Sofía estaba completamente paralizada, la mirada del importante hombre de negocios, la hizo sentir muy incómoda, era obvio que estaba “evaluando su presentación” se sintió avergonzada por su manera de vestir, tragó saliva y saludo con toda la firmeza que pudo.
—B…Buenos días señor Ferrer, gracias por recibirme — dijo con la mirada directo al piso, no se atrevía a mirarlo directamente a los ojos, su abuela decía, que ninguna mujer decente debía mirar a un hombre a los ojos “No debes ser una ofrecida” decía.
—Buenos días señorita Ballesteros. Mabel, puede retirarse —La secretaria sintió que se le hacía un hueco en el estómago, esperaba que la “niña” no le dijera a su jefe, que ella había roto la solicitud.
La secretaria salió y cerró la puerta, Sofía estaba sudando y temblando, no sólo nu
