AMELIA Caleb aparece en mi puerta aproximadamente media hora antes de la hora de la cena. Por mucho que Mila me haya animado, mi estomago todavía se siente como un nudo de nervios. Media hora no es tiempo suficiente para darle la noticia. Pero tendrá que bastar. —¿Estás aquí? — Caleb entra en la habitación, su mirada rebotando rápidamente por las paredes antes de posarse en mí. Su sonrisa es breve. A medias. —Hola. Bienvenida de nuevo— Trago saliva con dificultad, sin moverme de mi lugar en la cama. No he terminado de desempacar porque una parte de mi piensa que tal vez necesitare empacar aún más y simplemente irme por completo. —¿Oíste sobre la abuela Ruth? — Asiente, su mirada cae al suelo. —Quería decirte…— —¿Cuándo se volvió esta familia en mi contra? — Caleb ladea la cabeza. —

