✝️09✝️

1355 Palabras
《El pasado, lago para un solo nadador: el recuerdo》 Ali Ahmad Said Esber Casa de los Meyer. Ingresé a la casa de la chica que había escapado en esa noche. Jodido momento para no recordar, me dolía muchísimo el cuerpo. Caminé de un lado a otro, buscando la forma de recordar, pero nada. Aún mirando las fotos de la familia, no podía conectarlos con mis pensamientos. La duda era: ¿los conocía? probablemente si. La casa era de dos pisos, su fachada era de ladrillos rojos con dos ventanales por fuera. A simple vista la casa estaba abandonada, lo podía discernir por la cantidad de polvo que había y por el pasto tan creciente que percibía. Suspiré. Nunca me había sentido tan frustrado en un caso como este mismo. Salí de la casa Meyer, no logré nada estando ahí. —¡Buenas!—exclamó con recelo un anciano. Con anteojos culos de botella, cabello blanco, y delgado. —¡Buenas!—le sonreí como amabilidad. —¿Esta investigando la casa Meyer?—preguntó, llevándose la mano al mentón. Miré a todos lados soltando un bufido. —Si. ¿Alguna información sobre ellos? ¿su hija tal vez? El anciano movió la cabeza como so estuviera en negación. —¡Pobre familia!. Los Campbell los hicieron pedazos. Después de eso, Sarah se marchó, dijo que nunca más volvería aquí. Asentí animandole a continuar. —¿Quien iba a pensar que tendrías vecinos asesinos? nadie. En absoluto, la familia Campbell se veía como cualquier otra. Alegres, risueños, sociables, y con buen dinero. Eran muy colaboradores y por eso la gente los quería. Karl viajaba mucho, y su mujer pasaba mucho tiempo sola—se lamió los labios y me hizo seña con su dedo para que me acercara—. Se decía que cuando Karl se iba de viaje, Crish mantenía relaciones intima con Susana. Aunque sólo quedaron en rumores, porque la esposa murió cruelmente por un mal robo y Crish, nunca más volvió a venir. Asentí. —Crish una vez me contó que él y Susana se conocieron primero, luego, ella terminó casada con su hermano demente. —Okey. ¿Alguna vez sospecharon del asesinato de Susana Campbell? El anciano soltó un silbido. —Nunca. Karl Campbell era un pan de Dios. Nadie podía desconfiar de él. —¿Y cuando desaparecieron mujeres? —Menos que menos. Además, el asesino mataba en otros estados y condado, no solamente por aquí. Cuando en las noticias salían que una mujer fue hallada muerta con el mismo sello del asesino, toda la comunidad respiraba porque ese monstruo estaba lejos. —Y...—tosi para aclararme la garganta—. ¿Y su hija, Holly? —Holly huyó junto a su padre. Y fue preciso cuando encontraron todo en su sótano. Por eso, vecinos tenemos y sótanos no sabemos. Asenti. —Muchas gracias señor. —Es un placer para mí. Caminé en dirección a la casa Campbell con la esperanza de que en ese lugar me fuera mejor que en la anterior residencia. Una ves estuve frente a la famosa casa del asesino. Senti como todo mi estómago se contrajo, parecía que tuviera insectos revolcándose en mi barriga. Tragué grueso cuando un jardín con césped alto y rosas ya marchitas circulaban aún. Tuve un fugaz recuerdo: El haber estado aquí antes. —Assh—me llevé la mano a la cabeza. Cinta amarilla que solemos colocar para que nadie pase, estaba alrededor de la casa. Cerré los ojos con fuerza hasta recobrar la compostura. Respiré hondo, y me atreví a cruzar más allá de los ladrillos rojos que adornaban la fachada como cualquier otra cosa. No, la casa Campbell no era normal. Era cuna de asesinatos, cueva de psicópata que mataban por placer. La impresión que tuve al principio fue una sala sucia, espaciosa, llena de polvo y telarañas por todos lados. A un rincon se encontraba unos muebles que en sus tiempo eran finos, más ahorita eran un saco viejo y polvoriento. Una biblioteca que alcanzaba toda una pared, el sueño de todo lector. A ver... Karl Campbell era un hombre de familia, colaborador, sociable y amados por todo. Sin embargo, al cerrar la puerta de su casa se encontraba una bestia en lo más profundo de su oscura alma. Además, de ser un lector ávido, asumiendo por la cantidad de libros encontrados. Desde novelas, crónicas, poesía, y libros medicinales. A la derecha de la sala, había unas escaleras donde se ubicaba la cocina abandonada y al otro lado, osea, a la izquierda, un despacho. Tosí al sentir como el polvo me pica la garganta. Carraspeo un par de veces. Solo había un escritorio con una silla. Un retrato de la gran familia Campbell se encontraba todo al frente. Dramaticé la escena sentandome en la silla polvorienta para mirar el retrato. ¿Que le impulso a este hombre luego matar a familia? Me levanté de allí, para revisar un archivero. Saqué cada uno de los documentos, pero nada. Solo habían carpetas sin sentidos con fotos de Susana y Holly. Observé las fotografías por un buen rato, buscando de adivinar cómo una familia como esta, pudiera ser asesinos seriales. Suspiré, colocando todo en su lugar. Salí del despacho, y me percaté que detrás de las escaleras estaba la famosa habitación con la carita feliz: la escena del crimen. Otro recuerdo: Holly frente a mi con un cuchillo. Mientras bajaba al sótano. Los recuerdos fueron simultáneos. Me veía de niño bajando las mismas escaleras que de adulto. Corriendo para desatar a la niña que aún respiraba. —¡Ayudame por favor!—suplicó bañada en sangre. Los adultos también estaban bañados en sangre, cortados, apuñalados. Les solté las muñecas y ella salió corriendo a gran velocidad. Me fui tras ella, necesitaba huir también de allí y contárselo a la policía, a mi padre. Sin embargo, me encontré con ella, con mi amiga, con el amor de mi vida: Holly Abrí los ojos al recordar fragmentos de mi pasado. El sótano olía a humedad, estaba limpio y polvoriento al igual que el resto de la casa. Subí las escaleras nuevamente, y continué al segundo piso, las habitaciones. Asimismo, la principal, tenía una cama grande con muchas sabana, había una verde en particular, todas estaba hecha un revoltijo. No había nada fuera de lo normal y lo común. Todo se veía tan tradicional que hasta me costaba imaginar que un esté hombre fuera un asesino. Luego, avancé a la habitación de Holly, todo eran muñecas de porcelana, era aterrador y perturbador. Todas esas muñecas me miraban fijamente, por un momento presentí estar frente a muñecas demoníacas. ¡Eran espeluznante! Bajé las escaleras, y salí de la casa Campbell, y le marqué a Bob para saber de él. —Aló Su voz sonaba angustiada. —Dime que tiene buenas noticias. Cerré los ojos para tranquilizarme yo. —Aún no. Hubo un silencio enorme entre nosotros. Sabia que Bob no estaba bien. —¡Estoy angustiado! siento que no puedo respirar por la incertidumbre. La he buscado por todos lados, literalmente, por todos lados y es como si la tierra se la haya tragado. He buscado a esa tal Holly y nada. Richard, estoy desesperado—lo escuché llorar al otro lado del teléfono. —La encontraremos vivas. Si. Ten fe. —La fe es lo que mantiene en pie —Aférrate a esa fe. Te juro que las encontraremos. Colgué una auricular con una sensación amarga en mi garganta. —¡Mierda! Holly... ¿dónde coño estás? Me estaba descontrolando. Formé un puño con mi mano y la llevé a la boca para respirar hondo. Me sentía frustrado. Entonces me atreví a hacer algo que quizás nunca lo hubiese hecho, pero éste caso tenía cierta urgencia por dos personas que estaba a merced de un ignoto altamente peligroso. Me fui a mi casa, a la misma donde habían asesinado a mis padres. Al estar frente a la puerta, sentí de todo, y los recuerdos más fuerte. Entonces: Recordé todo lo que había sucedido esa noche. ☆☆☆☆☆☆☆ Leo sus comentarios mis amores.
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