Capítulo 2

3240 Palabras
Llevo una semana en este lugar y puedo decir que todo ha estado bien, sin malos cometarios, sin malos tratos, soy invisible para ellos, como una persona más en este lugar. Por una parte me gusta, pero por la otra parte tengo miedo, estoy algo desconfiada, pienso que solo pasan de mi para luego hacerme daño, como si ellos planean algo para torturarme. Por otro lado Adrián y Neal han sido bastantes buenos conmigo otra cosa que me tiene al borde de la locura. Me han mostrado la ciudad, me presentaron a sus amigos y me han hecho parte de su raro pero increíble grupo como si fuera una más, como si yo fuera normal y me gusta, increíblemente me he encariñado con ellos algo muy difícil en mí, no soy de las que hacen eso y en poco tiempo, la sociedad en la que vivo así me lo impuso. Cierro mi casillero y al hacer esto grito del susto causando que miradas caigan en mí, miro molesta al causante de mi susto, Adrián me sonríe como todo un psicópata. —Hola guapa ¿Te asuste? – dice mirándome extraño. —No idiota, no ves que grite por ver tú lindo rostro – ruedo los ojos empezando a caminar. —Lo sé, no me lo tienes que decir – dijo como si fuera una diva —Oye – dice cambiando de tema siguiendo mis pasos —Habrá una fiesta esta noche en casa de uno de los niños ricos de aquí y me preguntaba si te gustaría ir con nosotros. ¿Una fiesta? La verdad no sé, nunca he ido a una, pero la cosa aquí es y si ellos me invitaron para hacerme una broma. El miedo me invadió calando todos mis huesos. —He, bueno hoy tengo que trabajar y saldré muy tarde – dije como excusa, no todo es mentira, la verdad tenía que trabajar pero solo hasta las seis. —No importa te podemos esperar, además la fiesta empezara a las diez. —Es que… - trate de excusa pero Adrián no me dejo terminar. —Perfecto te pasare a recoger a las nueve y treinta – ni siquiera me dejo protestar —Hasta la noche guapa. Lo miro incrédula pero luego sonrió, seguro no pasara nada malo y solo soy yo poniendo cosas donde no las hay. Sigo mi camino, me distraigo pensando cosas y me doy cuenta de esto cuando choco con algo, pero al escuchar un gruñido supe que no fue algo sino alguien. Dios Olivia ahora si lo jodiste todo ¿Por qué no puedes ser más atenta? —Fíjate niña – miro al dueño de esa voz y de repente sentí mis piernas flaquear y mis mejillas arder. Él se va sin esperar alguna disculpa de mi parte, cuando no lo veo más en mi campo de visión suelto todo el aire que tenía retenido Este chico me matara de un paro cardiaco, en poco tiempo me trae loca por él, me tiene en sus manos y no lo sabe. No sé cómo permite esto pero lo hice, esta ciudad, este lugar me ha hecho de rumbar cada una de mis murallas poco a poco, las personas aquí son tan ni se cómo explicarlo, que me siento una más y no un estorbo como me lo recordaban cada día mis anteriores compañeros. Catriel no sale de mi cabeza ni un solo segundo, su voz se ha quedado grabada en mi memoria desde el primer día en que me topé con él, mi subconsciente me dice que no me acerque a él, que es peligroso, los mismos chicos me lo recuerdan cada día, pero yo solo los ignoro. Lo más extraño de todo esto es que él no me quita la mirada de encima, donde estoy yo, ahí esta él mirándome fijamente, los chicos se han dado cuenta de eso, hasta ellos mismo se lo hallan raro ya que como me han contado Catriel Mascherano no es de los que se quedan admirando a una chica como si la desnudara con la mirada. Esta confesión me hizo tener algo de esperanza, pero inmediatamente quitaba esos pensamientos por unos de inseguridades, debo admitir que su mirada en algunas ocasiones me da miedo, es como si ocultara algo, temo de que esté planeando algo que tenga que ver conmigo. Como dicen, “Después de la calma viene la tormenta” […] Llego la hora de vestirme y en cualquier momento Adrián vendrá por mí, estoy pensando en poner cualquier excusa para tan solo no ir. Mis nervios no me dan para más, siento que me orinare encima. ¡Basta! Deja tú miedo Olivia y vamos a ir a esa estúpida fiesta que estará llena de personas extrañas y con alcohol por doquier, vamos a disfrutarla como nunca lo hemos hecho ya que nunca hemos ido a una. Así que ármate de valor y cámbiate que en cualquier momento el pelirrojo estará aquí. Suspiro y me levanto de la cama envuelta en una toalla, voy a mi armario y tomo el conjunto que ya había elegido, consistía en un vestido n***o hasta dos dedos arriba de las rodillas, el vestido era de vuelo y de tiros, algo sencillo pero bonito, mi madre me lo había comprado pero no había tenido la oportunidad de usarlo, me pongo unos tenis blancos y me amarro el cabello en un chongo, al terminar me miro al espejo y me siento conforme con lo que llevo puesto, aunque esa inseguridad sigue pálpante en mí. Suena una bocina y me percato que es Adrián. Tomo mi teléfono y algo de dinero, bajo los escalones. Mi madre no está en casa pero aun así le avise que saldría a una fiesta con unos amigos, ella toda emocionada y sorprendida me deseo toda la suerte del mundo diciendo que me divirtiera. Me acerco al pelirrojo y le sonrió, él me sonríe por igual. —Te ves hermosa – me alaga abriendo la puerta de su auto —Guapa. —No es para tanto – me sonroje entrando al hermoso auto n***o, él cerró la puerta y dio la vuelta para estar de piloto. —Claro que lo es guapa, mírate esta noche tendrás a muchos chicos detrás de ese hermoso culo que te cargas – a estas alturas tenía la cara completamente roja. No seguí protestando y echamos andar. Adrián me había dicho que los chicos nos verían en la fiesta, así que por eso no vinieron con él a recogerme, yo solo le respondió con un ok. Mis manos no paraban de sudar, el miedo cada vez aumentaba, no se porque mierda esto tiene que ser tan difícil para mí. Suspiro con nervios. —Oye tranquila, pareciera que esta fuera tú primera fiesta – lo miro con una sonrisa forzada — ¡No! Espera ¿Esta es tú primera fiesta? – una sonrisa burlona aparece en su rostro. —No te burles Adrián. —Ok, ok – trato de borrar su sonrisa, pero lo único que hizo fue carcajearse. Me gire hacia la ventanilla del auto molesta —Perdón, es que no lo puedo creer ¿Quién en pleno siglo veintiuno no ha ido a una fiesta? —Pues yo imbécil – dije sin mirarlo con los ojos llorosos, de repente todo se quedó en silencio, la tensión se podía cortar con una tijera. —Oye guapa lo siento, no pensé que te molestaría tanto – toco mi mejilla con cariño, sorbí mi nariz, tomo mi barbilla he hizo que lo mirara —Perdón nena, discúlpame por ser un idiota – dijo con arrepentimiento. Asentí limpiando mis ojos. —Perdóname a mí por mi actitud, es que odio que se burlen de mí. — ¿Por qué te molesta tanto? – pregunto sin mirarme, mirando el camino por donde ibamos, me quede callada volviendo mi mirada a la ventana —Eres una chica muy misteriosa, me he dado cuenta de eso, pero está bien me lo dirás a su tiempo- me sonrió con dulzura y yo solo asentí devolviéndole la sonrisa. Volvimos a estar en silencio pero esta vez sin tención alguna. No sé si le contaría mi pasado, es algo vergonzoso para mí y no quiero que después de decirle todos mis traumas me mire con lastima, es algo que no podría soportar. Adrián aparco el auto y procedimos a bajar, desde aquí afuera se podia escuchar la música, hay personas en el patio y me fijo en la casa y por Dios es la casa más grande que he visto en mi vida, no puedo ni imaginármela por dentro. — ¿Quieres un pañuelo? – pregunto el pelirrojo yo lo mire con incredulidad —Es para que te limpies las babas – rio empezando a caminar, no aguante e hice lo mismo, empezando yo también a caminar. Entramos al lugar, aquí se podía escuchar la música a tope, las personas bailaban restregandose unos con otros, otros se besan sin vergüenza solo les faltaba quitarse las ropas y tener sexo aquí mismo, delante de todo. El pelirrojo agarro mi mano guiandome a alguna parte de la casa, llegamos a un patio más grande que mi casa y en el medio había una gran piscina, en esta parte se encontraban pocas personas divisé a los chicos que nos señalaba alegremente. Al estar frente a ellos los salude con timidez, aun no me acostumbro a esto. [...] Olivia veía sonriente todas las locuras que hacían sus nuevos amigos, la fiesta resultó ser divertida y poco a poco empezó a soltarse, uniéndose a las conversaciones y bebiendo alguno que otro trago que le ofrecían sus amigos. Habían pasado unas horas y ya se encontraba mareada por el alcohol, le había preguntado a el peliazul donde quedaba el baño y este con la voz rasposa le explicó. Ella subió los escalones de la gran casa dirigiendose al lugar donde tanto deseaba ir, habrio la puerta correspondiente al baño entrando en este y haciendo sus necesidades. Se quedo un momento mirandose en el espejo y luego escucho la puerta ser abierta, se dio un golpe mentalmente por ser tan despistada y no haber cerrado con seguro aquella puerta. Volteo para ver a la persona que había entrado para protestar, pero al verlo se quedo muda y con las piernas temblando. El causante de esto se cruzo de brazos recargandose de la puerta para así evitarle el paso. —Llego a creer que eres muda - la miro con una sonrisa burlona. Olivia imaginaba tantas cosas que él le pudiera hacer, sus inseguridades regresaron y el cuerpo le temblaba de miedo, había olvidado por completo su atracción hacia él y lo que tenia en ese momento era solo miedo. —Dejame salir - dijo tartamudeando. —Así que si puedes hablar - rio Catriel con malicia. Ella no dijo nada y solo mantuvo su mirada en el suelo. Catriel se acerco lentamente a ella, Olivia no reaccionaba su cuerpo se había quedado paralizado y las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Catriel miro esto con diversión, por algún motivo esa situación le causaba gracia. —¿Por qué lloras niña? - cuestionó levantando su rostro, pero ella ni lo miro y solo siguió derramando lagrimas. —Responde cuando te hablo - apretó su mentón, ella se quejo, estaba haciendo presión y eso le causaba que le doliera, pero aun ella seguía sin contestar. Su desobediencia causó enojo en Catriel que la estrelló contra la pared causandole daño, Olivia grito de dolor sollozando. —Por favor - dijo con la voz quebrada. —No se, pero por algún motivo me causas diversión - sonrió con gracia. El miedo era tanto para olivia, sus traumas del pasado llegaron de golpe ocasionando que se orine encima, Catriel al ver esto la miro con repugnancia soltandola al instante cayendo ella de golpe al charco de su propia orina. —Eres una asquerosa - salio del baño dando un portazo. Olivia soltó todo lo que había aguantado. ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué a mi? Se preguntaba soltando lagrimas sin cesar. Se levantó del suelo y salió del lugar bajando los escalones con la vista borrosa por las lágrimas ocasionadas. Corrió hacia la puerta de la gran casa y salió sin mirar atrás. Camino hacia algún lugar donde pudiese encontrar algún taxi, hasta que dio con uno, ella se monto en este diciéndole al conductor su dirección, al llegar a su casa le pago al taxista bajando para luego entrar a su hogar, el único que la mantendría a salvo. Entro lentamente sin hacer ruido para que su madre no se despertara y así ahorrarse preguntas, las cuales no deseaba contestar. Subió a su habitación y se deshizo de su ropa entrando al baño para quitarse el asqueroso olor a orina. Al estar bañada y con pocos ánimos se puso su pijama y se tiro en la cama, llorando sobre su almohada, tratando de olvidar todo lo que había pasado esa noche. La única cosa que deseaba en esos momentos era morir y solo morir. [...] En la mañana siguiente, olivia se despertó con un fuerte dolor de cabeza gracias al alcohol y al haber llorado toda la noche. Se quedo en la cama por un largo rato solamente pensando en él ¿Por qué Catriel se porto así con ella? ¿Qué daño le había causado? ¿Por qué la trato de esa forma? Tantas preguntas y ninguna sin explicación alguna, pero ese trato de su parte no había desaparecido la atracción qué sentía Olivia por aquel hombre. Era absolutamente extraño cualquiera con neuronas solo le había tenido odio, pero Olivia seguía enloquecida por Catriel. Dejo de pensar cosas que solo le harían más daño y tomo su teléfono viendo que tenia cuarenta llamadas perdidas y veinte mensajes de Adrián, avergonzada le escribio diciéndole qué sé encontraba bien y en su casa, este le respondió al instante y molesto le dijo que se había preocupado por ella y que al menos le debió decir que se iba a ir. Ella más avergonzada le dijo que le iba a explicar todo cuando se vieran y sin más dejo el teléfono sobre la mesita de noche. Salio de su habitación llendo a la cocina, en la mesa divisó una nota, esta habia sido escrita por su madre avisandole que llegaría tarde ese día, no le dio importancia y empezó hacer algo para desayunar. El resto de la tarde se la paso aburrida viendo alguna que otra serie. De pronto su teléfono sono avisando que tenia un nuevo mensaje, pensó que se trataba de el pelirrojo así que lo tomo inmediatamente, miro dudosa su teléfono al ver un número desconocido. Abrió el mensaje para ver de quien se trataba pero lo único que vio fue un mensaje que la dejo aun más dudosa. Perdón por lo de ayer, me comporte como un idiota. Leyó aquel mensaje y sin responder apago el teléfono poniéndolo en su lugar. Su teléfono volvió a sonar y ella lo tomo nuevamente con curiosidad. Quisiera remediar todo invitandote a salir. De alguna manera imaginaba de quien se trataba, pero aun así no le contesto ahora molesta por sus falsas disculpas. Tocaron el timbre de su casa y Olivia corrió a ver de quien se trataba, al ver a sus dos amigos tras la puerta la vergüenza surgió en ella nuevamente, tratando de inventar cualquier excusa para cuando ellos le pregunten sobre su huida de la fiesta, los saludo dejándolos pasar, estos sin decir nada entraron. Ellos la miraron tomando asiento en los sofás de la sala. —Ahora señorita cenicienta ¿Por qué se fue de la fiesta a noche? - cuestionó Adrián cruzandose de brazos. —Y sin avisar - recordó Neal. —Pues... Es que me llego el periodo y me manche toda, imagínense se me hizo un desastre horrible, era tanta sangre qué hasta las piernas estaban manchada - asintió poniendo la primera excusa qué sé le vino a la mente. —Hmmm asco, demasiado detalles - Neal arrugó la cara con fastidio. —Haré como que te creo - dijo Adrián mirándola con una ceja alzada. —Pues créelo, querido - le sonrió. Los chicos se la pasaron el resto del día en la casa de Olivia hablando de temas irrelevantes y en cada momento ellos le sacaban una sonrisa con sus tonterías. Era increíble la manera en como se habia soltado con ellos. Esos dos chicos tenian una manera increíble de caerles bien a las personas y de hacer qué inmediatamente se soltaran y se sientan en confianza. Le gustaba estar con ellos, se sentia tan bien tener amigos con los cuales pasear, reír o hablar de cualquier tema sin sentido. Olivia siempre se dijo el como seria tener amigos reales y no esos que se burlan de tú aspecto o de cualquier cosa que sea gracioso y sin sentido para ellos, para luego hablarte como si sus palabras no hubieran causado daño alguno en ti. Siempre tuvo esos tipos de "amigos" unos amigos hipócritas a los cuales aguantaba solo por no sentirse sola. Su vida siempre se ha resumido en eso, tener personas hipócritas y sin moral a su alrededor. A veces se preguntaba si vino a este mundo solo para sufrir, para darles el gusto de ver sus lágrimas a persona que no tiene ni la más mínima empatia por algún ser vivo. Odiaba su vida y nunca se retractaria de eso. El tiempo paso volando y los chicos se despidieron de ella. Olivia se marchó a su habitación algo cansada ya qué la noche anterior no había descansado como se debía. Cuando estuvo en su habitación su cuerpo se paralizó de miedo al ver a Catriel sentado al borde de su cama con el ceño fruncido. —Pensé que tus amiguitos nunca se irían - comento a secas. —¿Qué haces en mi casa? ¿Como entraste? - Catriel la miro por unos segundos, segundos que se hicieron una eternidad para Olivia. —Vine a pedirte una disculpa personalmente - hablo acercándose a ella —Ya que no me respondiste los mensajes. Olivia no le quedo de otra que retroceder por miedo a que le hiciera daño nuevamente. —Perdón por haberme comportado así contigo, solo estaba enojado y me desquite con lo primero que vi - Olivia veía cierto arrepentimiento en su mirar —Quiero comenzar de cero contigo para que te des cuenta que no soy malo después de todo. Olivia lo veía sin decir nada, algo le decía que no le creyera, pero su parte irracional le pedía que aceptará sus disculpas. —No espero que me perdones de una vez, se que te trate horrible pero al menos espero que con el tiempo lo logres - insistió el chico que no veía reacción de parte de la joven —Empecemos desde el inicio ¿Sí? Ella rendida asintió viendo aquel chico que se veía que no saldría de su casa hasta ver una respuesta positiva de parte de ella. —Hola, soy Catriel Mascherano - extendió su mano en modo de saludo, Olivia lo pensó pero terminó aceptando. —Olivia Scott - susurro con timidez. Catriel dio un leve apretón mirándola con una sonrisa que para Olivia era la más hermosa que había visto en su corta existencia.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR