Los que no arden, se rompen
POV Isadora Valente
La noticia llegó antes del amanecer, como un susurro envenenado entre sombras.
Renzo Alighieri había convocado a su círculo más íntimo en la casa de campo en Liguria. Su orgullo herido ardía más que cualquier mercancía perdida. Algunos hablaban de represalias inmediatas. Otros, de negociaciones. Pero yo sabía que Renzo no negociaba cuando sentía que lo habían castrado en público.
Y eso es exactamente lo que le hice.
Me serví otro café mientras los reportes de Nyla, mi informante en el sur, llegaban uno tras otro a mi tablet. Los Russo habían logrado contener el reflujo de presión en las rutas, pero Giacomo Valente estaba enviando mensajes codificados a contactos en Sicilia. Aún no movía piezas visibles… pero lo haría. Pronto.
Mathias en
