Me pregunto si todo había sido un sueño. Sé que era real el video de mis bragas en internet, pero aquellos besos intensos que me había robado Alex parecían casi un sueño.
Aquella había sido la primera vez que alguien me tocaba y Alex en un solo momento rozó partes de mi cuerpo que pensé que no estaban vivas. Recuerdo la humedad de mis bragas, ese cosquilleo intenso cuando sus dedos tocaron mi interior y esa necesidad de tenerlos dentro que me arrasaba como un fuego interno.
Ese fin de semana no pude dormir y durante casi tres días había evadido encontrarme con Alex. Las veces que detectaba su alta presencia siempre estaba entretenido con las demás chicas o mirando como un baboso a Tessa William. No estaba lista para mirarlo a la cara y mucho menos de hablar de lo que había pasado si es que deseaba hacerlo.
-en serio tu cara me da asco-Sana suelta con su dura sinceridad mientras me entrega los apuntes en el salón- ¿Qué pasa contigo? Desde el fin de semana estas muy rara.
- ¿acaso ese sexy chico te obligó algo? -susurró Katty mientras acariciaba mi cabello.
-creo que si me gusta no es obligar-dejo salir y sus ojos se agrandaron al mismo tiempo.
Ambas me rodean para llevarme contra la pared. Apenas había un par de chicos llegando, pero no parecía prestarnos atención. Katty deja salir una sonrisa llena de complicidad mientras me arrastra a nuestro asiento.
-Lo hicieron-ella dejo salir con voz alta y alguien solo la calló.
-no calles a mi hermana-Sana fulminó a la chica con la mirada y se volvió a mí-quiero lujos de detalles, sobre todo los sucios.
Tomo aire, necesitaba respirar. Un cosquilleo remueve el interior de mi piel. Aun siento como Alex movía su boca y como su lengua rozaba la mía delicadamente.
-no me acosté con el-susurré para su desencanto. Sus ojos mostraron una decepción que me hizo sentir ternura por ellas-nos detuvimos justo a tiempo-confieso.
-ni que fuera algo malo-Katty toma mi mano-perder la virginidad no te hace impura, aunque respeto eso de llegar virgen al matrimonio.
Sonrío por su comentario extraño pero inocente. Katty representaba a una cajita feliz llena de ositos de gomas, tarjeta de buenos deseos con pensamientos eróticos.
-no pienso guardar mi virginidad-confieso por primera vez.
Me sentía rara hablando de sexo con alguien. Yo aprendí que era el sexo gracias a la cantidad de comics y Mangas que había leído y por las charlas que dan la escuela. Aunque mi padre y mi hermano siempre tenían sexos con múltiples mujeres ellos nunca se detuvieron ante mí y me hablaron sobre que era o como debía cuidarme. Para ellos era mejor mantener a todos los hombres alejados de mí.
- ¿entonces porque no te lo cogiste? -Sana adoptó un tono un poco más frio.
-él se detuvo-confesé-luego de que me dio un ataque de histeria me besó y se sintió tan bien. Mis piernas casi de derriten. Luego nos separamos y…-me detengo a pensar-no lo sé. Me gustó y esta vez fui yo la quien lo besó. Soy una zorra-confieso y amabas sueltan una carcajada.
-Besar a un chico que te besó primero no te hace zorra-ahora es Sana la que me acaricia mi cabeza-tienes mucho que aprender, Leah. Él te besó, tú le correspondiste y no hay nada malo en eso, hasta Katty que dice ser santurrona lo sabe.
-Oye-su gemela chillo-pero Sana tiene razón. No tienes por qué sentirte culpable.
-es que-mi garganta se seca-Es más que complicado. Alex es el mejor amigo de mi hermano. El me ve como una niña y sé que no puedo ilusionarme.
- ¿Qué? -Sana alza su ceja y coloca la mano en su cadera- ¿ya te gustaba ese tipo? -preguntó mientras se acercaba más hacia mí.
-Pero eso fue cuando era una niña-dejo salir-lo que me refiero es que no podrá ser. Neil es un poco sobreprotector conmigo y siempre se encarga de alejar a cualquiera que se me acerque. Así que, no creo que le guste la idea de que bese a su mejor amigo.
-que te importe un pepino lo que piense Neil. No conozco a tu hermano, pero me parece un cretino. Ya no eres una niña, Leah. Puedes tomar tus propias decisiones.
Su franqueza me golpea en la cara. Aunque me dolían sus palabras ella tenía razón. Yo podía tomar mis propias decisiones. El problema radicaba en que no sabía que decisión podía tomar. Durante toda mi vida obedecí a mi padre y a mi hermano. Nunca le dije que no a los que ellos me pedían y hacia exactamente lo que esperaban de mí. La idea de decepcionarlos como lo había hecho mi madre me mantenía siempre en guardia. Desde que recuerdo cada paso que daba era pensando en su bienestar, no en mí. Crecí creyendo que si era obediente de nuevo mi familia se recompondría. Viví muchos años creyendo aquella mentira y hasta ahora me vengo a dar cuenta de que no había hecho lo que quería. Me refugié en mi mundo temerosa de que me hicieran daño, recurrí a Neil y a papá por ayuda sin primero tratar de resolver yo misma las cosas. Quizás Sana tenga razón y yo debería aprender a tomar mis decisiones y crecer un poco.
Para cuando termino las clases ya estaba atardeciendo. Debido a mi inexperiencia para conducir y mi falta de auto tenía que esperar en la parada de buses. Casi siempre estaban lleno de otros chicos que al igual que yo estudiaban a largas distancias. Llevo mis audífonos puesto y escucho un poco de Adele solo para llenarme de suspiros melancólicos. Las personas lucen tensan tras esperar la llegada del bus. A mi lado hay un muchacho que no deja de quitarme los ojos de encima. Me siento un poco incomoda y esquivo su mirada, pero cuando siento que me ha dejado de ver el solo asiente con su cabeza y me sonríe.
Me giro levemente al otro lado. Mis manos empiezan a sudar muy nerviosa. Siempre pasa cuando hay chicos lindos cercas y este era realmente lindo. No era un idiota grande y lleno de tatuajes y con cabeza rapada. El vestía un tanto nerd, camiseta de cuadros y jean un poco usados con zapatillas sucias.
Veo que llega el bus y desesperada intento buscar mi tarjeta. Las personas empiezan a inquietarse. Todos lucen tensos y de mal humor, nos encontramos cansados por eso no dejan de murmurar mientras que detengo la fila en busca de mi tarjeta.
-date prisa-chilla alguien muy atrás.
-lo siento-digo entre dientes mientras busco la estúpida tarjeta.
-lo haré por ti-dice el chico de hace rato y paga mi pasaje.
-gra…cias-dejo escapar y aliviada me doy prisa a tomar asiento.
El chico misterioso me sonríe, le devuelvo la sonrisa y me siento un poco más atrás. Me intento refugiar en mi teléfono y leo los mensajes que estaban pendientes que no eran mucho, solo de Papá preguntándome por mi día y de Vivi diciendo que la llame.
-hola-una presencia a mi lado.
Subo la mirada y ahí estaba el con esa sonrisa perfecta y amable mientras agita sus manos.
-Hola-suelto sin saber qué hacer. Era algo inexperta cuando hablaba con chicos.
-Soy David. Voy contigo en matemáticas-y su mano busca la mía para estrecharla.
-Leah.
-Lo sé. Siempre andas con esas gemelas. Confieso que una de ellas me da miedo.
- ¿la del aro? -pregunto un tanto divertida.
-ella misma. Siempre anda con cara de pocos amigos.
-oh, ella es diferente. Aunque confieso que la primera vez que la vi me dio miedo.
Ambos sonreímos y el paso sus dedos sobre ese cabello brillante y dorado como el oro con grandes rizos. Sin duda era lindo, tanto que no podía desprender mis ojos de él, estaba atenta al movimiento de sus cejas largas y perfectas y la forma que arruga su nariz cuando espera atento a mi respuesta. Hablamos un poco y por primera vez no se hizo tan largo mi camino a casa. David vivía junto a su hermano y por las tardes luego de ir a la universidad iba a su trabajo en una tienda de música que estaba a solo tres paradas antes que la mía, le gustaba mucho la música. Incluso se sorprendió cuando le dije que me gustaba el rock y que mi banda favorita era “Mirrors and Dragons”.
Para cuando yo me había bajado ya estaba hablando con él por teléfono.
Las luces de casa están encendidas. Eso quiere decir que papá había llegado. Me doy prisa y entro. Él está ahí cocinando pollo mientras que en la mesa esta su maleta. Corro hacia el como una niña pequeña y estamos un beso en su mejilla. Papá es grande y musculoso así que no tiene problema para alzarme y darme vueltas.
-te extraño-digo luego de que el me deja en el suelo.
-Yo también mi dulce pastel. No sabes la falta que me hace escuchar tu voz y ver contigo aquellas películas japonesas.
Lo abrazo de nuevo. Sé que aquello lo decía por compromiso. A mi padre no le gustaba mis gustos por la animación japonesa, el no entendía porque su hija veía cosas de niño con temática para adulto, aun así, chillaba y le obligaba a sentarse conmigo a verlas para después terminar ver sus queridas películas de terror.
Le ayudo a preparar la cena y durante un rato hablamos de muchas cosas, el me pregunta emocionado como van mis clases y yo le hago pregunta sobre Dorothy, su nueva esposa. Ambos se habían casado hace un par de meses y ahora vivía juntos en su casa con sus dos hijos. Papá me insistió en que viviera con ellos, pero no me agradaba la idea de compartirlo con otras personas, por eso vivía sola y por eso la venia de vez en cuando a preparar la cena para charlar y así llevarse algo de su ropa.
- ¿desde cuándo no ves a Neil? -pregunta con ese tono serio que se caracteriza.
-no lo sé-hablo con la boca llena y luego tomo un gran sorbo de jugo-creo que desde hace quince días.
-menos mal que dijo que estaría pendiente de ti.
-lo está-miento-casi todas las noches me manda mensajes.
-no sirve de nada que cubras a ese tonto, pastelito. Sé muy bien como es mi hijo-suspiro-no tiene reparo. Quizá tendré que llamarle y recordarle lo que había prometido.
-dale un respiro-digo mientras juego con los tomates de mi ensalada-no tienes que preocuparte por mí, estoy bien. Crecí papá-aquello ultimo hace que me vea con un poco de miedo.
-pues, no creo que este preparado para eso-confiesa y toma mi mano-eres mi niña.
-estoy en la universidad-le recuerdo-la casa está sana y salva y yo estoy bien. Confía en mí y dale un respiro a Neil. Deja que disfrute su amor con Bea. Bastante que le hace falta que se aleje de su libertinaje.
Papá asiente, pero sé que por dentro aún estaba confundido. Trato de no titubear, quería que se diera cuenta de que había madurado, yo podía cuidarme sola.
Nos olvidamos de mi hermano y conversamos de otros temas hasta que le llega la hora de irse y sigo nuestro acostumbrado ritual. El me acaricia mi cabello y besa mi frente mientras lo rodeo y le digo que lo quiero. Luego él se asegura de que esté bien adentro de la casa y se va dejándome en la espaciosa casa.