Capítulo 6 Acorralado

1943 Palabras
Al salir de la casa de reposo, me sentía tan mal, una opresión en el pecho me hizo detenerme casi al llegar de vuelta a la camioneta, ¿estaré haciendo lo correcto? Claro que sí, lo hago, Vicente habló conmigo y me contó la verdad años atrás, no puedo fallar ahora, Federico se merece esto —señora Altamira, ¿se siente mal? ¿necesita que llame un médico? — me pregunta Gonzalo llegando rápidamente hasta mí, sosteniendo mi brazo para no caerme, una corriente eléctrica me recorre el cuerpo al sentirlo tan cerca, asiento y abro la puerta con cuidado —puedes llamarme Paula, no estamos cerca de casa— le digo tratando de sonar lo más natural que puedo, sonríe y niega —siempre hay alguien cerca, no quiero faltarle al respeto señora Altamira, al menos no en público— trata de esbozar una sonrisa mientras me mira fijamente son sus profundos ojos cafés, poniéndome completamente nerviosa y vuelve a cerrar la puerta de la camioneta, paso saliva y por la ventana puedo ver cómo antes de volver a subir, acomoda su elegante traje del uniforme, acomoda su cabello en una coleta y vuelve a subir, no me doy cuenta de que eh estado reteniendo la respiración hasta que entra al vehículo y se acomoda el cinturón de seguridad. —a la Universidad de Leo por favor— le pido con la respiración agitada, me mira por el espejo retrovisor y asiente, pone el vehículo en marcha y se mantiene en silencio, lo cual agradezco.  Vicente nos recomendó a Gonzalo hace algunos años atrás, antes de enfermarse, dijo que estaba bien capacitado y entrenado, a pesar de que se ve rudo e intimidante, sé que le gusta todo lo que tenga que ver con la naturaleza, la meditación, la conexión con el ambiente y la espiritualidad, siempre carga sus pulseras y rosarios, cuando tiene días libres le gusta salir de excursión o a escalar alguna montaña, es vegetariano aunque muchas veces lo sorprendo comiendo algo de carne en la cocina, es por supuesto más joven que yo y por eso evito que nuestra relación vaya más allá de jefa-empleado, por más odio que le tenga a Federico y sus aventuras con sus secretarias y asistentes, no sería capaz de hacer lo mismo, por respeto a mis hijos y a mí misma, aunque debo admitir que cuando lo veo llegando a la casa por las noches, sudado y con su cabellera suelta… el sonido del teléfono me saca de mis pensamientos, reviso la pantalla y veo que es Leona, debe estar ansiosa y nerviosa —mamá, dime que ya vienes, es urgente— me dice rápidamente antes de que pueda siquiera saludarla —si cariño, estamos a unas cuadras ¿Qué ocurre? — le hago una seña a Gonzalo para que se dé más prisa, él asiente y pisa el acelerador —mamá, necesito unas flores, una de mis profesoras se irá del país, yo debí traerlas y las olvidé por completo, es urgente que las consiga, pero ya no puedo salir del auditorio, sabes que no puedo contar con papá, por eso te lo ruego, ayúdame a conseguirlas— se escucha nerviosa, suelto una risa discreta, rasco mi frente y ruedo los ojos —Leona, ¿Por qué no me llamaste antes? Está bien, veré que puedo hacer— me agradece y cuelga la llamada, cierro los ojos tratando de buscar mentalmente una florería cercana a la universidad, pero como si hubiera escuchado todo y claro que lo hizo, Gonzalo gira a la derecha, quedando afuera de una hermosa y elegante florería, sonrío para mis adentros y muerdo mi labio inferior de los nervios —lo siento, escuché todo hasta acá, ¿bajo por ellas o prefiere hacerlo usted? — me pregunta sin quitarme los ojos de encima, le sonrío y asiento —¿podrías ir tú? Necesito hacer una llamada antes de llegar con Leo— me sonríe y asiente, baja de la camioneta y comienzo a seguir sus pasos desde mi posición, un par de mujeres en la entrada se le quedan viendo, él las saluda amablemente y lo pierdo de vista cuando abre la puerta y entra al local. Busco el número entre mis contactos y al ver el nombre que me interesa, presiono el botón verde para comenzar a llamar a la persona con quien tengo algunos asuntos importantes —Hola, ¿ya tienes lo que te pedí? Necesito esos papeles lo más pronto posible, todo está saliendo a la perfección y quiero actuar ya— sonrío al escuchar su respuesta —bien, entonces mañana te veo temprano en la oficina, hoy hablé con Vicente y necesitamos los documentos… si, él está… bueno, trata de mejorar, pero esto… es difícil— al mirar por la ventana veo a Gonzalo saliendo de la florería cargando varios arreglos de flores, suelto una risa, solo debía ir por uno no por toda la maldita tienda —te dejo, debo colgar, si… yo te mantengo al tanto de todo, si si… de tu parte, adiós— cuelgo rápidamente y guardo el teléfono, Gonzalo sube al auto con tres arreglos de distintos tamaños, colores y variedad de rosas, peonías y tulipanes  —este es para usted— me dice entregando un pequeño ramo de peonias y rosas, según mis conocimientos en flores, las peonías son difíciles de conseguir, por lo mismo son flores demasiado costosas —Gonzalo, no… no debiste, esto debió salir carísimo— niega con la cabeza —es un regalo, por el último favor que me hizo, usted sabe de lo que hablo— sonrío de lado y asiento —el otro es para la señorita Leona, de parte de todo el personal de la casa, ellos me pidieron comprarle algo y bueno, espero que le gusten— solté una pequeña carcajada y le agradecí, colocó el ramo de flores restante en el asiento y comenzó a conducir de nuevo.   Ese simple gesto me conmovió demasiado, mis hijos se llevaban muy bien con el personal de la casa, Florencia los tenía muy mal acostumbrados, a pesar de ser ya unos adultos, seguían respetando a todos por igual, Gonzalo se había convertido en chofer de ellos, los llevaba y traía de la escuela, jugaba con ellos, enseño a Leona algunos movimientos de karate y capoeira, Fidel por su parte siempre se mantenía al margen de nosotros, como si tuviera miedo de ser regañado por divertirse, supongo que así era su temperamento, todo sucedía cuando Federico salía de viaje, en esos meses cuando estaba ocupado con otras personas, éramos aún más unidos. … —por último, no importa que tan jodido parezca todo, por más que pensemos que nadie está orgulloso de nosotros, aun si nuestros estúpidos padres, perdón por eso a los que no entran en esta categoría, no nos entienden o no nos apoyan, siempre hay que luchar por nuestros sueños para poder alcanzarlos, felicidades generación, ¡lo logramos! — Leona terminaba su discurso de una manera espectacular, los estudiantes se pusieron de pie y aventaron al aire sus birretes, los padres y demás invitados aplaudíamos al mismo tiempo, orgullosos del futuro de nuestros hijos —me extraña tu presencia aquí papá— decía Leona llegando hasta nosotros, con la sonrisa más grande que había visto en su corta vida —es tu graduación, te dije que vendría, estoy muy orgulloso de ti, de la mujer en la que te has convertido— Federico le entrega un ramo de rosas, ella sonríe agradeciéndole y se abrazan de mala gana —mamá, gracias por venir, gracias por lo que me trajiste para mi profesora y mis compañeras— sus ojos se cristalizan, pareciera que quiere llorar y mi corazón se estruja por completo —no tienes nada que agradecerme, todo resultó bien gracias a Gonzalo, ten, estas flores son para ti, de parte de él y todo el personal de la casa— abre los ojos sorprendida, los tulipanes y las rosas amarillas son sus flores favoritas, sobre todo después de haber leído ese libro tan extraño años atrás donde un chico siempre llevaba flores amarillas a su novia. —son preciosas, debo agradecerle a Gonzalo, a Florencia y al resto de los chicos…— sonríe mientras huele el perfume que desprenden las flores —¿cómo es posible que te emocione el regalo de los empleados? Por favor, eres superior a ellos, eres…— una reportera salida de algún lado llega hasta nosotros, seguida de varios camarógrafos y otros medios de comunicación  —presidente Altamira, ¿cómo se siente ahora que su hija menor se ha graduado de la universidad? ¿seguirá sus pasos en el banco intercontinental o formará su propio camino igual que su hijo Otto? ¿Qué se siente ser parte de la familia más importante del país? ¿cómo ha logrado mantener unida a su familia ahora que los rumores de que sus empleados han muerto por causas desconocidas han salido a la luz? ¿ha hablado con el presidente del país para reparar los daños a las personas que han perdido sus casas gracias a los seguros contratados por el banco intercontinental? ¿no le preocupan las diversas demandas que hay en contra de sus colaboradores? — los reporteros lanzaban preguntas al aire, acorralándonos en la esquina del auditorio, Federico estaba sumamente nervioso, Leona y yo nos mirábamos nerviosas, jamás alguien se había atrevido a hacerle ese tipo de preguntas a Federico, normalmente las guardaban para ruedas de prensa privadas, quise sonreír, pero debía mantenerme serena y mostrarme nerviosa ante las acusaciones que nos daban y confundida ante la abundante información que tenían sobre los problemas del banco, pero que claro, más temprano, yo misma había filtrado a los medios de comunicación. —buenas tardes, solo responderé algunas preguntas, me siento muy orgulloso de mi hija, ahora que se ha graduado de la universidad y se ha especializado en economía, por fortuna y siguiendo sus ideales ella tendrá su propia empresa, pero seguimos fuertes, los Altamira somos fuertes, no nos dejaremos de nada mientras sigamos juntos, en cuanto a lo otro…. — Leona suelta una carcajada, todos voltean a verla, acercándole micrófonos y cámaras —si claro, papá nos quiere tanto que nunca le importamos, nunca nos toma en cuenta para nada y por eso ahora su hija menor está por irse de casa— Federico frunce el ceño, sorprendido, me mira y solo alzo los hombros intentando decirle que yo tampoco se nada, cuando claramente yo sé todo —primero fue Otto y ahora Leona, ¿golpea a sus hijos señor Altamira? ¿los presiona a tal forma de que huyen de ustedes? — Federico comienza a sudar, se limpia la frente con la palma de la mano, no quiero reírme de él, pero se ve muy gracioso verlo así, acorralado, decido ayudarlo un poco y me coloco frente a los reporteros —muchas gracias por sus preguntas, a mi esposo y a mí nos ha tomado por sorpresa la noticia de nuestra hija, en cuanto a las acusaciones al banco, lo solucionaremos en cuanto nos sea posible, nuestros abogados ya se están encargando de eso, les agradecemos su presencia, por hoy es todo— tomo del brazo a Federico y le pido a Leona que me siga hasta el auto, ella me guiña un ojo sin que su padre la vea y esbozo una sonrisa de medio lado, le hago una seña a Fidel para que nos siga de cerca y ayude ahuyentar a los reporteros, Federico, Leona y yo subimos a la camioneta que es conducida por Gonzalo y volvemos a casa.
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