Pov Isadora Valente El salón privado olía a cuero y tabaco. Cortinas gruesas amortiguaban los sonidos de la reunión principal que aún zumbaba al otro lado de la casa. Solo quedábamos nosotros cuatro: Luca Russo, con el ceño fruncido como si pudiera intimidar al destino mismo; Dimitri, su hermano menor, recostado en el sillón con su habitual aire insolente pero peligroso; Mathias, de pie detrás de mí como una sombra imponente… y yo. Me quité los tacones. Me ardían los pies, pero más me ardía la mejilla todavía roja por la bofetada. —¿Y bien? —pregunté, alzando la vista hacia ellos—. ¿Cuánto creen que sabían sobre este "matrimonio estratégico"? —Menos de lo que dijeron —dijo Luca con frialdad—. Mi padre se ha vuelto ambicioso desde que tu padre cayó enfermo. Y tu tío Giacomo sabe cómo m

