CAPÍTULO 4

2450 Palabras
POV DE JONATHAN Maldita mocosa, como no me percaté antes de su enfermiza obsesión, si pasaba pegada a mí como una sombra, queriendo indagar y descubrir todo sobre mi vida privada y profesional. De completo imbécil e ingenuo pensé que simplemente se sentía cómoda y segura con mi compañía porque yo representaba al mejor amigo de su hermano, y quizás mi presencia le recordaba a él en los momentos de soledad. No obstante, acabo de descubrir la verdad: estaba obsesionada conmigo desde hace tiempo, hasta tal punto que fue capaz de emborracharme, registrar en mi maletín personal sin el menor remordimiento y utilizar ese contrato matrimonial para atraparme en sus redes como una araña a su presa. —Jonathan, ¿te das cuenta de la gravedad de lo que acabas de hacer? —mi madre no baja la mirada ni por un segundo— Acabas de entregar el poder de nuestra fortuna familiar a alguien ajeno a nuestros intereses. Tú… ¿En qué estabas pensando? ¿No se te ocurrió por un momento que lo que estabas haciendo era una completa estupidez sin precedentes, que estabas poniendo en peligro toda nuestra estabilidad económica? —Suegra —interviene Fiorella, mientras mi madre evita mirarla directamente como señal de desprecio—. El contrato matrimonial estaba redactado para proteger a ambas partes involucradas. En realidad, si yo o cualquier m*****o de mi familia decidiera finalizar el contrato por cualquier motivo, perderíamos todo lo que poseemos sin derecho a reclamación… Mi madre, finalmente, dirige su mirada penetrante hacia Fiorella, y le habla con un desdén apenas disimulado. —No pretendo sonar arrogante o prepotente, pero la realidad es: tu modesta fortuna familiar no se compara ni remotamente a la nuestra en magnitud ni prestigio. Ni siquiera llegan a igualar la cuarta parte de nuestro patrimonio… los únicos beneficiados en esta unión matrimonial, serían ustedes con sus ambiciones… —Madre, por favor —interrumpo con firmeza. —Es la pura y cruda verdad, Jonathan —refuta indignada, levantando ligeramente la voz—. Existe una abismal diferencia económica que no pudiste o no quisiste ver por tu obstinación en llevarle la contraria a tu abuelo, quien siempre ha querido lo mejor para ti y para esta familia. —No tomé esta decisión porque se tratara de dinero o intereses materiales, madre, tampoco por el capricho de llevarle la contraria a mi abuelo como sugiere, lo hice por lo que consideraba un sentimiento de amor sincero… —Veo que el famoso amor verdadero es ciego —interviene esa mocosa insolente con una sonrisa apenas contenida—, te vuelve patéticamente vulnerable, pendejo y ciego ante lo evidente… —No te atrevas a seguir hablando —su voz me irrita. —No podrás callarme, querido esposo. Siempre que tenga la oportunidad te diré la verdad sin filtros. Aunque te duela reconocerlo, por más que su cara de mosca muerta inocente intente mostrar lo contrario, es claro que esa mujer quería atrapar tu fortuna. Me acerco a ella, fulminándola con una mirada que podría congelar el mismo infierno. —La única y verdadera mosca muerta aquí, eres tú y nadie más. Tú, que te aprovechaste de mi amabilidad y confianza para atraparme. —Ok, lo acepto. Efectivamente quería atraparte, y finalmente lo conseguí con éxito, ¿ahora qué piensas hacer al respecto? ¿Me pedirás el divorcio para irte con tu amante? Ya conoces las consecuencias económicas si decides proceder por ese camino —me mira desafiante con una intensidad que nunca antes había presenciado en ella. Dakota siempre me había mirado con amabilidad, admiración y respeto inmaculado. Sus ojos se iluminaban mientras compartía tiempo conmigo, sonreía con dulzura y hacía exactamente lo que le pedía sin cuestionamientos. Rara vez insistía en algo o discrepaba de mis órdenes directas, pero la mayor parte del tiempo evitaba cualquier confrontación, bajando la mirada en una señal de obediencia. Pero ahora, está aquí, de frente y sin máscaras, con los brazos cruzados en actitud desafiante, enfrentándome directamente con la mirada, respondiendo al pie de la letra todo lo que digo, observándome de una forma diferente. —Encontraré la forma de terminar con este contrato, sin que ambas familias salgan afectadas —afirmo con absoluta seguridad. Porque aunque esta niña haya cruzado todos los límites éticos, no puedo contemplar la posibilidad de destruir a los Wilson, principalmente porque uno de ellos es mi mejor amigo desde la infancia, y su hermana mayor no tiene por qué pagar por los arranques de locura de su hermana menor. —Bien, hasta que ese milagroso momento llegue, yo continuaré aquí, ejerciendo mi papel como tu legítima esposa ante la sociedad. Ahora… me retiro al comedor, tengo demasiada hambre ¿Ustedes no sienten lo mismo? —mira expectante a mi madre, a Fiorella y a mí, esperando una respuesta que no llega. Al no obtener reacción alguna simplemente se aleja—. Yo sí tengo un apetito voraz, y no pienso seguir pasando ni un minuto más de hambre, ya suficiente tuve en mi... —se queda en silencio mientras se aleja. Al quedarnos solos en la habitación, mi madre niega con la cabeza en señal de desaprobación, y también se dirige al comedor. En cuanto a Fiorella, me mira con ojos iluminados. —¿En serio te acostaste con ella como insinúa? —pregunta. —No —niego con vehemencia ante esa incómoda pregunta. —¿Cómo puedes estar seguro de eso, si según has admitido no recuerdas nada de lo que ocurrió aquella noche? —Porque… cuando desperté estaba vestido con mi ropa… y ella también aparentaba estarlo. Fiorella me sonríe con amargura evidente, y percibo un dejo de tristeza en sus ojos que me parte el alma. —¿Por qué tuviste que acompañarla a esa maldita celebración?, ¿por qué caíste en su trampa como un principiante? Ahora es tu legítima esposa ante la sociedad y yo… yo he quedado reducida a ser simplemente tu amante, exactamente como acaba de llamarme. —No eres ni serás nunca mi simple amante, Fiorella. Eres la única mujer que quiero… —le aparto el sedoso cabello del rostro, colocándolo detrás de su pequeña oreja—. Te prometo que solucionaré este desastre lo antes posible, y después de resolverlo… continuaremos con lo planeado para nuestras vidas. —Por favor, soluciónalo lo más pronto posible —acaricia suavemente su vientre plano—, nuestro hijo no puede ni debe nacer fuera del sagrado matrimonio. —¿Nuestro hijo? —pregunto atónito mientras ella me sonríe tímidamente y me entrega una prueba de embarazo casera con resultado positivo. —Estoy embarazada, Jonathan, pronto seremos padres —me quedo paralizado como una estatua, escuchando incrédulo cada palabra que sale de sus labios— ¿No te emociona esta noticia? —pregunta con tristeza ante mi reacción. —Sí, por supuesto que me emociona —bajo la mirada hacia su vientre todavía plano, lo toco y suspiro— te prometo que nuestro hijo no nacerá fuera del matrimonio —mi respuesta la deja contenta, y se va feliz. Me quedo observando la partir, mientras mis pensamientos traen de regreso aquel momento en que desperté solo, sin ropa, en la cama, pero Dakota ya no estaba, ella se había marchado, y tampoco recordaba si había sucedido algo. Joder, la sola idea de pensar que, si ocurrió, que estuve con la hermana de mi amigo, me pone de mal humor, y hace que me estremezca. Dakota juró no haber estado con nadie, entonces, debía haber alguna mancha que corroborara que la hice mía, pero no había, no estaba la sabana manchada, lo que me hizo entender que, no estuvimos juntos, solo… dormimos. Sí, dormimos, porque yo no podría desear a alguien doce años menor a mí. No, ni siendo la última mujer del planeta podría desear a la hermana de mi amigo. * Me encierro en el despacho privado, rodeado de innumerables papeles importantes y decenas de correos electrónicos pendientes con los que pretendo distraer mi mente inquieta, pero resulta imposible concentrarme en los asuntos laborales, sabiendo que en muy poco tiempo Stefano llegará a la mansión con su temperamento explosivo, y probablemente no tendré una conversación agradable ni cordial con quien hasta hace poco consideraba mi mejor amigo de toda la vida. La ansiedad recorre cada centímetro de mi cuerpo mientras contemplo el reloj de pared que parece avanzar con una lentitud tortuosa, recordándome que cada minuto me acerca más al inevitable enfrentamiento que podría destruir años de amistad y confianza mutua. El repentino toque en la puerta de roble macizo me exalta, haciendo que mi pulso se acelere de manera instantánea. Retiro los lentes de lectura que presionan ligeramente el puente de mi nariz y doy paso a la empleada doméstica que espera detrás de esa puerta. —Señor, su madre ha enviado el desayuno —agradezco con un gesto cordial y le pido con amabilidad que lo deje en la mesa de caoba que adorna este lugar. Cuando la empleada abandona la habitación, vuelvo a sumergirme en los numerosos papeles corporativos esparcidos sobre el escritorio, los cuales solo ojeo superficialmente, paso y paso entre mis dedos, pero no leo su contenido, ni entiendo absolutamente nada de la información que contienen. Entrego mis ojos cansados con ambas manos, suspiro pesadamente, me levanto de la silla de cuero y voy lentamente hacia la mesa para intentar comer algo que pueda calmar el nudo en mi estómago. Todo el desayuno está frío e insípido, que ni siquiera puedo llevar un solo bocado a mi boca. Apenas retiro el plato con desinterés, y me levanto para regresar al escritorio donde me espera una montaña de trabajo sin terminar, cuando la puerta se abre de golpe con un estruendo violento que resuena por toda la habitación. Me congelo al verlo parado en el umbral, con su mirada fría y calculadora, penetrante como un filoso puñal, tan oscura y amenazante como la del mismo demonio encarnado, solo que no logra aterrorizarme como seguramente pretende con su entrada dramática y su postura intimidante que tantas veces había visto dirigida hacia otros, pero nunca hacia mí. Sin dar tregua a nada ni permitir explicación alguna, viene hacia mí con pasos decididos y furiosos, me agarra violentamente de la camisa de diseñador y me sacude con fuerza, mientras pregunta con los dientes apretados. —¿Es verdad lo que circula en todas las malditas redes desde anoche? ¿Te casaste con mi hermana pequeña en Las Vegas y sin consultármelo? ¿Te aprovechaste vilmente de ella mientras estaba borracha e inconsciente, miserable oportunista? —sus palabras salen como proyectiles envenenados. —Las cosas no son así como las estás interpretando —presiono sus manos tensas logrando zafarme con dificultad de su agarre agresivo— No podría jamás mirar a tu hermana como una mujer en circunstancias normales… todo fue… un terrible error que nunca debió ocurrir. Sus dientes perfectamente blanqueados se presionan más hasta el punto de traquear en el silencio tenso que nos rodea. —¿Un simple error? Explícame cómo diablos es que te casas con mi hermana menor en un puto error —cierra la puerta detrás de él con un golpe seco. —Te lo explicaré si me das la oportunidad —suspiro, reuniendo todas mis fuerzas. No por miedo, porque Stefano Wilson con todo su poder e influencia no me aterra ni en lo más mínimo ni nunca lo ha hecho, pues si él tiene poder en los círculos empresariales, yo tengo el doble gracias a generaciones de esfuerzo familiar, si él tiene carácter explosivo y dominante, yo también lo tengo perfectamente desarrollado tras años de negociaciones implacables—. Toma asiento por favor y escucha mi versión antes de juzgarme. —No pienso sentarme como si fuéramos a discutir el clima —presiona los puños—, habla inmediatamente, porque no creo soportar ni un minuto más sin partirte la cara, sino me aclaras pronto que no te aprovechaste de mi hermana pequeña en un momento de vulnerabilidad. —Fue ella la que astutamente se aprovechó de mí y de las circunstancias en las que nos encontrábamos —su mirada penetrante se oscurece más ante mis palabras. —¿Cómo podría una niña de apenas dieciocho años aprovecharse de alguien como tú, un hombre experimentado de treinta con toda la audacia que posee? —Aunque no lo creas, Stefano, tu querida hermana fue la principal responsable de que este matrimonio ocurriera exactamente como ella lo había planeado. Ella acaba de confesarme hace apenas unos días, cuando la confronté sobre lo sucedido, que ha estado enamorada de mí desde siempre, desde que era una adolescente. —Tú, miserable, te atreves a difamar a mi hermana pequeña de esa manera tan ruin… eres un completo cobarde que no asume sus responsabilidades —se acerca amenazadoramente otra vez con intenciones de golpearme. No reculo ni un centímetro, me mantengo en la misma posición, sosteniendo su mirada furiosa sin parpadear. —Si escucharás todo lo que tengo que decirte, entenderías lo que intento explicarte. —¡Pues habla ahora, miserable! —me empuja, logrando moverme a penas— ¿Cómo terminaste casado con mi hermana? La puerta se abre, Dakota y mi madre ingresan, está última asustada, la otra con una sonrisa en sus labios, parece que le divierte verme en esta situación, todo porqué la rechacé. —Había creado un contrato matrimonial para casarme con Fiore, uno dónde no pudiéramos separarnos, ni nadie a nuestro alrededor, el cual Dakota descubrió un día antes de su cumpleaños, y usó para atarme a ella. —¡Sigues diciendo que ella es la culpable! —me agarra del cuello de la camisa, y me sacude de nuevo. —¡Si, mantengo mi palabra de que esa mocosa planeó llevarme a las Vegas, para luego emborracharme, más bien drogarme y por consiguiente casarse conmigo! —¡Miserable! —me lanza con toda la fuerza hacia el escritorio. —¡Stefano, por favor! —interviene mi madre. Eso logra aplacar al demonio de mi amigo. —Stefano, la mocosa de tu hermana se obsesionó conmigo. —Eso no es cierto —habla ella—. No estoy enamorada de ti, menos obsesionada, yo solo quería celebrar mi graduación y cumpleaños con él amigo de mi hermano, ya que este no podía estar presente, y sin planearlo terminamos casados… —empieza a chillar— Stefano, lo siento… yo no recuerdo nada. No sé si… entre Jonathan y mi persona pasó algo… íntimo. —¡Mentirosa! —rujo, y un puñete cae en mi cara, la cual queda amortiguada. —¡Vas a pagar por haberte aprovechado de mi hermana!
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR