El sol brillaba en el cielo, mientras que Lior y Jaen habían subido a la superficie, “curiosos” de cómo eran las cosas ahí, aunque fue más el deseo del tritón viajero de enseñarle una vez más esa parte del mundo al rubio, de mostrarle cosas que a él le gustaba, porque mientras Jaen amaba las cosas humanas, él lo hacía con el sentir los rayos del sol rozando su piel, saltar fuera del agua, sentir el aire en su rostro. Lior debía de reconocer que también era un poquito egocéntrico, y quería presumirle a Jaen ser uno de los tritones que más alto saltaba fuera del agua, pero esas cosas podían impresionar por un momento al rubio, y luego simplemente las olvidaría. Lior extendió su mano para colocar un mechón de cabello rubio de Jaen detrás de sus orejas puntiagudas, viendo al otro tritón remo

