C A P Í T U L O I

755 Palabras
Lourdes me observa por encima de su copa, revuelve lo que sea que esté ingiriendo lentamente con un sorbete, desconozco la bebida—es de un color poco reconocible—yo con suerte bebo Whisky o Vodka, jamás salgo de mi zona de confort: lo cual es algo contradictorio al pedir jugó de naranja mezclado con mi bebida. Cada que levantaba la mirada, la observaba apartándola de mi. Podría jurar que la vi morderse el labio, o jugar con su bebida para no acabársela y seguir con sus ojos en mi. Era algo cómico de presenciar. En algún otro momento o lugar podría acompañarla a mi cama y desacomodar mis sábanas pero hoy no, no cuando estoy en mi sexto trago y menos cuando estoy bebiendo por despecho. Sigo sin decidir si quiero embriagarme o no, lo más seguro es que termine haciendo alguna estupidez y no es buen momento para eso. El alcohol impide que mis neuronas emitan impulsos nerviosos y ya con mi séptimo trago estoy mareado, así que es difícil ordenar mis ideas, veo el vestido rojo de esta chica, quien jamás había visto con una prenda así. En realidad, no la he observado mucho. Su nombre es Lourdes Westlake, sé que es una muy competente Delta y una habilidosa guerrera, también se que proviene de un linaje de soldados intachables que han servido a la manada con gran valor. Evoco el color y recuerdo su colección de labiales del mismo tono, todos de diferentes matices según ella, que siempre se ponía y cuales siempre le borraba con mis labios, mi imaginación me sigue jugando bromas y es el último impulso para desechar todas mis ideas y pedirle al cantinero la botella completa. Treinta minutos después y sin saber la cantidad exacta del alcohol que consumí después de solicitar que dejarán de preguntar y simplemente me sirvieran, voy camino a mi auto tambaleándome y con una botella en la mano. —Alpha —escucho que me llaman a mi espalda y volteo encontrándome con una diminuta anatomía femenina enfundada en un vestido rojo. —¿Qué? —trato de sonar severo y autoritario pero mi voz suena algo nasal así que no produce el efecto esperado. —No puede conducir así —la fémina habla en tono bajito, parece avergonzada o quizás es miedo lo que sacude su pequeño cuerpecito, no noto la diferencia. —¿Es acaso una orden? —. río sin gracia a la vez que creo ver su cuerpo sacudirse en conjunto a la frecuencia de mi voz. —¿Quién te crees que eres? —. la analizo con la mirada despacio y se me dificulta por tener la vista borrosa—No, mejor dicho ¿Sabes quien soy yo? —Señor, disculpe mi atrevimiento pero está muy ebrio —. su voz suena cada vez más inestable a causa del miedo y muy en lo profundo lo disfruto. El depredador en mi ansia una presa, su falta de respeto es la escusa perfecta que necesita para que empiece la persecución. Estoy a punto de caer en un coma etílico por lo que hacerle caso a mi subconsciente sería un error, así que declino. —¿Y? —. gruño —Puede accidentarse —no puedo evitar que mi respiración depronto se acelera y mi temperatura corporal aumente. Mi furia se antepone y disipa un poco el alcohol en mis venas. —¿Conoces algo de la fisiología de nuestra especie o el alcohol acabo con todas tus neuronas? —cuestiono con agresividad, mi paciencia tiende de un hilo con cada segundo qué paso charlando con esta chica. —Si pero, puede lastimarse —su mirada antes asustada cambia de expresión, su rostro que no se molesta en cambiar o fingir sus sentimientos hacia mi persona, me pregunta en silencio: ¿Usted es tonto? —Si y también puedo curar —no espero más réplicas y vuelco otra vez mi camino hacia el automóvil. —Se lo repito, no puede conducir —su mano se apoya en la puerta impidiéndome abrirla. —Realmente quieres morir —como prueba mis manos mutan y mis garras sobresalen de las puntas de mis dedos en arcos y araño la pintura de mi Mercedes en el proceso. —Al parecer usted es el que quiere morir —es la primera vez en toda la conversación que suena valiente al hablar y de verdad me sorprende. Disipo mi sorpresa sacudiendo mi cabeza, a la vez que niego y golpeó su mano esquivándola. —O es s*****a o estúpido, ¿cuál es? —ahora la furiosa es ella y me río al comparar su actitud al inicio de nuestra breve conferencia a altas horas de la noche y la actual. —Ninguna o quizás ambas. No es tu problema —sus ojos me escudriñan para luego de una pausa responder con un tono alto y áspero: —Mi problema quizás no, pero mi trabajo si. Su seguridad siempre será mi responsabilidad —empiezo a ver rojo y exploto. —¿Insinúas que necesito niñera acaso, que no puedo valerme por mi mismo? —inquiero observando su anatomía, el auto ya no es mi objetivo sino está niñata prepotente enfrente mío. —No, no, no. Sólo quiero cuidarlo. Es mi Alpha y es mi deber velar por usted—la muchacha niega y se aleja de mi con violencia, ni siquiera había notado cuando la tome del brazo hasta que olfatee la sangre, proveniente de su m*****o superior bajo mis garras. —Mejor deja de decir tantas tonterías juntas, jamás te tomarán enserio si sigues con eso—detengo mi ataque, le había echo daño y no creo que mi rabia este dirigida apropiadamente. Y una hora mas tarde, después de circular por las calles bajando el velocímetro lo más posible, llego a casa y me desplomo en la cama. Rodear mi parte inferior con las sábanas me toma otro par de minutos, el alcohol me vuelve lento y pesado cuando comienza a salir de mi cuerpo. Dejo mi torso al descubierto para sentir la brisa fresca proveniente de la ventana abierta, el aire me pega de lleno, está casi gélido pero no me molesto en cambiar eso y le doy mi completa atención a la imagen proyectada por mi cerebro que me acompaña. —¿No te faltó algo? Segundos antes quería dormir, insistió tanto en que dejara el papeleo para mañana y fuéramos a la cama, que no tuve ninguna alternativa que cumplir con sus deseos. —No, no me faltó nada—le contesto sin abrir los ojos. —Nathan hablo en serio—suena autoritaria y puedo imaginar—aún en la neblina del sueño—su entrecejo fruncido y esa pequeña arruguita que se le forma en la nariz. —Yo también—le aseguro sin saber a qué se refiere realmente—¿Que quiero dormir? Si, seguro. —Mira como me salió el jovencito, hace unos minutos estaba muy determinado en no dejarme dormir, muy interesado para hacer cochinadas pero no para hablar conmigo. Muy conveniente—no se a quien le dice esas cosas, parece hablar para un público inexistente. —Hace unos minutos estaba trabajando y tu no querías dormir sola. —¿Y qué paso con la metida de mano que me metiste, delante de tu madre?—me carcajeo con gracia. —Ni que fuera un degenerado…. Y tu no eres inocente, me estuviste provocando durante toda la cena—despego la cara de la almohada para ver su cara de indignación. —Malo—logro ver que su boca hace una pequeña curva antes de que la esconda. —Bien, dime. ¿Qué pasa? —Quiero… pues lo usual…ya sabes—suena tan tímida que me desconcierta, nunca se expresa de esa manera. —¿Hacerlo? Porque si es así, dame un minuto que me preparo. —Noooooo —grita espantada y suprimo una sonrisa. —¿Sabes que no soy adivino?¿Verdad? Tampoco leo mentes. Su entrecejo se frunce—aún más que antes—y de pronto, parece querer golpearme. Se voltea y me ignora. —¿Qué pasó? ¿Kal? ¿Qué dije? No me responde. —Mírame, Kal. Mira, tienes toda mi atención—me enderezo con prisa en la cama y con un brazo en su hombro, la zarandeo. —Mírame amor. ¿Qué quieres? ¿Qué querías, querías decirme algo? —¿Cómo que, quiero?¿Qué quiero?¿Estas sordo acaso?—su estado de ánimo me preocupa. –¿Cariño estas ovulando?—le pregunto con pausa y lo más sereno que puedo, no quiero que se enoje conmigo. —Que insensible eres—agarra el cubrecama y se tapa violentamente. —Kali basta. ¿Qué pasa?—apoyo una de mis manos en su muslo y lo masajeo. —Quiero hablar estúpido. A la hora de ir a dormir los matrimonios se preguntan mutuamente por sus días. ¿Qué no has visto películas?—parece casi apunto de llorar y que yo me ría de su actitud no ayuda mucho. —No te rías. Eres un idiota y un terrible casi esposo ¿Sabes que? No le veo mucho futuro a esto—está muy ofendida y muy sensible el día de hoy. —Amor no digas eso¿Qué más necesitas? Si, ya se. Soy un insensible idiota pero déjame arreglarlo—la atraigo contra mi y la apretujo contra mí. —Y un tonto también—estira la trompa para hablar y muero de la ternura. —También ¿Me das un beso?—me dispongo a besarla pero se aleja. —¿No te faltó algo?—vuelve a preguntar y río. —¿Qué tal fue tu día? —le pregunto al fin. —Fatal—se me sube encima con una velocidad sorprendente—déjame que te cuente….. Haría lo que fuera para tenerla conmigo en la cama, una vez más y tener nuestras charlas nocturnas, me hace tanta falta. Me giro, tomó la almohada y la colocó en posición vertical e imagino que es ella y quizás, sólo quizás pueda dormir tranquilamente. Abro los ojos, la habitación está oscura y helada, y por un instante no sé dónde estoy. No recuerdo cuando me dormí, agarro el teléfono de la mesa de luz: sólo son las tres y media de la mañana. Me sorprendo al notar mi rostro húmedo, enjuago las lágrimas e intento calmar mi respiración que se encuentra inestable y errática, mi temperatura también es anormal. Me levanto como puedo, me siento cansado y adolorido, voy por un termómetro al baño y regreso a la habitación, me mido la temperatura y alcanza los 38° grados, la preocupación se va y vuelvo a recostarme. He tenido pesadillas antes pero suelo recordarlas al despertar, esta vez es diferente, no recuerdo nada aparte del dolor y la desesperación que ahora siento. Cierro los ojos e intento tranquilizarme para intentar regresar junto a Kali, aunque sea sólo en sueños.
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