsk!— exclamó Johan— eres el chico nuevo ¿verdad? —Emmm... sí, soy Jeremy. —¿Dónde está Stacy? Ella podría decirnos más, es toda una experta— inquirió el mayor. — L-lo siento— se disculpó, apenado por no poder ser de mucha ayuda—. No pudo venir, estaba ocupada con el tiroteo de la padilla que ocurrió hace un par de horas. —No fastidies al niño, vámonos Johan, dejemos al forense hacer su trabajo y esperemos tener un nombre pronto.   *         *         *   Al volver a la estación después de pedir los videos de vigilancia, comienzan a revisar el contenido, buscando en la hora aproximada de muerte. Luego de unos minutos, la ven, una chica pelirroja doblando la esquina hacia aquel callejón sin salida, mientras una Van sin placas le cierra el paso, por el ángulo de la cámara, lo lejano y lo pegado del vehículo a la entrada no se puede ver qué ocurre entre la baqueta y el callejón, solo se ve las cabezas de dos sujetos con pasamontañas salir de la Van, la cual se agita un poco, para posteriormente salir de allí tan rápido como llegaron, cuando la Van se mueve, solo se ve la luz rojiza que emanaban las llamas dentro del callejón, pero no a la víctima siendo quemada.   — ¿Qué demonios fue eso? — pregunta Hazel, quien al no recibir respuesta voltea hacia su compañero, Johan parece muy pensativo— ¿qué ocurre? — Mmmmm… no puedo evitar pensar que conozco a la mujer en cuestión. —¿Cómo es eso posible? —Me parece familiar. —¿No es porque Diane tiene casi de la misma edad? —¡No! no es por mi hija— en ese momento llega la asistente de Stacy. — Detective Simmons, Jeremy le envía esto. —¡Oh! Eso fue rápido— la joven se retira después de hacer el encargo— mira, llegó un memorándum del departamento forense. — ¿Qué dice? — Johan lo lee velozmente y la sonrisa se borra de su rostro, luego mira perplejo a su compañero. —El nuevo descubrió la identidad de la víctima por los registros dentales, ya sé porque me dio la impresión de conocerla. — ¿Por qué? — No creerás quién es ella. —No lo sé, por eso pregunto — comenzó a exasperarse. —E-ella es Evelyn Ayers... — ¿Quién? — inquiere haciendo una mueca. — Maldita sea Hazel, deberías prestar más atención al mundo del espectáculo, y no solo leer libros y archivos policiales, Evelyn es una famosa y aclamada estrella en acenso… o era… — corrigió al recordar que estaba muerta. El hombre de mediana edad saca su teléfono mostrándole el i********: de su hija, muestra fotos de cuando Diane fue al concierto de esa mujer, e imágenes de una firma de autógrafos posando de cerca con la susodicha víctima, donde en efecto pudo apreciar adecuadamente por primera vez, a la hermosa Evelyn Ayers.