Capítulo 3.

767 Palabras
—La historia decía que puede ser en cinco horas como también puede ser tan solo un segundo —dijo Nahuel, él estaba asustado. Estaba muy asustada, en verdad deseo de todo corazón que esto no funcione, que toda esta historia no sea real. —¿Seremos asesinos? —preguntó Victoria, ella estaba muy pálida. —Yo no quiero serlo, no quiero matar a César, el no tiene la culpa, ellos no sabían lo que hacían, tan solo trataban de ser graciosos. —¡Cállate Victoria! No hemos matado a nadie aún. Todo este asunto nos tiene algo estresados, será mejor que vayamos a cenar y hablemos luego. Me puse de pie, luego tan solo les hice una seña de que me siguieran. —Me iré, diles a tus padres que agradezco la invitación a cenar, pero tengo cosas que hacer —dijo Nahuel. Él se puso de pie, camino hasta la ruleta, la tomo y la echo a su mochila. —No, no puedes llevártela, la ruleta se queda aquí —dije confundida. —No, la ruleta se queda conmigo, es mía —dijo Nahuel, el comenzaba a enfadarse. —Yo les conté de la historia, así que técnicamente estábamos buscando algo que de ley ya era mío. Me puse frente a él, tratando de que no se fuera con la ruleta. —Nahuel, no podemos dejar que la tengas tú, estás tan obsesionado con el tema que podría ser peligroso, es mejor que se quede aquí, en casa de Elena, igual todos los días venimos. —No, la ruleta no funcionará, solo quería asustarlos, descuiden, ya pueden ajustar sus caras de asustados, los estaba jodiendo. Nahuel estaba poniéndose raro, creo que se debe a su fanatismo por la ruleta. —Aquí se queda, hasta averiguar si funciona o no —dijo Paola. —Está bien —dijo Nahuel, con una cara de seriedad extrema, Nahuel saco la ruleta y la puso donde había estado anteriormente. —Igual tengo que irme. Salimos del sótano, todos estábamos muy nerviosos por lo que acababa de suceder, Nahuel se fue directo a la puerta principal. Nosotros nos fuimos a sentar a la mesa, la cocina olía muy rico, será una buena cena. —¿Que hacían? —preguntó papá, creo que solo pregunta para sacar tema de conversación. —Un proyecto señor Gilbert, nos está quedando genial —respondió José. Mire a todos, la tensión de la ruleta, estaba disminuyendo, tal vez Nahuel tenga razón y no funcione, quizá era solo un invento de alguien, y esa ruleta solo por mera coincidencia estaba en esa casa, no tiene porqué ser la misma. —Mamá —dije llamando su atención. —Te quería preguntar por lo niños, por Mike, Damián y Eduardo, ¿Qué fue lo que realmente sucedió con ellos? Mamá me miró un poco confundida, luego dirigió la mirada a papá. —¿A qué viene el interés? —preguntó. —Simple curiosidad. —Lo único que se, es que a los tres les gustaba ir demasiado al bosque, de noche, lo cual en esta ciudad es muy peligroso, jamás obedecían a sus padres y pronto los encontraron a mitad del bosque, habían sido atacados por un animal salvaje, incluso no tenían sus ojos. —Que perturbador, no hablemos de gente sin ojos ahora, por favor —dijo Juan haciendo una cara de disgusto. Ay Dios, espero todo lo que viene a mi mente ahora, sea mentira. Al terminar de cenar, Juan, José, Paola y Victoria se fueron cada quien a su casa, ya estábamos más calmados. —Tus amigos son raros, al igual que tú —dijo Jane caminando a su habitación. Me fui a dormir, pues ya era demasiado tarde, y mañana tengo que ir a la escuela. *** —Uff, parece que después de todo esa estúpida historia era falsa, no le pasó nada a César, es lo que supongo —dijo Juan. —Tienes razón, si le hubiera pasado algo, ya nos habríamos enterado —mencionó Paola. Nos dispusimos a entrar a clase, todo iba normal, hasta la hora de pasar lista de asistencia, mi piel se erizo cuando no escuché la voz de César al oír su nombre. Rápido me gire para ver a mis amigos, quiénes también estaban asustados. —Ya está muerto —dijo Nahuel detrás mío. —Cállate, no es verdad, el no murió, solo no vino a clase —dijo Paola asustada, era algo evidente. En verdad quería convencerme que nada malo le había pasado, pero no podía, esto es real. Mire que la maestra se puso de pie, luego tan solo camino a la puerta, donde estaba el director parado. Unos segundos después la maestra entro al salón, su aspecto había cambiado, estaba pálida. —Jóvenes, lamento tener que darles está noticia, pero su compañero César Martínez, fue encontrado sin vida esta mañana. Oh Dios, es real.
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