Quince minutos te pedí antes de tu partida. Los latidos eran contados con los dedos de la mano, hasta que tus labios perdieron la viveza que las flores expelen a los espectadores. Demonios del pasado surgieron de los rincones olvidados de mis pensamientos. Otra vez caía en un abismo; en el abismo de tu ida.
Aullaban los verdugos invisibles, no me dejaban en paz. Quería correr lejos, pero me dirigía hacia la puerta. El pasillo blanco transmitía paz a los impacientes, pero a los desesperados causaba angustia. Giré el picaporte y expiraba la vida en ella.
El mundo me abandonó, la sociedad era incolora como mi alma sin ti. Las estrellas dejaron de brillar, y la lluvia era la dulce compañía que anhelaba en los días grises. Gotas decoraban la ventana donde una vez suspiraste por mi llegada; aquel día me senté en tu silla favorita. Ahora era yo quien aguardaba tu llegada, pero más nunca volviste y en el hospital te quedaste.
Dama que una vez reinó en mi corazón, ¿cuándo regresas a este vasto paraíso llamado humano? Añoro tus besos, tus caricias, tus abrazos, tus palabras y tu voz.
Un día miré al cielo, como un niño cegado por la esperanza, y creí que volverías a caer, mi ángel. Soñé que me protegías con tus alas; soñé que volvías a defenderme de la sociedad abyecta.
Amada, ¿qué ha sido de nosotros? Las promesas fueron raptadas por el viento. Intenté preservar tu huella en la arena del tiempo, pero el que hiere de lejos mandó una peste funesta para desterrarme de los páramos del desamor.
Dos veces observé el empíreo, donde tu nombre descansa, y lágrimas de tinta escribieron nuestra historia jamás contada, en la tierra donde una vez floreció nuestro amor.
Con versos y prosas, inicio este capítulo.
***
Desperté, era el día de la jornada de vacunación. Me cepille los dientes con desgana. No tenía apetito, pero me obligué a comer una arepa con huevo frito, un desayuno ligero. Busqué una ropa adecuada: una ropa compresora negra, manga larga, como para ir a surfear; unos pantalones de hacer ejercicios, de tela delgada; zapatos deportivos Nike, rojos con blanco. Acomodé los rizos frente al espejo, de manera que unté crema hidratante en el cabello y comencé a crear los rizos. Parecía que asistiría a un evento de pesca en lugar de una jornada de vacunación. Encogí los hombros, pues comprobé que vestía decente. Luego llamé el taxi, revisé si tenía los cuatro dólares que me pedía y le dije que pasara a recogerme.
«¿Qué estará haciendo ella?».
La respuesta me la dio i********:. Fotografías en la Colonia Tovar con su pareja, se veían felices. La boca, reseca, me obligó a beber un vaso de agua.
Desbocado corazón herido, lastimado por un embate del azar. Hallé calma cuando pensé en otras circunstancias, pero aún así el inconsciente se encontraba como un avispero. Reprimir emociones derivaría a una somatización, de modo que me distraje con un juego en el teléfono. No obstante, regresaba la imagen de ellos, el cielo azul de fondo, las letras gigantes del sitio turístico, las montañas y el ambiente lleno de alegría. Un día espléndido, de esos que me hacían falta.
En el fondo, desgañitaba. Como una puñetazo, recibí aquella noticia. Yo debía haberla llevado a ese sitio, ese lugar debía ser mío, pero ya no lo era, pues ella escogió alguien mejor y yo debía buscar una persona que congeniara conmigo. ¿Realmente amaba a esa muchacha? No lo sé, porque más tarde, una oportunidad se presentaría.
Limpié la cocina, barrí el suelo y comí un pedazo de torta que me había traído la vecina hace unas semanas. Su sabor no se vio alterado por los días en el frío. Desearía que así fuera el ser humano, inalterable contra el tiempo, pero sin descomposición no hay valoración. La pérdida existe por el motivo de aprender a valorar lo que no se tiene. A juro debe morir algo; vencer algo; perecer algo.
Gritos anunciaban la venida de la peste en los páramos de mi razón. La locura, una compañera, me consolaba en su regazo. El rocío de la mañana correspondía a la humedad de la ventana de mi alma. Los espejos reflejaban fantasmas que se burlaban de este cuerpo ajado. ¡Maldita depresión, consumidora de alegría, permíteme un segundo de paz!
Intenté abandonar los temores y las ansiedades, pero ella reprochaba mis visiones de futuro. No había cabida para ambos en este paraíso transformado en infierno. Alguno de los debía irse. Por mucho que lamentara su pérdida, retenerla sería cortar sus alas y extender un trágico final.
Hace mucho soñé en la cama, luego expeler el afecto dentro de ella, una dulce fantasía. En los valles del jolgorio que solo el amor puede crear en la atmósfera, sostenía su mano, me guiaba por senderos nunca transitados. Descubría un mundo lleno de cosas incomprensibles, pero su paciencia y sabiduría me aleccionaba. Al despertar, me di cuenta que ella no estaba, pues había empacado antes de yo levantarme y detener su salida de mi corazón.
¡Ay, desgraciada musa! Soñaba contigo y mis suspiros entregaba a la almohada, ¡cuánto deseaba que a mi lado estuvieras! Lágrimas regaban un viejo sentimiento, pero de la tierra, donde una vez hubo amor, renació la esperanza. Tu nombre fue sellado en una cripta, culminó los días que padecí por ti. El viento cortante, como tus acciones, devastaron la aldea cimentada por tu cariño. Caminé sobre los escombros y miré el ojo de dios, que se asomaba entre las nubes grises; supe que mi camino debía seguir sin ti. Emprendí marcha para iniciar el olvido, pues tu corazón está en manos de otro y no besaré un muerto. Hedía el camposanto del amor, los cuerpos celestes habían perdido su brillo. Un cielo desnudo agobiaba la vista. Toda aquella esperanza se había desvanecido, como el aliento de vida que salía de sus
El llamado del taxista me hizo respingar. Miré la hora, habían pasado veinte minutos, creí que había pasado más tiempo del debido. No recuerdo que musité, pero salí de la casa. Una vez dentro del taxi, inició el viaje hacia el hotel Venetur. Conversé con el conductor, para romper el hielo, sobre su trabajo en Ridery. Luego se fue por otros derroteros, sobre mi trabajo y llegada a la isla. Manifesté aspectos positivos de mis días, oculté los oscuros, solo alguien se ganó la confianza de cambiar el paradigma y la conocerán en el siguiente capítulo. Hasta ese momento me sentía triste en la isla, pero con una máscara de simpatía debía mostrar una sonrisa.
Verdad enterrada en la profundidad humana, aquella verdad de malestares y rencores; aquella verdad de torturas y desesperanza. Manera de drenar la verdad, no había. Nadie quería escuchar a un despechado. Por supuesto, aunque hablara, nadie tendría qué decir u aconsejar. Los desconocidos se limitan a observar un loco bailar en la carretera, mas no ayudar al desdichado. Pocos son los hombres compasivos, bondadosos y altruistas que se acercan a los vagabundos maltratados por la vida. Sin embargo, ¿qué significa extender la mano efímera a un moribundo? Por un día de ayuda, te enteras que Dios existe para los afortunados y no para los desgraciados. A todo esto, ¿qué es la verdad de la que hablé en el principio? Una cuestión personal que cada quien lleva por dentro, la que no merece ser escuchada y necesitamos escuchar por boca propia. Mi verdad era que ella ya no volvería.
Llegué a la jornada de vacunación, me bajé del taxi. El recinto era una arquitectura cuadrada, ya que era el salón de convenciones. No era nada del otro mundo, tampoco la organización era perfecta, pero avancé rápido hacia el interior de la instalación. Cuando estuve adentro del sitio, que parecía un antro, unos milicianos me indicaron la dirección a la que debía ir. Tres jóvenes estaban sentados frente a un escritorio y al otro lado del escritorio había una silla desocupada. Estaba ensimismado en mis pensamientos, no me había percatado de la existencia de la persona que a mi lado contestaba las preguntas de los muchachos.
Atendí a las preguntas me hizo la chica de turno. Eran preguntas innecesarias de plasmar en el texto, como cuál es mi dirección, edad, nombre y ocupación. Pero el diálogo importante comienza cuando dije que soy escritor.
—¡¿Eres escritor?!
La pregunta en voz alta la hizo ella, Camila. Me dio varias palmadas en el brazo izquierdo. Agaché la cabeza, subí los hombros, inseguro, y contesté un escuálido:
—Sí.
—¡Ay qué chévere! ¿Dónde publicas tus escritos? —me dijo con tal entusiasmo que más me aterré.
No me sentí atacado, sino raro. Desde que había llegado a la isla, jamás imaginé que alguien se interesaría por mi profesión. Vamos, todos los días no encuentras a un escritor que publique sus manuscritos en una editorial de Singapur. Y lamento que me salga de la narrativa inmersiva para entrar a una especie de opinión, pero era necesario, dado a la escena. Con tal terror en las venas, alimenté al actor de la introversión. Imitando una tortuga, agazapé la cabeza.
—En Dreame, una empresa de Singapur —contesté sin el mismo entusiasmo de ella.
—¿Por qué no publicas en w*****d? Deberías publicar allí, pues han salido buenos autores.
—Me pagan en Dreame, en w*****d no.
Muchos escritores saben que es subjetiva la fama adquirida por cierta plataforma. w*****d no es la única plataforma en brindar oportunidades a sus escritores, ya que existen b*****t, Inkspired, b*******a, Dreame... Hay cantidad de plataformas, pero el logro de ser un escritor reconocido se cimente por otros pasos ajenos a los de publicar estas obras en cualquier plataforma. Como recalco, la verdad absoluta no tiene cabida aquí, pero es mejor aspirar a dar un logro al mundo como escritor, a creer que un bestseller te hará inolvidable.
—Pero puedes postular obra en los Wattys, allí te dan muchas oportunidades.
Conozco autores que han ganado Wattys y las oportunidades han sido nulas. También hay autores ganadores que han cumplido sus sueños. Todo depende, nada es cien por ciento seguro. En ese momento quería decirle mi meta: ser premio nacional de literatura. Pero no sabía si entendería ese objetivo. Siempre me trajo sin cuidado el Wattys o cualquier concurso importante de una plataforma en línea, me parecen más importante concursos que te puedan conducir a un Nobel de literatura en el futuro.
—No lo sé —respondí—. Tengo relatos en w*****d, me puedes leer allí cuando quieras.
—Dame tu usuario de w*****d. —Me dio su teléfono Samsung J7.
Introduje en el buscador de w*****d el usuario. No tenía buenos relatos en la plataforma naranja, ya que los mejores los reservo para publicarlos en revistas internacionales.
—Aquí tienes. —Entregué el teléfono en su mano—. Espero disfrutes mis historias.
—¿Cómo haces para trabajar como escritor? —me preguntó.
—¡Camila, deja la ladilla y vámonos! —exclamó el hermano de Camila, hastiado.
Su hermano me cae bien, pero al principio, a los lectores, les puede parecer odioso, pero no lo es.
—Sí, sí, sí, deja el fastidio. —Se levantó e hizo un gesto como si espantara una mosca—. Nos vemos.
Camila es una chica de metro sesenta y uno, cabello lacio, natural, oscuro como sus ojos, rostro redondo, cachetes no tan rellenos pero sí llenos de puntos negros. Piel blanca, nariz perfilada, cuello delicado a la vista, espalda ancha y de contextura rellena. La primera vez que la vi, me pareció hermosa, pero los senderos de la atracción amorosa estaban bloqueados, desde un principio la vi como una amiga y me atrajo como una potencial futura amistad, cosa la cual no me equivoqué y de eso trata esta obra. Aquel día vestía con una camisa azul, pantalón jean y zapatos converse un poco desgastados. Para ser honesto, su entusiasmo me levantó los ánimos, desde el primer momento. A pesar del terror que sentí por mi introversión, al rato que se alejó, me sentí feliz.
Camila, desde un principio, me ha traído alegría y paz. ¿No es eso lo que debe hacer una amistad en la vida de una persona, traer más sumas que restas? De esta forma nos conocimos, pero ahora narraré cómo se desarrolló nuestra amistad y cómo me enamoré de una chica que llegó una vez en mi vida.
Traeré una serie de relatos que va a complementar esta historia.
NOTA: PIDO DISCULPAS COMO AUTOR DE LA OBRA POR CONVERTIRLA EN UNA ANTOLOGÍA. NO HABÍA SUFICIENTE APOYO DE LOS LECTORES Y ATRAVESABA UNA TERRIBLE DEPRESIÓN. ATENTE A MI VIDA EN DOS OCASIONES. POR TANTO, LUCIÉRNAGA QUEDÓ INCONCLUSA, PERO PRONTO LA TERMINARÉ. ESPERO RETOMAR LA ESCRITURA DE ESTA HISTORIA CUANDO FINALICE LAS TERAPIAS. MUCHAS GRACIAS A TODOS POR DARLE UNA OPORTUNIDAD A MIS NOVELAS.