Tal y como dijo Rosario, Don Felipe llegó sobre la noche. Era un hombre alto y delgado, y Gael se le parecía muchísimo. Su gran porte era imponente, pero su personalidad era extremadamente dulce, al igual que la de Rosario. Supuse que Rosario ya le había hablado de mi, por que cuando entró me dio un abrazo tan apretado como los que estaba acostumbrada a recibir por parte de mi amiga. -Felipe te presento a Sofía, nuestra invitada- le dijo Rosario mientras le acomodaba el cuello de su camisa -Buenas noches Don Felipe- le dije sonriendo- espero no incomodarlos, estaré poco tiempo aquí, hasta que encuentre dónde ir. -Bienvenida Sofía, puedes quedarte el tiempo que desees. Gael me ha hablado de ti- me sonrojé como un tomate y llevé mi vista automáticamente hacia el piso. -Por Dios Felipe,

