Agradeció a todos los que la acompañaban, en especial a Tina y Sharon, a la empresa madrina y elevó una oración a su tía. Sonrió ante el rotundo aplauso y luego charló y volvió a mostrarse amable y agradecida con quienes se acercaron a felicitarla. Así por dos horas, que se le hicieron cortas. ¿Cómo no sentir que el tiempo vuela cuando se está en el momento que se deseó por tanto tiempo? Cuando la reunión comenzó a diluirse y los invitados a retirarse, suspiró. El cansancio empezó a invadirla. Dio la vuelta, dispuesta a emprender los últimos aspectos del festejo, la parte más fea que era la de recolectar y guardar, y entonces, su corazón se detuvo. —¡Milo! —susurró, mientras quedaba clavada en el piso y no podía dejar de mirar adelante, donde él estaba detenido, mirándola a su vez, fijo

