COMO DOS EXTRAÑOS

Mi nombre es Jennifer Hale tengo 20 años y vivo en la ciudad de LA y esta es la historia de cómo termine enredada con el último chico con el cual pensé en tener una relación, Liam Heastings. Soy una chica de aspecto normal, tengo una estatura de 1,70, ojos azules y pelo rubio, soy lo que se dice una chica flaca, pero tengo mis curvas, demasiado seria, bastante desconfiada y prefiero el silencio, entrego mi confianza a muy pocos, esto es el resultado cuando las personas que deberían amarte y protegerte son las que más te dañan. Estudio administración y trabajo justamente en una de las empresas Hastings, pero no fue ahí donde comenzó mi historia con él. Vengo de una familia de clase baja de los suburbios de Los Ángeles, me crié junto a mi prima Serena y Justin, mi casa se encontraba justo en el medio de la de ellos dos. Recuerdo la primera vez que nos prometimos salir de ese lugar, teníamos 13 años. —Cuando sea un empresario con mucho dinero las voy a sacar de este basurero — dijo Justin. —Pues no hace falta que tú nos saques, nosotras lo podemos hacer sin ti — replico Serena siempre tan directa. —Lo importante es irnos juntos — los interrumpí. —Pues tú has lo que quieras, pero a Jenn me la llevo yo, ella va a ser mi novia — sentenció mi amigo, quien al final si se había convertido en mi novio. De mis padres se podría decir que son la peor escoria de este mundo, unos oportunistas de primera, con muy poco afecto al trabajo y la vida digna. Muchas noches nos faltó comida en la mesa o sufrimos cortes de los servicios básicos como la electricidad por falta de pago, vivir en esa casa siempre fue un infierno, pero fue peor cuando mi hermano se fue. Mi vida fue un antes y un después desde la muerte de mi hermano. Cuando él vivía mis padres se esforzaban más, conseguían trabajos temporales como limpieza, construcción o en bares, en los cuales a veces llegaban a mantenerlos por hasta ocho meses. Él lo era todo para ellos, aunque mis padres fueran unas mierdas trataban de que él tuviera todo lo que ellos pudieran darle por más mínimo que sea y gracias a eso se podría decir que yo gozaba de los beneficios su existencia, yo era invisible, un fantasma que convivía entre ellos Conmigo mi hermano era diferente, él era el mejor que alguien pudiera tener, siempre cuido de mí y no permitía que nadie me dañara, estaba ahí para lo que necesitara, muchas veces resignó cosas para que yo pudiera tener lo que necesitaba, pero todo eso cambio el día que partió. Tenía tres años más que yo, era un adolescente normal y a pesar de ser hijo de mis padres era una muy buena persona, buen alumno y un excelente amigo, creo que eso era más mérito de mi abuela y mis tíos quienes ayudaron en nuestra crianza. Un viernes a la noche como cualquier otro salió con sus amigos a un boliche y nunca regreso, en el automóvil en el que se accidentaron iban él y cuatro amigos más, solo dos sobrevivieron, tenían diecisiete años. Desde ese momento el infierno se intensificó, me convertí en el blanco de los maltratos físicos y verbales, parecía tener la culpa de todo lo que sucedía en la casa, desde ese momento lo único que mis padres me decían una y otra vez era que por qué yo no había muerto en ese accidente en vez de mi hermano. A pesar de todo lo malo tenía una familia que me había adoptado como otra hija más, se trataba de Evan mi tío y su esposa Sandy. Evan era hermano de mi padre, criados por los mismos padres, pero totalmente diferentes entre sí, con él viva mi abuela, mi abuelo había muerto cuando yo era pequeña, nunca goce del cariño de mi abuela, al parecer yo no era suficiente nieta para ella como sí lo eran mi hermano o mi prima, ella también parecía odiarme como mis padres. Mi tío era más un padre para mí que el mío propio, era quien me recibía en su casa cuando necesitaba ayuda o estaba famélica por la falta de alimento, era mi tía Sandy quien me ayudaba con lo necesario para tener lo indispensable para mis estudios y vestimenta, hacían lo que podían, ya que ellos también tenían pocos recursos como nosotros y tenían a Serena, mi prima, la hermana que nunca tuve, ella aparte de familia era mi mejor amiga, mi confidente, mi cómplice, estábamos todo el tiempo juntas y compartíamos todo. Tío Evan toda la vida se sacrificó para tener un mejor futuro, trabajo de lo que sea y las horas que fueran necesarias para progresar y un día el destino lo cruzo con David Heastings, quien al principio le dio trabajo y luego lo fue ascendiendo hasta proponerle un negocio a medias, al parecer este buen señor tenía un ojo experto para los negocios y le gustaba mucho ayudar a prosperar a las personas en las que confiaba y Evan se había convertido en una de ellas. Serena y su familia comenzaron a tener más recursos económicos, mejor calidad de vida y en un momento dado decidieron mudarse y salir de la miseria en la que estaban viviendo. Aún recuerdo el momento en que me lo dijo. —Jenn nos vamos a ir — me informa mi prima una tarde mientras regresábamos de colegio. —¿Qué? ¿Irse? ¿A dónde? — interrogo desesperada. —Nos vamos a mudar a otro barrio, uno más cerca del trabajo de papá — veo como una lágrima cae de sus ojos. —No debes estar triste, eso es algo bueno — trato de consolarla aunque yo estaba a punto de quebrarme también. —Pero es que ni siquiera vamos a ir al mismo colegio, ya no vamos a pasar más tiempo juntas — a estas alturas ya es un llanto desconsolado. —No llores — me detengo y la abrazo — puedo ir a visitarte seguido, tampoco te estás mudando de ciudad — trato de bromear. —Pero es que ya he ido a ver la casa y es realmente lejos — solloza. —Bueno entonces iré a pasar los fines de semana contigo. Esa fue mi segunda gran pérdida después de mi hermano, porque aunque no me dejaron completamente y quisieron llevarme con ellos, ya no los tenía todo el tiempo a mi lado como antes para ir en su búsqueda cuando necesitara comida o que sanaran mis heridas después de alguna golpiza. Mi tío intentó de todo para sacarme de casa de su hermano, se lo pidieron en reiteradas ocasiones, aún recuerdo una de esas discusiones. —Hermano por favor, deja que Jenn venga a vivir con nosotros — suplicó mi tío. —Cuántas veces tengo que decirte que no Evan? — replicó mi padre. —Sabes que nosotros podemos hacernos cargo de ella como una hija más, no te pediríamos nada — intento tía Sandy. —Sabes que nuestra situación ahora es diferente, nos vamos a mudar y queremos llevarnos a Jenn — volvió a pedir tío Evan. —No entiendo la insistencia de ustedes por esto mocosa — espetó mi madre. —Y yo no entiendo por qué se niegan a dejarla ir cuando todos somos testigo de cómo la tratan — salió en mi defensa Sandy. —Eso no es de su incumbencia, es mi hija y hago lo que quiero con ella — gritó mi padre — mi respuesta es no, no se la van a llevar a ningún lado. —Está bien, pero deja que la cambiemos de colegio junto con Serena — pidió mi tío — por favor permíteme aunque sea hacerme cargo de su educación, a papá le hubiera gustado eso por lo menos — ese fue el último recurso de Evan. —Déjamelo pensar — pareció funcionar porque mi padre cambió su cara y se retiró.