Despedirme de la libertad

1407 Palabras
-¿Vivir en el castillo? Bromeas ¿no es cierto? -Estoy hablando en serio, tan en serio como te digo que tienes prohibido salir del reino para encontrarte de nuevo con él -ella lo sabía, como siempre, lo sabía todo -¿Cómo…? -No necesitas saberlo, ahora lo mejor es mudarnos al castillo, puedes dar un paseo por villa mañana temprano, será la última vez que será tu hogar y pienso que debes hacerte a la idea -Pero… -No hay salida de esto, lo sabes, debemos honrar la palabra de tu padre y no podemos ir en contra de las exigencias del rey -Bien -no podía decir nada más Tenía que resignarme y despedirme de mi hogar, de mi libertad y de mi familia y eso me destrozaba por dentro, hacía pedazos mi vida, mis sueños y mis anhelos. Y todo eso comenzaría en algunas horas más. Me senté sola y triste en el ventanal de mi habitación, el clima era perfecto, el sol aún iluminaba el cielo despejado y el azul del cielo solo me hacia recordar a una persona en especial, justo era ese azul que había visto en sus ojos, y justo esa calidez en el ambiente era la que había sentido tras sentir de nuevo y por última vez sus labios en los mios. Mis horas de libertad ahora estaban contadas y solo podía pensar en mi desdicha. -El día aún no termina, ¿quieres salir a dar un paseo? -la preocupación se notaba en su voz -Nilu, en realidad no tengo ánimos para salir hoy -Podríamos pasear por el pueblo, dar un vistazo a las villas que tanto te gusta observar, o podemos salir a observar los lotos y las ranas de los estanques -suspiré desanimada y mientras mis mejillas descansaban en mis manos apoyadas en el ventanal, mi cuerpo se hundía en los cojines del diván. Antes todas esas sugerencias me habrían levantado el ánimo para salir, pero ahora nada parecía hacerlo. -¡Vamos! no voy a dejarte en ese estado, debemos salir y pasear -me levantó del diván y me llevó del brazo hasta los jardines de la villa Caminamos del brazo por varias horas, por la villa, por el pueblo, por esos paisajes que conocía de memoria, pero ahora nada tenía color, todo era gris, todo era oscuro, excepto el cielo, ese cielo que no permitía olvidar a alguién a quién jamás podría ver nuevo -¡Tonta! ¿por qué hiciste eso? ¿por qué tenías que encontrarte con él? sabías que tu vida no te pertenecería -las palabras de mi mejor amiga me hacían doler el corazón Era cierto, yo me había buscado esto, y deseaba ser una persona normal, una dama del pueblo común y corriente y no la prometida del príncipe. -Sólo llévame a ver a Lanira, voy desahogar mis penas con ella -caminé sin ganas de la mano de mi dama de compañía hasta el mercado n***o. Ella se encargó de que nadie se opusiera a mis deseos, y estaba agradecida como siempre con ella. -Así que el príncipe por fin regresa a casa -dijo en tono de lamento -Lo sabes, todo el pueblo lo sabe -¿Y por qué vienes aquí a lamentarte, ¿no deberías estar disfrutando del día? -Debería ¿no es cierto? es mi último día de… -suspiré antes de poder terminar la frase -Ese hombre con el que te encontraste… no debiste -la dulzura de su voz era algo que desconocía, era la primera vez que hablaba en ese tono, su voz era dulce y suave. -No busque ese encuentro, sólo… sucedió -Querida, todo tiene su lugar en la vida, si el destino quiso que lo conocieras debe haber algo detrás -no sé si intentaba animarme o verme arrastrando de tristeza por el suelo -No podré verlo de nuevo, dijo que tenía… una mujer, y no hay nada que pueda hacer para remediar… -Pero aún así él te besó, y no fué solo una vez… -¿Cómo…? -nadie sabía de eso, ni siquiera Nilufer -Sabes que tengo ojos en todas partes Lo olvidé, por un momento olvidé que ella podía entrar y salir del reino sin ser vista, que los alcances de su libertad eran infinitos y que tenía muchas personas obteniendo siempre información de todos y todo lo que tenía que ver con el reino y sus cercanías -¿Acaso sabes quién es él? -una chispa de ilusión me hizo levantarme de la mesa en que había recargado mi mejilla -Lo sé, pero no tiene caso que te lo diga -sonrió apenada por no poderme dar lo que quería -¡Eres una mujer egoísta y sin corazón! -levanté la voz molesta -Lo soy, pero eso ya lo sabes -la calma de su voz no de desvanecía a pesar de mi reacción -Que te lo diga no cambiará las cosas para nadie, ¿no te dijo él que no podía eludir sus obligaciones? -Lo dijo -suspiré y me recosté de nuevo en la mesa Recordar sus palabras se sentía como una puñalada en el corazón -Lo ves, esto no te hará ningún bien -¿Qué sabes de él? -No insistas pequeña, no te diré nada -¿Por qué? ¿acaso no merezco al menos eso? -Sólo te diré que… -¡Señora Lanira! tengo noticias del próximo embarque, debe venir a ver -dijo el hombre que salía del almacén trasero del mercado interrumpiendo abruptamente nuestra conversación -Debemos irnos, tu madre quiere llevarte a la sastrería del pueblo, hay un vestido nuevo que espera por tí En otras condiciones eso me haría saltar de alegría, ¿a quién no le gusta la ropa nueva? pero hoy no, sabía que ese nuevo vestido era para conocer a mi futuro esposo. -Ese es el mejor vestido que he confeccionado en toda mi vida -dijo la mujer encargada del lugar -he trabajado mucho en él y te queda perfecto El vestido rosado combinaba con mi piel clara, el encaje blanco por los alrededores de mi cuello y por encima de mi pecho resaltaba mis mejores atributos. Sí, era un vestido que me encantaba, pero el motivo por que lo usaría le quitaba ese encanto. La merienda en el castillo fue especialmente incómoda, el rey parecía más severo que de costumbre, los rumores de mi huída lo habían alertado, y aunque no lo demostraba estaba molesto. -Mi hijo regresa mañana al reino, deberán estar aquí antes del almuerzo para recibirlo y es la última vez que saldrá ella de este castillo como mujer soltera. Asentí sin poder decir nada más ante la severidad de sus palabras, debía agachar la cabeza y aceptar las condiciones del rey de ahora en más. -Esta es una joya familiar, es muy importante para mí, pero es momento de dártela -dijo mi madre cuando estuvo a solas conmigo en mi habitación -Esto segura que lucirá tanto con ese vestido -estaba emocionada O eso pretendía que percibiera, pero había algo más, algo que le preocupaba y al mismo tiempo la entristecía. Algunas veces creía que ella tampoco quería este destino para mí, pero aún así respetaba la palabra de mi padre y la promesa hecha al rey. Pero esta noche le constaba más trabajo disimular sus sentimientos reales. Me abrazó como jamás lo había hecho, su abrazo era cálido y reconfortante, pero al mismo tiempo melancólico, era una despedida, una despedida que ninguna de las dos queríamos. Ella era una mujer fuerte, pero había flanqueado en ese mismo momento, sentí como contenía sus ganas de llorar, y yo debía ser como ella, una mujer fuerte. -Nunca debes mostrar debilidad, debes prometerme eso Padma, serás la mujer fuerte que siempre te he pedido ser, no cederás ante nadie, todos deben cumplir tus caprichos, así es como te he educado, y así debes ser siempre -no se atrevía a mirarme Mientras continuaba abrazándome me hablaba cerca del oído -Estarás orgullosa de mí -estaba temerosa pero aún no debía mostrarle a mi madre que me sentía destrozada por dentro Me abrazó con más fuerza, besó mi frente y salió de mi habitación enseguida, sin mirar atrás. Esa noche di un último paseo por la villa de los lotos, la luna llena brillaba más que nunca y la calma y la paz del lugar por un momento desvanecieron mi preocupación. La vista nocturna era espectacular y como siempre era un calmante para mis miedos e inseguridades.
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