Tanto papeleo me está dando un fuerte dolor de cabeza, me recuesto un poco sobre la silla giratoria y cierro con fuerza mis ojos. Ese brillante color verde se me pasea fugazmente por mis pensamientos, esbozó una sonrisa de boca cerrada y un suspiro pesado sale de mis adentros.
–Sal de mi mente pequeña... –susurro para mí y el sonar de una puerta abriéndose me hace espabilar e incorporarme nuevamente en mi puesto.
Al enfocar mi mirada encuentro a esa mujer esbelta y muy hermosa cerrar la puerta y con una sonrisa en sus labios. Le devuelvo el gesto y caminando hasta mí toma asiento en una de las sillas frente al escritorio.
Miranda juega con su cabello y es tan obvio que me coquetea, lo ha hecho desde que comencé este trabajo, no lo negare, es hermosa, cuerpo esbelto, un abundante cabello castaño, sus ojos de un color miel y una encantadora sonrisa, pero ella no es…
–Quiero hacerte una invitación... –intento mantener mi vista fija en ella, en intentar que mi mente se concentre en ella.
– ¿Ah, sí? Dime a ver... –coloca sus manos sobre el escritorio y sonríe.
–Es un bar muy frecuentado, es de un conocido y quisiera invitarte esta noche... –volteo a ver el reloj sobre mi escritorio y ya son cerca de las siete de la noche, estaba por salir, no soy muy amante de esos sitios, pero me daría un poco de pena rechazarle. – ¿Y bien? ¿Qué dices? –con un leve asentimiento ella sonríe.
–Está bien, déjame organizar unas últimas cosas y nos vemos en el estacionamiento ¿Vale? –se levanta y asiente.
–Vale Abel, te espero junto a tu coche, igual terminare algunas cosas y estaré lista.
Le sonrió y ella sale de la pequeña oficina que me dieron en cuanto comencé a trabajar en la universidad, con calma comienzo a organizar las cosas y no hacer una bola de locura con tanto papeleo. Tomo un suspiro y de pronto me detengo, subo la mirada, la enfoco fijamente a un lugar sin importancia y nuevamente pienso en ella.
¿Por qué lo hago? Ni siquiera tenemos o tuvimos algo y se ronda una y otra vez por mi mente.
.
Con el coche andando le pido a Miranda que me diga que calles tomar, nos adentramos a una que esta abarrotada de coches estacionados, con lentitud avanzamos. No comprendo por qué hay tantos y a estas horas, aún más un jueves por la noche, avanzamos y avanzamos con lentitud, de pronto mi estómago sin hacer tanto alarde gruñe, el olor a pizza nos rodea, volteo a mi lado izquierdo y veo la pizzería. Volteo a ver a Miranda quien tiene su vista al frente, yo vuelvo mi vista al restaurante y de pronto mi corazón da un vuelco.
Junto a una de las ventanas la veo, sé que es ella, aunque esta de espalda sé que es ella quien está allí, su amiga esta frente a ella, sé que es Pia junto a su amiga que por cierto es muy graciosa. Las veo reír como locas y una sonrisa se forma en mis labios, joder cuanto daría por escuchar su estruendosa risa, como señal de ansiedad comienzo a bajar y subir mi pierna, mi vista se ilumina en cuanto veo donde aparcar, no sé si hago bien. pero debo hacerlo.
–Miranda, ¿No te molesta si pasamos a la pizzería? Tengo mucha hambre y Olivia me pidió que de regreso a casa le llevara algo de comer... –volteo a ver a la castaña y niega, me sonríe.
–Pizza no suena muy mal y en este momento mucho menos, está bien, comamos pizza, el bar puede ser para luego... –asiento y avanzando un poco más logro aparcarme.
Al bajar del coche de inmediato nos adentramos al lugar, la busco con la mirada, pero solo encuentro a la morena que lleva por nombre Jema tomando de su cerveza, tomo camino hasta ella y en el camino Miranda pide ir al baño asiento y continuo mi camino. Me detengo frente a la morena quien lentamente sube su mirada y un poco asombrada, me sonríe.
– ¡Hola rubio! –exclama sonriente.
–Hola Jema, que sorpresa encontrarte acá... –asiente y sonríe.
–Vaya, juro que si tu fueras sido uno de mis profesores en la universidad, te secuestro sin pensarlo, te sienta muy bien lo de profesor... –ambos reímos, es tan directa y graciosa. –Ya veo por qué la traes de cabeza... –susurra, pero si logro escuchar lo que dice aunque finjo.
Rápidamente veo a alguien pasar a mi lado, el olor suave de su perfume inunda todo mí alrededor y la veo tomar sus cosas, miro a Jema quien con el ceño fruncido la observa.
–Jema debemos irnos... –su voz neutral me golpetea el pecho, sé que es por mi causa que actúa de esta manera.
–Oh si por supuesto, déjame ir a cancelar las cervezas que nos tomamos, ¿Me esperas fuera? –la veo asentir y Jema dándome una corta mirada y un encogimiento de hombros pasa a mi lado.
Pia termina de tomar sus cosas y en el momento que esta por tomar camino fuera como todo un idiota la tomo del antebrazo. Voltea, sus verdes me miran fijamente, enarca una ceja, de a poco suelta mi agarre y se cruza de brazos, jodida mierda detesto que sea tan fría, tan determinante, quiero descifrar lo que intenta decirme con sus ojos y no puedo.
Me arrepiento, jodidamente me arrepiento de haberle dicho lo de la carta, no llegue a pensar en que quizás en algún momento ella dará con esas palabras plasmadas en un papel, esas que salieron tan fluidamente una noche donde no podía dormir, donde no dejaba de pensarla, donde quería encontrar la manera de dar con ella cuando estuvo secuestrada.
–Hola Abel... –su saludo me saca de mis pensamientos.
–Buenas noches Pia, que gusto verte... – ¿Gusto verte? Me siento feliz de verte, tenerte delante de mí, anhelaba tanto hacerlo, eso, eso es lo que debería decirle.
–Igual... –quisiera saber cómo le sale tan fácilmente sus palabras frías y neutrales, yo lo intento, pero cuando la tengo delante de mi es imposible, me pierdo en sus hermosos verdes, no coordino muy bien que digamos. –Ya... Estaba por irme, que estés bien, saludos a Olivia... –en cuanto estoy por abrir mi boca, siento una mano rodear mi antebrazo, bajar hasta mi mano entrelazarse con mis dedos, Jema aparece junto a Pia y ambas se dan una mirada.
–Listo cariño, ya podemos irnos... –la voz de Miranda se escucha muy cerca y maldigo para mis adentros, ¿Cómo nos iremos? Si recién llegamos.
La veo mirarnos fijamente, veo como su mirada fugazmente observa nuestras manos entrelazadas, sonríe un poco y luego sus verdes están fijos nuevamente con los míos.
–Feliz noche, fue un placer haberte visto Abel, que estés bien.
Sin poder decir palabra alguna, detenerla, explicarle que entre esta castaña y yo no hay nada, ella se da media vuelta y se marcha, aunque no sé por qué siento la necesidad de darle explicaciones, ella y ese tal Eric están saliendo, ambos son acordes a su edad, ambos simplemente hacen bonita pareja y eso, eso es lo que me carcome cada día.
…
Pia Tanner.
Con la vista en mis pies jugueteando en la tina me pierdo en mis pensamientos, no sé qué pensar, no se simplemente como hacerle entender a mi corazón que Abel no debe estar dentro de sí, no sé cómo hacerlo y simplemente me aterra en no mantenerlo dentro de mi mente, de mi corazón. Las imágenes de ayer por la noche no salen de mi mente, me costó mucho el conciliar el sueño y hoy desperté muy temprano y lo primero que hice fue llenar la tina y recostarme por un largo rato.
Jema se fue muy temprano a la empresa Tanner, al parecer mi hermano Elián la necesitaba con urgencia y ella no tuvo más opción que irse con una manzana en la mano y pedirme disculpas por no poder dejar el desayuno listo. La adoro, siempre vive preocupada por mí, aun no comprendo cómo es que ella me dice mamá a mí cuando es ella quien vela por que coma y me cuide.
Aunque después lo pienso y soy merecedora de ese apodo porque Jema podrá ser muy cuidadora, pero cuando de su habitación se trata, es tremendamente un dolor de culo.
Envuelvo mi cuerpo en la toalla y tambaleante salgo del baño, con mi cabello goteando agua, luego escucho que llaman a la puerta. Con un montón de maldiciones me tropiezo por todo el departamento, mis pies mojados y si llego a caer y partirme la cabeza y morir en el sitio atormentare a la persona que ha causado mi terrible y dolorosa muerte.
Abro la puerta y las piernas de pronto se me duermen, frente a mí y con una sonrisa bobalicona adornando su rostro en cuanto me mira, esta Noah Malyk. De brazos cruzados y con ropa deportiva, me mira de pie a cabeza y yo no sé cuándo será el jodido día en que nos encontremos de una forma más decente.
– ¿Qué haces aquí? –me cruzo de brazos y sin permiso alguno pasa a mi lado. – ¡¿Disculpa?! –volteo y lo veo sonreír de par en par.
–Buen día, mocosa insolente... –le señalo la puerta abierta de par en par.
–Sal de mi departamento… –enfoco mi mirada en él, ni siquiera se inmuta. –Un momento, ¿Cómo es que sabes dónde vivo? –Noah da pasos lentos y tomando el pomo de la puerta la cierra.
–No me subestimes nunca, Pia… –volteo a verlo y lleva una sonrisa en sus labios. –Deberías ir a vestirte, me pone un poco mal verte de esa manera... –reacciono y me miro de pie a cabeza, rápidamente corro hasta mi habitación.
Después de haber tenido una pelea con mi vestimenta termino por arreglarme, con ropa casual y cabello recogido salgo de la habitación, el fuerte olor a chocolate hervido inunda todo el departamento. Desvió mis pies descalzos a la cocina y encuentro al moreno sirviendo chocolate en par de tazas, lo veo sonreír de lado y luego voltea a verme, me guiña y me estremezco por el asco.
–Mira nada más, la mierda andante sabe preparar chocolate... –ríe un poco y tomando las dos tazas pasa a mi lado.
– ¿No vienes? –se detiene en el pasillo y al voltear me mira por encima del hombro. –No tengo problemas en tomarme ambas... –bufo y camino detrás de él.
No desperdiciare la taza de chocolate, el departamento tiene el aire a tope y eso solo es por culpa de Jema, lo veo tomar asiento en el sofá y hago lo mismo. Extiende una taza de chocolate y sin vacilar la tomo, soplo un poco y me doy un corto sorbo para no quemarme.
– ¿Ahora se supone que vendrás a casa cada que se te antoje, hurgaras en mi cocina y preparas chocolate? –Noah ríe un poco y asiente.
–No me molestaría en absoluto... –volteo a verlo y sus claros están fijos en mí, son un café muy claro sus ojos. – ¿Te molestaría?
–Hasta la medula créeme... –suelta una risita y lleva su mirada al frente.
– ¿Acaso negaras que me quedo delicioso el chocolate?
–No en absoluto está muy bueno, pero tu presencia es la que me da algo de cólico... –suelta una risotada.
– ¿Tan mal te caigo? –asiento y volteo a verlo.
–Como si me proporcionaran un golpe en uno de mis senos, como el fuerte dolor que ustedes sienten cuando le dan en los huevos... –me encojo de hombros tomo un sorbo más. –En realidad Noah, detesto lo arrogante que solías y sueles ser, de verdad créeme, no tengo problemas en semanalmente lavar tu cerebro con cloro... –vuelve a reír, su fuerte risa retumba en mis oídos. –Lo haría gratis.
– ¡Oh Dios! –exclama y ríe.
Acercándose rápidamente hasta mí y con mi taza de chocolate en medio de los dos, enfoco mis ojos en los de él, noto como su mirada desciende y se enfoca en mis labios, eso me hace tragar con dificultad y todo en mi tiembla, es realmente intimidante, pero es tan típico de Noah Malyk.
–No pienso lo mismo de ti Pia... –susurra y el olor a chocolate mezclado con menta se hace presente, sus ojos vuelven a subir y sonríe de lado. –Mocosa insolente, realmente cuanto habéis cambiado.
El timbre de casa suena y eso me envía oleadas de alivio, Noah con una sonrisa se aleja de mí y se acomoda en su lado, dejo la taza de chocolate en la mesita de enfrente y tomo camino hasta la puerta, al abrirla no puedo evitar sonreír.
– ¡Sam! –rodeo con mis brazos a mi cuñada, ríe, Camelia está en el cochecito y colocándome de cuclillas le saludo. – ¿Dónde está la niña más bonita de todas?
–De cuclillas... –escucho la voz de Noah detrás de mí, subo la mirada y veo a Samantha con el ceño fruncido.
– ¿Quién es? –señala a Noah y al voltear lo veo caminar hasta mí.
– ¿Sabías que las defecaciones pueden caminar? –Samantha suelta una risotada. –Te presento a una, es Noah Malyk, el mejor amigo de Elián y un dolor en el trasero... –me encojo de hombros y volviendo con la pequeña Camelia la tomo en mis brazos.
–Un placer guapa, Noah Malyk, eres la esposa de Cameron, ¿No? –Samantha asiente y estrecha su mano con él. –Eres muy hermosa, lamentablemente nosotros no pudimos venir a la boda, pero me alegra que estéis bien, ¿Me saludas a Cameron?
–Vale y gracias por el cumplido... –Noah sonríe y pasa a nuestro lado.
–Nos vemos Pia, para la próxima por favor no me recibas en toalla cariño.
– ¡Idiota de mierda!
Y entre risotadas se marcha, Samantha termina por pasar al departamento y tomando camino a la cocina, le sirvo del chocolate que preparo el idiota de Noah, al volver la veo jugar con Camelia, sonrió y me les uno.
– ¿Y esta repentina visita? –extiendo la taza y Samantha la toma.
–Santiago esta con mi madre, Camelia tenia consulta rutinaria con el medico así que decidí venir a visitarte, tu madre me comento que habías tomado una semana libre... –asiento y de rodillas me acomodo en el mueble.
–Lo necesitaba... –asiente, la lengua me pica. –Sam... –voltea verme y asiente. – ¿Sabes si Abel tiene un relación? –frunce el ceño y niega.
–No que yo sepa... ¿Por qué?
Y comienzo a contarle lo de la pizzería y rotundamente negó saber algo, de seguro no es una relación, pero quizás se están conociendo, la chica desprendía mucha confianza en el momento que tomo su mano y en cómo le llamo cariño, eso fue lo que más dolor en el estómago me causo.
Pasamos un largo rato entre habladurías, Camelia se la pasó jugando con sus cosas mientras que Samantha y yo nos poníamos al día. Al parecer ella y Cameron están pensando tomar un viaje pronto en familia y yo soy la candidata número uno para cuidar su hogar.
Al despedirnos realmente no quería, estar sin hacer nada en casa y sin Jema, me envía al rincón desolado de la eterna aburrición, pero Cameron paso por Samantha y se tuvo que marchar. Me dispuse a ordenar un poco el departamento y lavar la ropa sucia, al no tener más nada que hacer, me prepare algo de comer y me encerré en el antiguo estudio y el cual ahora es totalmente mi favorito porque es el mini cine favorito.
_
Solo una película e incompleta fue lo que me permití ver, el sueño me venció y termine dormida por un largo rato.
El sonido del móvil me hace espabilar y frotando mis ojos me siento de golpe, busco el móvil entre el sofá y doy con él, veo una infinidad de mensajes provenientes de Jema y me levanto exaltada al leerlos.
De: Mi Carboncito.
Mamá moco no olvides que hoy es viernes de helados así que recuerda ir a comprar, no tenemos en la nevera, te quiere tu hija carbón... xoxo
Joder, sabía que olvidaba algo, como todos los viernes Jema y yo decidimos hacer los viernes de helados y películas románticas. Ambas nos acurrucamos comiendo cierta cantidad de helado mientras vemos cualquier película llena de drama y amor, siempre soy yo la que termina comiendo helado con lágrimas de por medio.
Rápidamente me coloco unas sandalias y arreglando un poco mi cabello para no estar tan desaliña en el supermercado, salgo de casa, en una hora y media llegara Jema y si el helado no está en la nevera sé que se acercara la jodida guerra mundial, ya que nunca deja pasar un viernes de helado.
Llegue justo a tiempo y compre el helado suficiente para nuestro viernes y que también quede para toda la semana.
Con calma tomo el camino del parque, por suerte vivo en un lugar céntrico y con algunas casas cerca, la brisa fría de la noche sacude mi cabello, el cielo aun esta entre claro y oscuro, los colores naranja y amarillo resalta con el azul oscuro del cielo, me concentro en observar el cielo, pero para mí mala suerte choco con algo fuerte y cierro mis ojos con fuerza
– ¡Mierda! ¡Lo siento! –tambaleante me reincorporo nuevamente y mi corazón da un saltito al ver ese azul que es mi único y favorito.
–Pia... ¿Estás bien? –siento esa corriente recorrer todo mi cuerpo. –Lo siento estaba tan distraído, no me fije que venias... –sacudo un poco mi cabeza y al mirarlo asiento, sonrio.
–Estoy bien Abel, tranquilo, yo también lo estaba, debí ser más precavida... –y al verlo noto como una sonrisa se forma en sus labios.
Quedamos tan cerca el uno del otro, que no había notado sus manos rodeadas en mi cintura y que apretujan mi espalda, su respiración caliente choca entre mi labio superior y mi nariz, sus azules se conectan con mis verdes y puedo sentir como el corazón en este preciso momento me está traicionando. Trago con dificultad, quiero alejarme de él, pero me es imposible.
Y aquí es donde me doy cuenta que haga lo que haga, mi corazón anhela a Abel, pero mi mente lo quiere lejos de mí, que mis manos quieren aferrarse a su piel, pero mi orgullo no lo quiere sentir, sus ojos danzan de un lado a otro, veo como detalla cada facción de mi cara y una corta sonrisa se forma en sus labios.
–No te alejes, quédate de esa manera... –susurra tan cerca que todo en mí se estremece.
–No tenía pensado hacerlo, me gusta este lugar.
–A mí también.
–Me refiero al parque.
–Sí, lo sé.
–Me gusta observar el azul del cielo.
–Me gusta observar el verde pasto.
–Pero Abel, no estás viendo el pasto.
–Y tú tampoco miras al cielo, Pia.